Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Perrito faldero - por Trescatorce

Web: http://www.trescatorcedreams.blogspot.com

No sé quién lo dijo primero, pero parece ser que la idea tuvo mucha aceptación. Y en seguida se expandió como la pólvora, todos excitados y encantados, repitiéndolo hasta la saciedad junto con exclamaciones y palabrotas.
Era una noche como otra cualquiera. Yo había quedado con Laura, pero nos encontramos con Luis y sus amigos, Peri y El Trenzas, que iban para el parque cargados con las bolsas. Laura no dudó en unirse a ellos, y yo les seguí como un perrito faldero que no sabe quedarse solo. En el parque ya esperaban los demás, y en total nos juntamos ocho personas.
Ahora les miraba, todos riendo y chocando manos, iluminados por el tenue reflejo de la media luna que lucía en el cielo. En sus manos bailaban los minis de cerveza y de calimocho, y con el movimiento creaban olas en su superficie. Algo de bebida se desperdició en el suelo, síntoma inequívoco de que la borrachera estaba en su punto álgido. Cuando aún no ha hecho efecto el alcohol solemos ir con mucho más cuidado, no nos podemos permitir desperdiciar ni una gota. Apenas tenemos dinero para comer, y el alcohol es uno de los pocos lujos que nos permitimos. Otro es el tabaco. Algunos se permiten vicios más caros, pero yo me conformo con el cáncer en barritas.
Soltaba el humo de un cigarro, mirando hacia el cielo y con la mano libre metida en el bolsillo cuando El Trenzas me zarandeó.
– ¡Vamos, tía! ¡Que te quedas en la parra!
Le miré, y por detrás de él vi que los demás ya se habían puesto en marcha.
– ¿Dónde vamos?- pregunté antes de dar otra calada.
– ¡Vamos a colarnos en el colegio! ¿No es una pasada?
Soltó un grito al estilo vaquero y dio un salto, como de triunfo.
No sé qué tiene de triunfal no tener otra cosa que hacer que colarse en un colegio. Tampoco encuentro el sentido cuando pocos años antes -muy pocos en realidad- andábamos como locos por escaparnos de allí. Sin embargo, no dije nada. Me encogí de hombros y les seguí sin rechistar. Ya he dicho que era un perrito faldero.
Saltar la valla no supuso un problema. Pese al nivel de alcohol, no hubo ningún hueso roto. Laura se raspó una rodilla al caer, pero no fue nada grave. El Trenzas me esperó, me ayudó a encaramarme, y fue el último en saltar.
Estábamos en el patio de nuestro antiguo colegio, de noche y borrachos. Luis y El Trenzas chocaron las manos, y gritaron al cielo como posesos.
– ¡Tío, cómo mola!
– ¡Vamos a jugar al fútbol!
Y salieron corriendo a colgarse de la portería, dándose cuenta tarde de que no tenían balón.
Peri miraba alrededor con los ojos como platos, enrojecidos.
– Tío, tío… – repetía, como ido – ¿Dónde están los niños?
Como nadie le hizo caso se acercó a mi y me cogió por los dos hombros.
– ¿Dónde están los niños? – preguntó de nuevo, y pude ver lágrimas en sus ojos.
No me estaba tomando el pelo. De verdad estaba preocupado. No sé qué es lo que tenía en la cabeza, qué imaginaba, para llorar por unos niños que posiblemente estuvieran durmiendo en su casa, o jugando, o en cualquier lado excepto en el colegio porque era de noche y no tenían que estar allí.
– ¿Qué te has tomado?
Peri me miró, abrió aún más los ojos y empezó a reirse como un loco. Me zafé de él y fui a buscar a Laura.
Pude ver, entre las tinieblas del pasillo que daba paso al interior del colegio, a mi amiga con Luis. Se metían mano aprovechando la oscuridad y no quise interrumpirles. Me daba la vuelta cuando me topé con El Trenzas.
– ¿Dónde vas? – se apoyó en la pared, en una pose de chulo que, en realidad, me dio pena.
– Me voy.
Le esquivé y me dirigí hacia la parte de la valla que vi menos peligrosa para saltar. Me encaramé a ella y salí del colegio. Simplemente estaba ya aburrida de perder el tiempo, de no tener otra alternativa, otra aspiración aparte de beber y salir los fines de semana. No quería desperdiciar mi tiempo colándome en colegios, o sentada en bancos del parque.
No miré atrás.
No me despedí.
No volví a verlos.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

5 comentarios

  1. 1. Chiripa dice:

    Hola Trescatorce!
    Comenté, en privado, tu relato y solo me queda volver a felicitarte!!
    Se tendré que esperar una quincena, me encantará seguir leyéndote
    ¡Sigue adelante!

    Te invito a pasar por el relato “El grito” (# 111) y dejar tu opinión!
    ¡Hasta pronto, feliz semana!!

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 14:53
  2. 2. Denise dice:

    Me gustó mucho el relato, es muy realista y fluido, y está bien narrado. Bien por la protagonista que decidió no seguir más a la manada.

    Escrito el 31 octubre 2014 a las 00:37
  3. 3. isabel pérez dice:

    Hola trescatorce!
    Tu relato me ha enganchado desde el comienzo, por su firmeza narrativa y estructura ágil.
    En esencia te diré que me he me he sentido premiada al final con un desenlace de esos que te conectan con algo personal,que te hacen sentir bien. Saludos!

    Escrito el 1 noviembre 2014 a las 23:47
  4. 4. Trescatorce dice:

    Muchas gracias por vuestros comentarios, a todas. Chiripa, me paso ahora mismo a leer el tuyo, y algunos más. Isabel, me alegro muchísimo que hayas sentido el final como un premio, no sabes lo bien que me vienen tus palabras. Denise, gracias por los cumplidos, yo también creo que la protagonista tomó la decisión correcta.
    ¡Saludos!

    Escrito el 6 noviembre 2014 a las 15:22
  5. 5. Ángel Gabriel dice:

    El relato es ágil, serio, el tema es interesante, a todos en un momeonto dado nos ha sucedido en la vida, que nos cansamos de seguir a determinado grupo o lider, y queremos abandonar todo eso, yo en lo personal, por eso fue que empece a escribir y a pintar, para alejarme un poco de un grupo de amigos, que al final me resultaron aburridos porque todo me pareció un círculo vicioso en el que trabajas, bebes, trabajas, y bebes, y no hay nada más allá, no tienes otra alternativa, pero como siempre pense que la vida no termina allí, entonces decidi abandonar el grupo de siempre y ser yo mismo con mis propias locuras. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!!.
    Si tienes tiempo lee mi relato, es el número 16 EL COLEGIO Y LAS MUÑECAS. Coméntalo.

    Escrito el 7 noviembre 2014 a las 02:51

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.