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el lápiz mágico - por Juelis

Apalancado en una destartalada banqueta de la mugrienta y apestosa tienda del viejo hechicero Irdnaj, Jandri esperaba su turno impacientemente, mientras el anciano atendía a la última clienta del día: una mujer de mediana edad con el cabello largo y cano, ataviada con un traje oscuro medio roto y lleno de suciedad por todas partes, maquillada de forma funesta y con unas uñas pintadas de negro que terminaban unas manos largas y huesudas. Desde su posición juraría que se trataba de una bruja, si no fuera por su convicción de que éstas ya no existían, ya que se habían extinguido tras el último aquelarre llevado a cabo por su tatarabuelo.

Una vez que la clienta hubo abandonado la tienda, el viejo Irdnaj se dirigió a él con paso cansino. Era un hombre de edad indefinida, con cuerpo enclenque y endeble que no hacía presagiar que le quedara ya una vida muy larga. Andaba completamente encorvado y se apoyaba en un bastón de madera de avellano perfectamente cortado y tallado, finalizado en un mango con forma de cabeza de águila.

– Perdona por la espera muchacho -le dijo- pero ya sabes que los negocios son los negocios. De todas formas creo que tu espera merecerá la pena. Como ya te dije esta mañana, cuando te telefoneé, tengo en mi poder el objeto definitivo que saciará tu ego por el resto de tus días.
– No me vengas con milongas, viejo. – Respondió Jandri malhumorado- En anteriores ocasiones he acudido raudo a tu llamada; siempre me has soltado la misma patraña y al final, nada de nada. Espero que esta vez sí que sea la definitiva.
– Esta vez sí, confía en mí.- el viejo Irdnaj intentaba mantener un tono amable en su conversación, aunque por dentro le daban ganas de partirle a aquel niñato mal criado y respondón su bastón en la cabeza- Anoche los recibí. Me han llegado desde allende los mares. Dice la leyenda que pertenecieron al chamán de una antiquísima tribu que habitó por estos lares en tiempos inmemoriales.
– Dime de qué se trata y déjate de rollos.
– Tranquilo, la paciencia es la madre de la ciencia. Aunque ya sé que tú de eso gastas muy poco. Espera aquí unos segundos y enseguida vuelvo.

Irdnaj abandonó la estancia y se dirigió al sótano de la tienda. Al cabo de unos minutos regresó a la compañía de Jandri con un lapicero y un manojo de folios en la mano.

– Aquí los tengo. Como comprobarás, no es más que un simple lapicero de madera y una serie de folios, normales y corrientes, como los que puedes comprar en cualquier librería por cuatro perras. La única salvedad y diferencia es que éstos tienen poderes mágicos y todo lo que escribas con el lapicero en estos folios se cumplirá, tanto los buenos deseos como los malos.
– Anda…no me vengas con chorradas- respondió Jandri- ¿A cuento de qué ese simple lapicero va a tener poderes? ¿Te piensas que soy idiota o que nací ayer?
– Te haré una demostración- dijo Irdnaj extremadamente calmado- Cogió un folio y escribió con letra clara ‘’quiero ver mi tienda limpia’’. Al momento una ráfaga de luz lo iluminó todo ante el asombro de Jandri que perdió la visibilidad durante unos segundos. Cuando la recuperó, comprobó estupefacto que la mugrienta tienda del viejo hechicero Irdnaj, estaba impoluta y con olor a limpio. Incluso la banqueta en la que había estado sentado, se había convertido en un mullido sofá.
– Impresionante- dijo Jandri- ¿Cuánto pides por ello?
– Me alegra haberte impresionado chaval. Como comprenderás su precio es incalculable, pero como tú eres uno de mis mejores clientes y pese a tus impertinencias constantes y falta de fe, te lo voy a dejar en un millón.
– El precio es exagerado, pero creo que merecerá la pena. Te firmaré un cheque…
– Sólo una advertencia. Puedes escribir todo lo que quieras con el lapicero. Todo, menos tu nombre, recuérdalo, es importante. Si escribes tu nombre con él, morirás instantáneamente.

Jandri estaba tan afanoso buscando su chequera y como era habitual en él, pensando en las musarañas, que no hizo ni caso de la advertencia del viejo Irdnaj. En su retorcida mente ya se imaginaba qué cosas escribiría y lo mucho que se iba a divertir. Cogió el lapicero y empezó a rellenar el cheque. Quién le iba a decir que lo último que escribiría en esta vida sería Jandri.

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5 comentarios

  1. 1. Juelis dice:

    Hola!, primero antes que nada, agradecer a mis comentaristas sus comentarios. Me han servido de gran ayuda, especialmente los de LWRTL… He intentado buscar tu texto, pero no soy de encontrarlo.
    Saludos y nos leemos

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 17:53
  2. 2. ortzaize dice:

    una historia fantastica
    me ha gustado mucho, sencilla y divertida.
    gracias.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 12:32
  3. 3. Janna30 dice:

    Hola Jeulis, muy entretenido tu relato! Hasta se hace corto cuando de lo fácil que es leerlo.

    Creaste una buena atmosfera y las descripciones de la escena me parecen muy acertadas. Tocas los puntos necesarios, salvo algunas cositas que se pudieran quitar, pero en general estuvo genial.

    Los personajes hablan en su propia voz.

    Un consejo que te doy es que es un relato en el que solo hay dos personajes, que además contrastan entre ellos, uno es viejo y el otro joven, no es necesario mencionar repetidas veces sus nombres, ya que cortas el ritmo de la lectura.

    Un saludos !! Felicidades

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 20:32
  4. 4. MM Ariel dice:

    Hola Juelis. Buen relato. Buen final
    Saludos.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 23:04
  5. 5. Laia Gabue dice:

    Hola Juelis!
    De entrada gracias por dedicarle unos minutos a mi relato y por tu comentario.
    Ciertamente nuestros relatos tienen una cierta similitud, ambos hablan de lápizes mágicos y ambos tienen un final decepcionante para el protagonista. Es curioso, jeje
    Me ha gustado tu forma de describir la escena y a los personajes, creo que estan muy bien dibujados. Yo le daría una vueltecilla a los diálogos, quizás para definir un poco mejor la distinta forma de hablar del viejo y el joven, aunque tienen ritmo y són fáciles de leer.
    En general creo que esta muy bien. Enhorabuena!

    Escrito el 14 diciembre 2015 a las 21:58

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