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Enfrentada. Titulo: Secreto - por Isabel Ramírez

Web: http://isabelescribe.blogspot.com.ar

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Secreto

En aquellos días Carlos se sentía muy deprimido. La muerte de su mejor amigo y compañero de patrullaje lo había dejado destrozado y preguntándose, si al fin y al cabo, todo esto valdría la pena.
Habían compartido alegrías y tristezas durante ocho años. Imágenes enfrentadas y superpuestas al mismo tiempo que pasaron como una película ante sus ojos en el momento en que su compañero moría en sus brazos, después de un enfrentamiento a balazos. Mientras el, herido levemente, repasaba los recuerdos una y otra vez, primero desde el hospital y luego desde su casa donde permanecía en reposo.
Pero hoy se reintegraba al trabajo y sabía que le asignarían un nuevo compañero.
Ya iba predispuesto de mala manera hacia el. Ninguno iba a poder sustituir a su amigo del alma. El próximo mes Carlos cumpliría cuarenta años y se amargaba de antemano pensando que seguramente le presentarían algún joven, recién egresado de la Escuela de Policía, sin experiencia y con aires de superioridad, que pondría su paciencia al límite.
Compartió sus sentimientos de angustia con Sandra, su mujer, se encaminó a enfrentar esta nueva etapa de su vida.
Y así fue que en parte, sus predicciones se cumplieron. Su nuevo compañero era más joven que el, tenía treinta y dos años y si, tenía ciertos aires de suficiencia, venía altamente recomendado y con reconocimientos por labores heroicas realizadas.
Era alto, corpulento y tenía una intensa mirada. Saludó a Carlos con cordialidad, lamentando la tragedia del anterior compañero. Javier era su nombre y desde el primer apretón de manos para saludarlo, Carlos ya supo que tendría que esforzarse por tolerarlo.
Empezaron a transcurrir las semanas. Ocho y a veces diez horas de trabajo compartidas con alguien que te genera antipatía, no es algo fácil de llevar, pero Carlos trataba de poner lo mejor de sí. Discutían, pensaban y opinaban distinto sobre las diferentes estrategias a seguir en los patrullajes nocturnos.
Hasta que llegó esa fatídica noche en la que todo cambiaría para siempre.
Iban persiguiendo a cuatro adolescentes, rateros de poca monta, que salieron corriendo como endemoniados cuando se vieron sorprendidos. Javier iba al volante, enfurecido, tal vez demasiado para una acción que no era tan grave. Carlos tratando de que bajara la velocidad y tuviera más cuidado ya que se trataba de chiquilines.
Entonces un auto se cruza delante de los muchachos y atropella a uno que muere al instante. Carlos enloquecido, con todos los recuerdos encima, le grita a Javier, insultándolo y a punto de golpearlo cuando llegan otros patrulleros que se hacen cargo de la situación y los llevan a ambos a la Estación.
Pasaron todo el día siguiente declarando por separado, cada uno dando su versión y cumpliendo con todo el papeleo que implica un sumario.
Sus superiores trataron de calmar a Carlos que ya estaba pidiendo cambio de compañero.
A la noche siguiente los dejaron salir cuando los ánimos parecían más calmados.
Carlos salió en busca de su auto en el oscuro estacionamiento. No había nadie, eran la una de la madrugada de una noche fría, tan fría como el alma de Carlos, cuando ve que Javier se acerca como para hablarle.
Sin decir una palabra, Carlos le da un puñetazo en plena mandíbula que lo hace perder un poco el equilibrio pero sin caer. Javier le devuelve el golpe y le deja un ojo amoratado. Y ahí, sin mediar palabra empieza el intercambio de golpes, al pecho, a la cara. En el silencio de la noche resuenan las trompadas y las respiraciones entrecortadas sin quejidos.
Carlos le rodea el cuello con las manos y comienza a apretar más y más mientras su mente le preguntaba ¿Serás capaz de matarlo? Javier con la cara enrojecida aguantando la asfixia y sus manos encima de las de Carlos tratando de soltarse. Las caras muy juntas, mirándose intensamente, respirándose encima. Y la boca de Carlos que empieza a besarlo, muchos besos, un torrente de besos, con fuerza, con ganas, mientras afloja la presión del cuello. Se separa de Javier y lo mira con ansiedad pensando, ahora me mata. Y Javier que le devuelve el beso, los muchos besos, el torrente de besos, con fuerza, con ganas, con lengua. Todos los deseos liberados como en tropel.
Mirándose otra vez Carlos dice- nadie puede enterarse de esto-
Javier le sonríe, lo abraza y le dice- tranquilo, este será nuestro secreto-
Y se suben al auto.

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4 comentarios

  1. 1. forvetor dice:

    wenas Isabel, como te decía en el blog el cuento se deja leer aunque al primer vistazo la falta de diálogos lo asuste a uno. el golpe final (perdón por el chiste fácil) es una sorpresa, que en mi opinión no tendrías que haber escondido tanto. no nos das ninguna pista!!

    buen cuento, nos leemos!
    Sergio Mesa / Forvetor
    http://miesquinadelring.wordpress.com

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 17:46
  2. Gracias Sergio.Los comentarios me ayudan mucho y los estaba esperando con ansias.No di ninguna pista porque quería sorprender y por aquello que dice que del amor al odio hay solo un paso.Nos leemos!

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 20:25
  3. Gracias a los compañeros que comentaron mi cuento. Voy a tener en cuenta las sugerencias y en especial los tildes que siempre me olvido. Este sistema de comentarnos unos a otros es excelente y nos ayuda muchísimo a crecer y mejorar.Nos leemos!

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 20:49
  4. 4. Kangreja dice:

    Jajajaj! Me encanta ese final! para nada esperado! En cuanto al contenido, seguro que lo puede editar para decir más con menos; pero la vuelta que le das a la historia es genial. Nos leemos, saludos.

    Escrito el 1 marzo 2014 a las 15:15

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