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The Newspaper - por Moona

Web: http://moonanet.blogspot.com.es/

Disfruta del parque a esa hora de la tarde. Las madres que pasean a los bebés y dejan corretear por el césped a sus pequeños, ya empiezan a retirarse. Toca la tanda de baños y cenas, supone Nela. Los ancianos abandonan también los bancos junto al lago, caminando despacio hacia la salida entre el revoloteo de las palomas. Es buena hora para los patinadores, los que pedalean en sus bicis o los que, como ella, van a correr. A veces se cruza algún perro tras algo que le lanzó su dueño. Se ve también a algún trajeado que, zapatos y chaqueta en mano, afloja la corbata y camina descalzo sobre el césped o se sienta a leer en algún banco. Los más retirados se llenan de parejas que intercambian arrumacos y se buscan las bocas. Nela les mira con envidia mientras completa su tercera vuelta. Hace semanas que no queda con Álvaro. Tal vez le llame luego por si le apetece ir al cine. Piensa en las distintas opciones mientras corre, observando todo a su alrededor y escuchando la música de su iPod. Héctor, el chico que hace de estatua viviente junto al lago, ya está empezando a recoger. Lo ve a diario, e intercambian un saludo con la mano. Dirige sus zancadas hacia su banco de descanso. Suele estar vacío, y allí acostumbra a reponer líquidos, darse un respiro y estirar un poco.
Mientras bebe con avidez, ve un periódico doblado en la papelera. Es de ayer, pero le servirá para echar un vistazo a la cartelera. Al cogerlo, resbala un sobre de su interior. Lo recoge, curiosa, y levanta la solapa. Está lleno de billetes. Nerviosa, mira a derecha e izquierda y, sin sacarlos, pasa su pulgar por el lateral, comprobando que todos son de 500 euros. "¡Debe haber unos cien mil!", piensa. Sin dudarlo un instante, cierra el sobre, lo desliza bajo sus mallas bien pegado a su vientre, y anuda a su cintura la sudadera para sujetar bien el sobre. No puede quedarse ahí ni un segundo más y se pone en marcha para alejarse.
Corre con ganas. Su mente alberga ideas agitadas. “He visto demasiadas películas pero, ¿qué diablos hacía ese dinero ahí? ¿De quién es?". Solo le vienen a la mente respuestas peligrosas y ahora se lamenta de haberlo cogido. "¿Y si me han visto?". En esa zona del parque no hay cámaras, tan solo en las entradas, pero está segura de si alguien la observaba. Corre intranquila. Tras ella viene alguien y gana terreno. Siente acercarse los pasos. Cuando la alcanzan cierra fuertemente los ojos, pero los abre al notar que la sobrepasan y ve que era solo un corredor más.
Cualquiera cerca de ella le parece amenazador y sospechoso. Un chico encapuchado se dirige hacia ella patinando. Se prepara por si viene directo a derribarla y quitarle el sobre, pero pasa también de largo. Se está poniendo muy nerviosa y por el esfuerzo de la carrera, le resulta difícil respirar. Se detiene de golpe. Se lleva las manos a las rodillas mientras boquea para recuperar el aliento. No quita ojo al camino ni a las parejas que charlan en los bancos. Esa zona está más poblada y ve amenazas por todas partes. Está paranoica y su corazón late desbocado. De pronto escucha ruido de sirenas. Se oyen cada vez más cerca. Están en el parque. Se incorpora y se gira, percibiendo las luces de coches de policía y ambulancias cerca del lago. La gente se encamina hacia allí para saber más. Nela debería salir ya, pero algo le impulsa a seguir al resto. Presiente que, lo que haya ocurrido, tiene relación con el tesoro que esconde bajo sus mallas.
Los curiosos rodean la escena. Ella se acerca también, y ahoga un grito en su garganta llevándose la mano a la boca al contemplar a Héctor tendido en el suelo. La sangre se extiende desde su estómago tiñendo de rojo el color bronce de su disfraz, mientras el médico de la ambulancia intenta detener la hemorragia. La policía ha encontrado droga en una mochila de Héctor. A Nela le flaquean las piernas, su mente parece estallar. Ni entiende, ni quiere entender, pero le asalta la idea de que el agresor esté ahí, observando. “Normalidad”, piensa, “actúa con normalidad y vete”. Se une a los que emprenden la retirada y, aparentando tranquilidad, camina hacia la salida del parque, sintiendo una mezcla de vulnerabilidad, éxito, miedo y… un amargo sabor de culpa en la boca.

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3 comentarios

  1. 1. Merche dice:

    Hola, Moona! Tuve la gran suerte de encontrarme tu texto entre los que me tocó comentar. ¡Me encantó! Espero que te sirviesen mis comentarios. Me costó mucho encontrar puntos a mejorar. Me parece una historia redonda y muy bien contada. Espero volver a leerte por aquí. Saludos.

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 09:35
  2. 2. lunaclara dice:

    Hola Moona: con tu relato logras transmitir la angustia y el nerviosismo q siente la protagonista y eso es difícil de conseguir.
    Me he quedado con las ganas de saber que relación existe entre el sobre y Hector….
    Felicidades.

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 21:54
  3. 3. Aurora Losa dice:

    Hola, Moona.
    A mi el relato me parece terrible, por la historia que esconde. Cómo sin saberlo ha perjudicado al chaval que la saludaba todas las mañanas, por eso me choca el final de la historia, da la sensación de que ella se queda más tranquila de lo que debería, claro, que a lo mejor estoy metiendo la pata y no termino de entender que puede estar en estado de shock.
    El resto del relato me gusta, es muy dínámico, y la descripción del agobio que siente tras esconderse el sobre me parece genial, transmite muy bien las sensaciones, el lector siente la angustia como propia.
    Sí te diría que usaras algún punto y aparte más para que el texto no tenga un aspecto tan denso. (es un consejo que me han dado anteriormente y me ha sido útil)
    Por lo demás, enhorabuena por un relato que mete al lector en la historia.

    Escrito el 3 abril 2014 a las 11:22

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