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Crudas navidades - por escritores anónimos

Estamos a 25 de Diciembre. Desde donde estoy, escucho las risas de los vecinos. Siento su felicidad, esa que no comparto. La nieve cubre los tejados de todas las casas, ahora mismo la tormenta ha arreciado pero los estragos que ha causado están palpables en los jardines. Me encuentro sentada sobre el helado tejado de la casa de mis abuelos, se accede hasta él trepando por la minúscula ventana de la buhardilla.

Siento mi cuerpo temblar por el frío, los labios amoratados y el alma congelada por el odio de ver tales festividades. Nadie me hecha falta. Y no lo hacen por una sencilla razón. Desde que mi madre murió y mi padre me abandonó todos me tratan como un perro herido, mi abuela materna fue obligada por la ley a hacerse cargo de mí en contra de su voluntad. Nunca me quiso. Siempre fui la segunda que nunca consigue nada.

La primera vez que mentí a mi abuela fue cuando tras el entierro me preguntó:

<< ¿Qué tal estas?>> su voz sonó falsa.

<<Bien>> contesté.

Esta fue una mentira piadosa pero las demás fueron en propio beneficio: para que no supiese que era una estudiante brillante, para que nunca se enterase mis demasiadas frecuentes visitas a los botellones, mi poca habilidad de hacer amigos…

Así que aquí estoy. Deseando volverme etérea para acompañar a mi madre allá donde esté. Ella era perfecta, sincera, bella, generosa, dulce; pero me abandonó.

Desde aquí veo el bosque cercano a este pueblo incomunicado por la cota de nieve. Su verde reluce a través de la capa blanca que cubre cada copa de pinos y abetos. La extensión forestal es infinita, pero nadie la aprovecha. Dicen que está maldito. Ingenuos paletos. Si ellos supiesen lo que se pierden….

Me bajé del techo con un salto que podría haberme matado pero no lo hizo para mi desgracia. Lo último que quería era encontrarme con mi querida antecesora. Corrí por entre las calles mal asfaltadas, la iluminación era exagerada, y las farolas cegaban, rompiendo la mágica neblina invernal.

El bosque me espera con los brazos abiertos, hace años que no voy. Exactamente desde que mi madre fue enterrada en el cementerio olvidado de las afueras. El olor a naturaleza invade cada célula de mi ser, llenándome de energía, paz, tranquilidad. ¡Qué pena que esta sensación sea efímera como las frases mentirosas que salen de mi boca!

Empiezo a notar los -5ºC que se calan en mis huesos, pero continúo corriendo incansable saltando ramas, cruzando puentes y disfrutando del halo misterioso que baña todo el bosque.

Me paro al notar un crujido extraño muy diferente del de las hojas secas. Algo se ha partido. Me agacho con sumo cuidado y rebusco entre las frondas para encontrar el objeto misterioso.

Me encuentro con un deteriorado espejo que una vez fue bello y majestuoso, bañado en plata y labrado por manos expertas, fue utilizado por la mejor mujer que cruzó por este injusto mundo y ya no está. Lo sé porque Elisa Roddenberg era su dueña, y esta, era mi madre, siempre usaba este espejo, le tenía un cariño especial. Me dio pena verlo lucir tan destruido y perjudicado: el cristal se caía a pedazos, se había separado el metal, viéndose el objeto desnudo.

Quise lanzarlo lejos de mí pero fui incapaz y, a pesar de ser una mentirosa experta, no pude convencerme de que era algo que me daba igual.

— ¿Madre?—dije acariciándolo con ternura— ¿Por qué me dejaste sola?

Como es lógico nadie me respondió.

— Te hecho mucho de menos mamá — empezaron a caer por mis mejillas lágrimas.

Sentí una fuerte opresión en el pecho, me di cuenta de que me faltaba el aire. Mi llanto resonó por cada árbol, pero nadie lo escuchó. Todos estaban en sus casas divirtiéndose sin reparar en mi desazón.

Aún con gotas en mis ojos tiré el espejo lejos y corrí de vuelta al que nunca sería mi hogar. Sorteaba los obstáculos; pero no vi pasar el camión a gran velocidad por una de las carreteras principales que cruzaban el pueblo. Sentí el impacto. Y un fuerte dolor que se extendió rápidamente por mi cuerpo.

El espejo seguía en el alma del frondoso bosque, la imagen de Elisa Roddenberg se reflejó en el maltrecho cristal.

— Yo también te echo de menos —su imagen era etérea y su voz cruda— por desgracia nos vamos a encontrar antes de lo que ambas pensábamos.

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6 comentarios

  1. 1. escritores anónimos dice:

    Quiero pedir perdón por un error gramatical imperdonable, pero es que con la prisa de preparar estas fiestas he puesto “echar de menos” con h, de verdad que lo siento

    Escrito el 17 diciembre 2015 a las 20:50
  2. 2. Sara Ley dice:

    Alternas entre pasado y presente, creo que sería mejor utilizar sólo un tiempo verbal.
    Hay algo que no me encaja en el diálogo del principio. No sé, como es la protagonista la que cuenta la historia, creo que quedaría más natural escrito de otra manera.

    Me gusta la ambientación invernal y la escena en que pisa el espejo y oye el crujido. Pero me pregunto por qué estaba allí el espejo de su madre.

    Y esto ya es sólo porque me ha chocado. Dices:”Me bajé del techo con un salto que podría haberme matado pero no lo hizo para mi desgracia”, pero a renglón seguido la protagonista corre por las calles. Por lo menos debería cojear, ¿no?

    Escrito el 17 diciembre 2015 a las 23:46
  3. 3. Jose Luis dice:

    Hola
    No me gustan las comillas inglesas, para los diálogos prefiero las rayas largas.
    Es cierto que mezclas los tiempos verbales.
    Algunas frases son demasiado largas, con demasiadas comas. A veces es mejor frases más cortas y con puntos y aparte.
    Nadie me hecha falta—————–Nadie me echa en falta, o Nadie me echa de menos
    Me bajé del techo ————— me bajé del tejado
    Es un crudo relato de fantasmas, me gusta la ambientación y la trama está bien llevada hasta un final sorprendente, aunque triste.
    Un saludo

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 12:46
  4. 4. escritores anónimos dice:

    He mirado lo de los tiempos verbales tenéis razón y me lo apunto. Gracias por comentar y ¡felices fiestas!

    Escrito el 22 diciembre 2015 a las 17:52
  5. 5. Leonardo Ossa dice:

    Escritores anónimos ¿cómo va todo? no soy muy hábil para hacer comentarios técnicos, así que por lo general opino si el relato me ha gustado o no, y en este caso, la historia con su ambientación, el vocabulario y el desenlace me han generado sensaciones coherentes con lo descrito y eso me gusta mucho.
    Espero que este fin de año traiga mucha felicidad e imaginación para todos, espero volver a leer sus historias.
    Saludos.

    Escrito el 23 diciembre 2015 a las 00:10
  6. 6. escritores anónimos dice:

    ¡Muchas gracias Leonardo! Me voy a pasar a tu relato para echarle un vistazo. ¡Nos leemos!

    Escrito el 23 diciembre 2015 a las 21:55

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