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El devorador de sisnes - por Paloma del Sur

El devorador de cisnes
La bailarina sale a escena. Es Odette, la figura de una obra que representa el amor y la magia. Enlaza en sus actos la lucha entre el bien y el mal. Su compañero protagoniza al príncipe Sigfrido. Ella se ha convertido en cisne por el hechizo de un brujo.
La bailarina no quiere defraudar a su público que espera todo de ella, lo mismo que de su compañero.
En minutos se abstrajeron del mundo y de sus espectadores para sumergirse en los movimientos de aquella danza que sus cuerpos conocen. A distancia de ellos se deslizan los cisnes, representados por el ballet. Conduciendo al grupo hay un ave. El bailarín camina la orilla del lago hacia ellos; cuando está a punto de alcanzarlos, ve algo que lo hace vacilar. Se para al borde del agua, luego se retira a través del claro del bosque para esconderse. Ha visto algo extraño que debe meditar.
Apenas se esconde, entra en el claro una mujer que nunca vio. No puede creer lo que ven sus ojos, puesto que la joven parece ser a la vez cisne y mujer. Su rostro se enmarca de plumas que se unen a su pelo. El vestido de tules trabajado con penachos. Sus bocas se unen en un beso. En la cabeza de la bailarina, descansa la corona de la Reina de los Cisnes. La joven piensa que está sola, todo su cuerpo tiembla, sus brazos se aprietan contra el pecho en una actitud de dolor. Retrocede ante Sigfrido, hasta el punto de caer como un pájaro. Lo reconoce. Él ha participado de la cacería de cisnes.
El espectáculo avanza hacia su desenlace, en cada giro y en cada paso se aprecia la pasión de los bailarines. Los brazos de Sigfrido alzan a Odette, desafiando las leyes de la gravedad. La bailarina confía en su compañero, como siempre.
La música se intensifica, el bailarín se acerca al claro y busca a Odette, su pareja, cobijada entre los cisnes. La toma entre sus brazos. Sellan su amor con un beso. Le pide perdón por acceder a participar en la cacería de cisnes. Odette lo perdona, pero le explica que ello no sirve para nada, porque su perdón se corresponde con su muerte.
El cuerpo de Sigfrido convulsiona, los priones que entraron en su cuerpo desde las frutas contaminadas que ingirió en el desayuno; comienzan a invadirlo con sus proteínas, produciéndole alteraciones neurodegenerativas, cambiando su conformación tridimensional. Cae entre estertores y espuma. Sus piernas se han multiplicado por dos. El teatro se ha convertido en un circo. Todo es un caos. Los amiloideos desbastaron sus neuronas. El crecimiento exponencial de los priones en su cerebro atacó el equilibrio entre el incremento lineal y la rotura de los agregados proteínicos. Ya no es Sigfrido, sino el mutante del ser que una vez fue y jamás volverá a ser.
Las luces enfocan el escenario. La bailarina se abraza a su enamorado tratando de salvarlo de la metamorfosis.
En ese instante, detrás de bambalinas, el asombro. Los gritos provienen de la sala. Los espectadores baten sus palmas. Prismáticos y flashes de cámaras se hacen presentes en la oscuridad del teatro. La muchedumbre se levanta de sus butacas para asegurarse; de que aquello que sus ojos ven es cierto, que el cuerpo de Sigfrido, el bailarín, ha mutado en otra criatura.
El rostro de Sigfrido estalla desde cicatrices semejante a los huecos que deja la viruela. Los dientes son brocas. Los ojos cambian de color y tamaño. Del azul al negro, semejantes a los de un mono. En ese instante el tiempo se extravía; la danza se convierte en una orgía de miradas.
El bailarín abre la caverna de su boca y habla con elocuencia, parece un erudito griego. Su voz arrastra las vocales, tal vez, por la transformación.
En un estado de enajenación el que fue Sigfrido, termina arrancándose su propia oreja y comiéndosela… Aun así, descubre que como cualquier otro ser tiene sus virtudes, sus claroscuros, sus tragedias, sus dolores, su furia, sus resentimientos, su coraje, sus sueños, sus ilusiones… El mutante mordisquea, como un chocolate, a la bailarina, que se deja digerir.
El resto del ballet huye, teme ser engullido por la bestia, mientras el mutante y lo que queda de la bailarina, alcanzan su momento de epifanía, su momento de éxtasis, tal como lo habían deseado antes de salir a escena. Esa noche, sin proponérselo, dieron el espectáculo del siglo.

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6 comentarios

  1. 1. forvetor dice:

    hola Paloma,
    me invitó a entra el título de tu relato, muy sugerente. y al leerlo me encuentro con un texto la mar de curioso. aunque algo fallido en mi opinión.
    me gusta el concepto general, pero el cambio de rumbo me parece un poco forzado. pasar de sentimientos de amor traicionado y pasos de ballet a “priones”, metamorfosis y “amiloideos” es demasiado por mucha buena voluntad que uno tenga. no hay nada anterior que nos pueda hacer esperar semejante evento. aunque engañes a tu protagonista no deberías engañar también al lector. 😉
    la parte final la narras con mucha eficacia, tiene un aire entre surrealista y decadente que resulta muy atractivo, son los párrafos que más me gustan.
    técnicamente el principal problema que veo es el caos de tiempos verbales que hay en el texto, je, unas veces (las más) relatas en presente, otras lo haces en pasado sin motivo aparente. revísalo, es un error muy básico.
    espero no haberte molestado con mis comentarios, los hago sólo con la intención de ayudar.
    un saludo compañera, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 01:22
  2. 2. Paloma dice:

    Queridos compañeros de literautas. Mil gracias por los comentarios que han dejado. Realmente, han sido hechos con el valor de una crítica de lo más de constructiva.
    Me siento con muchos deseos de modificar el texto desde sus comentarios. Nuevamente, mil gracias por todo
    Paloma

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 14:09
  3. 3. Ana Vera dice:

    Wow!! Me he quedado frita… qué contraste!! La verdad es que me ha gustado muchísimo, quizá sin el límite de las 750 palabras podrías desarrollarlo de manera que esa metamorfosis sea un poco más gradual, pero la verdad es que a mí personalmente me ha gustado muchísimo, ¡enhorabuena!

    Escrito el 30 mayo 2014 a las 15:08
  4. 4. José Torma dice:

    Hola Paloma.

    Sisne Cisne…. me mandaste al diccionario por la duda jaja y despues al RAE. Eso influyo mucho en la manera que lei tu relato. No soy aficionado al ballet pero tu historia lo maneja de manera casual sin caer en tecnicismos que me hubieran perdido.

    Lo de la metamorfosis me parte porque no entendi el porque. Pero con todo una lectura muy amena.

    Saludos

    Escrito el 10 junio 2014 a las 15:40
  5. ¡Increíble, Paloma!

    Ha sido muy abstracto, pero, aunque yo tampoco soy amante del ballet, he disfrutado mucho. Lo único que te recomiendo es que, como te dice Forvetor, tengas en cuenta siempre el denominado “Deus ex Machina” (https://www.literautas.com/es/blog/post-4001/deus-ex-machina-que-es-y-como-evitarlo/). Ten en cuenta que, tal y como ha dicho Iria en varias ocasiones (según una cita que ahora no recuerdo a la perfección, pero que está en este blog:

    “No puedes disparar un revolver en el último acto si este no ha sido presentado al lector en el primero”.

    De todas formas, decirte que he disfrutado mucho con la lectura de este relato. Ha sido surrealista, algo que no me esperaba. ¡Mucho ánimo!

    Escrito el 15 junio 2014 a las 17:40
  6. 6. PALOMA dice:

    Cuan cierto es los dicen los dos. Estoy corrigiendo esa falta de datos para ambientas al lector, aunque sea un detalle en que se advierta esa metamorfosis o el por qué.
    Mil, mil gracias queridos compañeros, con este tipo de críticas es con aquello que se aprende.
    Un abrazo
    Paloma

    Escrito el 15 junio 2014 a las 18:26

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