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La isla del olvido - por Julia BobCo

Hoy, en esta isla ha ocurrido un milagro- Escuché a Alicia decir, mientras observaba las olas del mar tocar mis pies como si estuviesen acariciando un fino terciopelo. Con el dedo índice de mi mano derecha empecé a escribir sobre la arena mojada, presioné tan fuerte que los pequeños granos se incrustaron debajo de mi uña causando que sangrara.
Los milagros no existen Alicia, no en ésta isla del olvido.
De pie Gabriel debemos celebrar- Replicó en tono entusiasta.
Me puse de pie y me dirigí hacia Procter, el árbol donde dormía. Tomé una hoja gigante que había recolectado días atrás y me tumbé sobre ella. Dormir era el único escape que me permitía volver a la realidad. Después de haber explorado éste lugar infinidad de veces descubrí que Alicia no era más que un eco resonante de mi soledad.
Los intensos rayos del sol me despertaron. Tenía la boca seca y el estómago vacío. No sabía por cuánto tiempo había dormido, pero a juzgar por la posición del sol era casi el medio día. Intentado saciar mi sed, tomé uno de los frascos que guardaba debajo de las hojas gigantes, pero estaba vacío. Intenté con el segundo y al igual que en el primero no había ni una gota.
Después de haber caminado por horas, llegué a Joup, una pequeña laguna de agua dulce situada en el corazón de la isla. La encontré por error queriendo poner cara a la melodiosa voz de Alicia. Me acerqué cuidadosamente para no resbalar y lo que vi a continuación me dejó perplejo. Debajo del agua había un hombre, cuyo aspecto era horrible. Tenía la piel similar al bagazo de una uva, el pelo largo y enmarañado en forma de enredadera seca creando una armonía perfecta con su barba flotante como si fuesen una avispa marina, sus ojos estaban abiertos de tal forma que en el azul profundo de su iris se veía reflejado un universo de tristeza. Por más que intenté moverme, mi cuerpo no obedecía a ninguna orden, estaba absorto y petrificado con la imagen que tenía enfrente. Aquel desdichado despareció lentamente cuando uno de los frascos que llevaba hizo contacto con los finos mantos de la laguna. Finalmente, mis extremidades decidieron moverse y corrí tan rápido como pude alejándome de Joup.
El insomnio se había apoderado de mí y por más de tres noches no pude conciliar el sueño. Tenía la imagen de ese sobre tatuada en las paredes de mis parpados. Cerrar los ojos implicaba verlo y era algo que no quería.
¿Dónde fuiste Gabriel? -Escuché a Alicia gritar. ¿Estás ahí? – insistía en tono triste.
Aquí estoy mi querida amiga, aquí estoy- musité
¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me abandonaste?
Al… Alicia, aquí estoy – Intente gritar. Sin embargo, mi cuerpo finalmente cedió al cansancio y caí en un sueño profundo.
Un fuerte estruendo hizo que reaccionara de la fase REM en la que estaba. El sonido era grave similar al de un platillo Gong. Me puse de pie y lentamente me dejé llevar por la lúgubre cadencia que generaba. Al acercarme a la orilla, descubrí que aquel ruido era causado por el vaivén de un trozo de metal que chocaba contra una piedra. Me adentré en el agua intentando descifrar su procedencia y un resplandor hizo que el objeto se convirtiera en una especie de espejo gigante lastimando mis ojos. De repente un zumbido invadió mis oídos acompañado de un nudo en la garganta que se extendió hasta mi pecho acortando mi respiración. Los labios me temblaron sin control. Me sentía aturdido y desconcertado. El hombre de la laguna era real, aquel desdichado de piel arrugada era yo.
Salí del agua y me tiré sobre la arena ¿Cuánto tiempo había estado aquí? ¿Por qué no vinieron a rescatarme? ¿Era este mi destino? Morir en una isla del olvido, abandonado por la indiferencia de los que alguna vez amé. Lentamente el cansancio y la conmoción se apoderaron de mi cuerpo haciendo que cayera en un estado de sopor.
Una fría sensación en la frente me despertó. Mis parpados se abrieron como dos persianas revelando el rostro de una joven mujer. Sus facciones era finas y delicadas, sus ojos verdes como dos esmeraldas, sus labios grandes y carnosos desprendieron una sonrisa que me dio paz.
¿Gabriel, eres tú?
El sonido de aquellas palabras retumbaron dentro de mis tímpanos y una cálida lágrima se dejó ver en la esquina de mi universo azul.
Mi querida Alicia.

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2 comentarios

  1. 1. Tuly Vanderman dice:

    De los que reseñe, el que más me gustó 😉
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-21/2250

    Te agradecería mucho si pudieses leer el mio 😀

    No sé porque me imagine que este cuento lo hizo una mujer xD pero bueh, cosas que pasan.

    Escrito el 30 diciembre 2014 a las 02:25
  2. 2. Julia BobCo dice:

    Gracias por comentar!! Enseguida leeré el tuyo! 🙂

    Escrito el 1 enero 2015 a las 21:19

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