La amiga de mis sueños - por María Inés Niud

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Esa tarde, como tantas otras, perdíamos el tiempo compartiendo lecturas, risas, y un cafecito con una milhojas que nos dejaba rastros de azúcar impalpable en nuestras bocas llenas de gloss sabor a fresa. Para encontrarnos tú bajado casi 15 pisos porque el ascensor del edificio estaba dañado. Yo hablaba sin parar de sonreír:
– Tú sabes Bego cómo son los preparativos para una boda, uno tarda mucho tiempo en elegir cada fecha, cada detalle, cada padrino o invitado, vestido, peinado, lugar, colores,… es una lista interminable de cosas y cositas a las cuales prestarle atención. De repente, con cierta convicción suspiré y dije:
– Siempre lo he creído, que cuando llegue el indicado, muchas serán las cosas que ya tendré previstas o compradas, esto se lo dije un día a Bego, en la panadería de siempre, y nos moríamos de la risa. Bego respondía muerta de la risa:
-Ésta no ha encontrado al amor de su vida y ya anda adelantando los preparativos de la boda, sólo a ti se te ocurren esas cosas.
– Ya verás, cuando llegue el día sólo tendremos que calentar la comida y comprar el hielo, jajajaja, nuestras risas eran escandalosas. Siempre hacíamos bromas con eso de la boda soñada, muchas boberías conversa uno a los 16 años.
Resulta que al terminar el bachillerato Bego se fue a estudiar a España, de donde son sus padres, y siempre mantuvimos el contacto. Y un día me dice: -¿Sabes? Hoy me he acordado muchísimo de ti, y te he comprado algo muy lindo para tus planes matrimoniales, de nuevo nuestras risas, ahora por Skipe. -¿Qué es? Dime, por fa, dime, ¿qué es?
–No, no, no te esperas que regrese tu hermano a Venezuela y ya lo verás, -me cortó Bego
A Efraín le faltaban como 20 días de viaje, y a mí me mataba la curiosidad. Intenté engañar a mi hermano diciéndole: -¿De qué color es bolso que me mandó Bego? Luego lo intenté con otros truquitos y él ni contestó ni le prestó atención. Nada, toca respirar profundo y esperar, ¡qué difícil!
Al fin, una noche como a las 11, mi hermano llegó. Casi no lo dejé aterrizar en la casa cuando la pregunté:
-¿Dónde está lo que me envió Bego? ¿En cuál de tus maletas viene? Anda, dámelo por fis
Mi hermano me miró con apatía y cierta antipatía y me entregó una bolsita de papel color verde manzana. Estaba llena de frutos secos –mereyes mis preferidos- y otras chucherías, yo buscaba a sabiendas de que tenía que haber algo más en la bolsita, y sí lo había, era un hermosísimo sobre color champaña y oliva, cuyo diseño eran unos arabescos troquelados, parecía como encaje… hermoso, lo tomé con muchísima emoción le pasé mis manos para sentir su textura, qué será, qué habrá adentro, lo sopesaba, por fuera tenía escrito en una hermosa caligrafía y con tinta verde olivo:
Para: la novia soñadora
De: Bego, su pana del alma
Palencia, 1 de Octubre de 2013
Emocionada, intenté imaginar su contenido. – ¿Dinero? No, ni pensarlo.
– Quizás una larga carta con sus últimos amoríos, puede ser. La cartulina de la que estaba hecho no facilitaba mi adivinanza.
– Aaaaaah, ya sé, un boleto de avión. ¿Será para vernos pronto? Ojalá. No me contuve más y me decidí.
Al abrirlo me encontré con la sorpresa de que el sobre estaba vacío, revisé de nuevo la bolsita, vacié todo su contenido en la cama, y nada, nada de nada se había caído de aquel hermoso sobre que mi amiga envió. El sobre vacío era su obsequio, había encargado su elaboración a una amiga mutua venezolana, que ahora estudia en Madrid diseños de superficies planas, era para las invitaciones de mi anhelada boda, en ese diseño, en la escogencia de los colores y de los materiales, iba su forma, en la distancia, de para hacerse parte de mi sueño, de mi boda soñada.