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Teatro Nacional - por Wolfdux

Web: http://wolfdux.blogspot.com.es/

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas y mientras se aproximaba al reloj recordó como había empezado todo. Había decidido seguir adelante con su maléfico plan. Tras la última campanada el Teatro Nacional sería reducido a cenizas. ¿Por qué ese emblemático edificio? La respuesta era sencilla, allí es donde estarían todos los dirigentes y magnates del país celebrando la entrada al nuevo año.

Había sufrido año tras año las imposiciones del gobierno, mientras que las arcas del Estado como la de sus dirigentes se iban llenando a costa del sudor y lagrimas de la población que más ayudas necesitaba. Un año atrás, había sido desahuciado, su mujer había muerto por una enfermedad que necesitaba de unos medicamentos muy caros, y sin casa ni trabajo, les fue imposible costeárselos. Los servicios sociales se habían llevado a su hija pequeña, y por mucho que luchó por volver a conseguir la custodia siempre le fue denegada. Una noche mientras dormía sobre unos cartones en el parque de la ciudad, pensó que su vida no valía nada, que nada tenía sentido y que lo mejor sería desaparecer, morir.

Pero mientras se armaba de valor para quitarse la vida, comprendió que ahora era él quien pasaba por esas penurias, pero otro ocuparía su lugar si no hacía algo para terminar con esa lacra de la sociedad. Ahí fue cuando decidió acabar con los que manejaban los hilos en el país. Tardó cinco meses en confeccionar el plan, estudió cada uno de los detalles infinitas veces, hasta el punto en que seguía trabajando en su plan incluso en sueños.

Faltaban aún un par de semanas para que terminara el año, pero el ya había sido capaz de colocar sus explosivos en los pilares maestros de la estructura del teatro, la cuenta atrás llegaría a cero en el nuevo año, justo cuando todos los que hubiera en su interior celebraran y brindaran por un año más de robos e injusticias. Esas semanas previas le pasaron muy lentamente, no veía el día en que sus “fuegos artificiales” entraran en acción. Pasaba los días deambulando cual vagabundo por las calles, por los parques, pidiendo limosna para poder llevarse algo a la boca.

Meses después de que su mundo se derrumbara seguía hundido en ese pozo de amargura. Estaba convencido que cuando el mundo de esas personas se derrumbara él se sentiría realizado y podría morir en paz. Esa era su idea, morir en paz. ¿Cómo iba a morir en paz sabiendo que miles y miles de personas habrían muerto por su culpa? Esa idea comenzó a crecer en su interior. ¿Cómo podría vivir y morir con esa carga emocional? Tenía que evitarlo, pero como, en tan solo tres días todo volaría por los aires.

Pensó en dirigirse a las autoridades y contarles su plan. Explicárselo todo. Pero seguramente no le tomarían en serio. Una inocentada de un vagabundo que querría ganarse unas monedas. Pero no podía esperarse, había que desactivar esos explosivos cuanto antes. Se dirigió a la comisaria y les explicó todo, sus motivos, el plan, la posición de los explosivos, donde se encontraba el detonador y como desactivarlo. La policía al principio no tomó muy en serio sus palabras, como había supuesto, pero a medida que su confesión se iba alargando comenzaron a darse cuenta de que no estaba bromeando.

El detonador se desactivaría únicamente con una de sus huellas dactilares, por lo que tuvo que ser escoltado hasta el Teatro Nacional. De camino uno de los policías llamó al teatro para que comenzaran a efectuar una evacuación del edificio ya que se realizaban unas jornadas escolares y el edifico estaba plagado de niños. Cuando llegaron comenzaban a salir los primeros por las diferentes puertas de emergencia. Tres policías y él entraron rápidamente al edificio, corrieron hasta la sala principal y vieron el reloj.

Después de escuchar las campanadas y recordar cómo había llegado hasta allí, comenzó a quitar la tapa lentamente, cualquier movimiento brusco podría ser letal. Cogió el detonador y acercó el pulgar a la pantalla táctil. Descubrió con terror que no la había desconectado, al contrario la había activado y en unos segundos todo el edificio y él saltarían por los aires. Una cuenta atrás comenzó en la pantalla.

Diez, nueve, ocho. Perplejo tragó saliva y cogió aire. No había de que preocuparse. Solo tenía que pulsarlo otra vez para que parara. Siete, seis. Pero se quedó inmóvil, observando. Cinco, cuatro, tres. Aproximó lentamente el dedo a la pantalla. Dos, uno.

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11 comentarios

  1. 1. Wolfdux dice:

    Me gustaría agradecer los comentarios que he recibido, así que… ¡Muchas gracias a los tres!

    Escrito el 28 enero 2014 a las 20:41
  2. 2. lunaclara dice:

    Qué tensión! Me ha gustado mucho, y me parece muy bien escrito. Solo echo en falta diálogos por doquier… Felicidades!!

    Escrito el 28 enero 2014 a las 23:54
  3. 3. Wolfdux dice:

    ¡Muchas gracias, Lunaclara! De hecho no coloqué diálogos porque no tenía mucha práctica y el resultado no me convencía. En relatos que he escrito tras éste he comenzado a introducir más diálogos. Te invito a que te pases por mi blog y lo compruebes tu misma.

    Escrito el 29 enero 2014 a las 00:39
  4. 4. lunaclara dice:

    Ya me he suscrito por email! Gracias! Y no te preocupes, que todos aquí estamos aprendiendo!!!

    Escrito el 29 enero 2014 a las 13:26
  5. 5. Chiripa dice:

    Wolfdux, me gusta el tema de tu relato, el cual está muy bien escrito (pudo haber sucedido en el país donde vivo)
    Haces buen uso del vocabulario y los tiempos verbales.
    Me gustó que tocaras el tema moral (arrepentimiento por la culpa de matar a los inocentes) y los sentimientos de una víctima más de los desgobiernos.

    Hay solo dos cosillas que me “hacen ruido”. Una, de dónde saca un indigente los recursos para comprar los explosivos? La otra, dudo que se realicen jornadas escolares el día en que se realizará una “…concentración de dirigentes y magnates del país…” para celebrar la entrada al nuevo año.

    Te invito a leer mi relato, (que es cotidiano y sin diálogos) y, por favor, critícalo, porque me siento falla porque recibí solo dos de los tres comentarios que queremos recibir. jajaja
    Es el tercero y lo llame: “PUTA, pero…felíz”

    Escrito el 29 enero 2014 a las 17:40
  6. 6. Aina Pons Triay dice:

    La palabra que me ha venido a la cabeza es RITMO. Creo que es perfecto en ese aspecto. Auque coincido con el “ruido” que coments Chiripa, la verdad es que me ha capturado desde el principio y no me dado apenas cuenta. ¡Y ese final! Me encanta. Enhorabuena.

    Escrito el 29 enero 2014 a las 22:42
  7. 7. Wolfdux dice:

    Lunaclara, gracias de nuevo, esta vez por suscribirte a mi blog.

    Chiripa, el “ruido” que tu dices me lo dice mucha gente, como ya sabes la limitación de las 750 palabras a veces pasa factura y tal vez en este caso, tuve que “suprimir” partes que harían que fuera menos “ruidoso”, pero gracias por recordármelo y así en futuros textos, tener más cuidado con los recortes.

    Aina, muchas gracias por tus palabras. ¡Voy directo a tu relato!

    Escrito el 29 enero 2014 a las 23:39
  8. 8. Forvetor dice:

    sep, a pesar de no tener diálogos el texto se hace ameno. la reflexión moral me gusta, sobretodo por la resolución, sin la que la cosa podría haber quedado un poco ramplona. felicidades por el texto y cuidado con los recortes ;). nos leemos por aquí.

    Escrito el 30 enero 2014 a las 19:14
  9. 9. Wolfdux dice:

    Gracias por tu comentario Forvetor.

    Escrito el 30 enero 2014 a las 23:18
  10. 10. Gandalf dice:

    Me ha gustado mucho, está muy bien escrito y te mantiene en tensión. Lo único que creo que se podría mejorar es la transición de querer volar el teatro a intentar salvarlo, me pareció que quedaba algo brusca. Pero en cualquier caso está muy bien, enhorabuena.

    Escrito el 31 enero 2014 a las 07:29
  11. 11. Wolfdux dice:

    Hola Gandalf,

    como ya he comentado más arriba el principal “problema” reside en la limitación de palabras, que no lo utilizo como excusa, ya que estar limitados nos obliga a estrujarnos más el coco para que el relato este lo mejor presentado posible.

    ¡Muchas gracias por tu comentario!

    Escrito el 31 enero 2014 a las 09:24

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