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Sólo un poco de sangre - por Pato Menudencio

Web: http://nosjuimosalab.blogspot.com

Decidió visitar a la bruja, pese a las advertencias de Lord Jeggins. – “Son Traicioneras, nunca deberías confiar en ellas”- Eso fue lo último que Ramsay le escuchó decir antes de sumergirse en medio del bosque.
Ante él, la hojarasca se alzaba imponente, ocultando sus peligros. Por un momento palideció, y por su cabeza se le cruzó la idea de desistir en su empresa.
“Sólo un poco de sangre”- eso le escuchó decir a los borrachos que se reúnen a beber en la taberna todas las tardes. Ese era el precio para que, a cambio, la bruja le concediera un deseo.
Tomó aire profundamente y se adentró en la oscura incertidumbre del lúgubre bosque. Mientras sus pasos lo conducían cada vez más cerca hacia la casa de la bruja, sus pensamientos se trasladaron a épocas más felices, cuando Anastasia, su joven esposa aún vivía. “Ojalá pueda verte de nuevo”- se aferraba a los rumores de los borrachos, con la esperanza de que el precio de sangre pueda devolverle la vida a su amada.
Por cada paso que daba, la oscuridad consumía más y más aquel bosque, el cual, según la gente del pueblo, vivían brujas y horrores aún mayores. Nada de eso le importaba ahora, mientras apretaba contra su pecho el puñal, Ramsay recordaba los momentos vividos con Anastasia. Su risa, lo feliz que era con ella. Pero eso sólo era un recuerdo, Desde que la peste se la llevó, una tarde de invierno, ya nada era lo mismo.
Unas horas después estaba frente a la puerta de la ruinosa choza en que la bruja vivía, una mezcla de miedo y ansiedad recorrió su cuerpo. Apretó más fuerte el puñal, y antes de siquiera llamar, la puerta se abrió de golpe.
-Te estaba esperando Ramsay-, una figura diminuta y retorcida lo miraba con ojos ladinos. – Se la razón por la que acudes a mi –
-Estoy dispuesto a pagar el precio de sangre-. A estas alturas, la voluntad de Ramsay era mayor que el miedo que lo paralizaba.
-La magia de sangre puede ser muy poderosa, y le da a quien la usa lo que necesita, aunque no necesariamente lo que quiere-.
-¡Eso son tonterías!- La desesperación de Ramsay estaba a punto de sobrepasarlo. – ¡Necesito volver a estar con Anastasia!-.
-Todo a su tiempo-, la bruja le dedicó una mueca que podría ser una sonrisa, y tanteando casi a ciegas la mesa, movió calderos, viejos pergaminos y cráneos de distintos animales, hasta que encontró una caja polvorienta, del que extrajo una daga de oro y empuñadura de rubí, que brillaba a la luz de la hoguera, reflejando sombras que bailaban en la pared como seres informes entregados a una danza demoníaca.
-¿Quieres volver a ver a Anastasia?
-¡Si por favor!
-¿Estás dispuesto a pagar el precio de sangre?
-¡Si, pero por lo que más quieras, apúrate!
Ramsay apenas pudo advertir los movimientos felinos, que pese a su edad hizo la bruja. Cuando la daga le rebanó el cuello, éste tardó en reaccionar. Borbotones de sangre caían, mientras formaban un charco alrededor del joven, el cual, aterrado, yacía en el piso mirando fijamente el rostro siniestro de la bruja.
-Lo siento, te prometí que volverías a encontrarte con tu amada, pero lamentablemente no será de la forma que tu querías. Ahora relájate, que el precio ya se ha pagado-.
Todo alrededor de Ramsay se volvía tenue, las sombras que bailaban en la pared le parecieron que crecían y que se acercaban, amenazantes, para engullirlo.
Antes de que todo se volviera oscuro, sólo una frase llegaba a la mente de Ramsay, retumbando de forma implacable. “sólo un poco de sangre, sólo un poco”.
Y el silencio se hizo cada vez más oscuro.

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