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Reflejo - por NNMiguel

-¿Hacia dónde vas con tanta prisa, amigo mío?
-¡Robin! No te había visto. Me has dado un susto que ni te imaginas.
-¿Qué haces por acá a estas horas de la madrugada?
Jóse se nota nervioso, mira hacia su derecha, luego a su izquierda y agachando un poco la cabeza susurra quedamente. Robin hace un esfuerzo por escucharlo.
-¡Me he escapado de casa!
-¡No puede ser! ¿Hacia dónde vas?
-Voy al bosque de los recuerdos, al espejo de agua, cerca del poniente perfumado. ¡Necesito reencontrarme! Últimamente me pierdo cada vez que pienso en mí mismo. Me han dicho por ahí, que cuando te reflejas en el lago, te ves a ti mismo y ves además tu sombra. Y que cuando eso pasa te reúnes otra vez y ya nunca te pierdes de nuevo.
-¿Y si tan solo dejaras de pensar en ti mismo? ¿No sería más fácil? El viaje es largo, penoso. El camino está lleno de trampas, de gente deshonesta, de ladrones y mentirosos. Gentuza con la cual nadie debía estar, por su propio bien.
– Por eso voy allí, precisamente. Porque cuando me pierdo, me convierto en esa “gentuza”, soy como ellos, un descarado ladrón, un perfecto mentiroso, tan deshonesto que me doy miedo. Tanto así que mi madre y mis hermanos, deben esconder en mi presencia lo poco que tienen y cargarlo encima a toda hora.
Robin lo mira con ojos encalambrados, y mirada furtiva. Instintivamente da un paso hacia atrás poniendo algo de distancia entre ellos.
-Dios te guarde Jóse. Un consejo te doy. Cuídate de la liebre rosa, cuando llega con su cascabel al cuello, endulza tus oídos poniendote tan meloso que no puedes seguir tu camino de tanto empalago.
Jóse, sin despedirse siquiera, emprende de nuevo su viaje arrancando veloz como viento de agosto, dejando atrás una polvareda que va marcando su paso.
Pasan algunos días durante los cuales solo se detiene ocasionalmente debajo de un olivo para comer algo del pan ya duro y tomar un sorbo de vino añejo que robo de la alacena de la casa materna. Duerme una o dos horas y sin importar si es de día o es de noche, sigue imparable, por esas tierras de nadie que lo acercan cada vez más a su cita.
Pasando por un sendero empinado y difícil, ve enredada en un arbusto una pequeña mota de pelo rosado y su corazón ya de por si agitado por la carrera, casi sale de su pecho de la angustia que siente.
-¡La liebre paso por aquí, y “cate” que no la vi! – piensa Jóse, haciendo referencia a una vieja adivinanza de su tierra.
-¡Pero yo si te vi! – exclama la liebre al aparecer al frente de Jóse, haciéndole pegar tal brinco que más parecía ser él, el de las patas largas
-Jóse, José, el que nunca fue, canturrea la liebre y con palabras suaves, clavándole sus ojos negros y grandes lo envuelve en una hipnótica mirada al tiempo que hace sonar algunos romances con su cascabel… “Ven conmigo tu mundo diferente va a ser. Sin recuerdos, ni fatiga, no sabrás de ti otra vez. Cantaremos, bailaremos, jugaremos por doquier, y ni sombra de tus dudas nunca más podrás ya ver. Ven conmigo”, -repite y Jóse se siente desfallecer, del cansancio, del hambre y del adormecimiento que las promesas de la vida fácil le ofrecen.
En esos ojos se embelesa Jóse, deja su voluntad y alcanza a saborear en esa mirada, las mieles y las extravagancias de placeres mundanos, las noches sin tormentos, el ocio sin remilgos.
Pasa el tiempo sin pasar, desapercibido a su condición, y al cabo de unos años, meses o días, quien puede decirlo, el letargo se hace confusión, la música se hace estruendo, los amigos se vuelven soledad, su juventud se transforma en invierno.
Y un día cualquiera de nuevo se halla en el camino empinado, sintiendo tal desolación que intenta retomar su carrera.
Presiente que se acerca al espejo, ya está en el bosque, ya el poniente se dibuja en el horizonte, sus fuerzas no son las de siempre, sus piernas a duras penas lo sostienen; arrastrándose, viejo y decrépito por fin llega al borde mismo del estanque donde ansioso asoma su cabeza, ilusionado con este reencuentro y se topa horrorizado con la imagen clara , burlona , rosada de la liebre que se ríe maliciosa mientras él se pierde en su memoria, mezclándose además con su sombra que en el agua se tiñe también de color rosa.

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7 comentarios

  1. 1. Isan dice:

    Hola NNMiguel:

    ¡Qué jodida es la droga!

    Me ha parecido que tu relato es toda una alegoría del encuentro de un joven con la “liebre”. Cada elemento que aparece en el relato tiene su reflejo con la dura realidad de quien se mete en este mundo. Cómo esto le va transformando a pesar de las advertencias de sus amigos y cómo va deteriorando su vida hasta el punto de robar a su familia y perder la percepción del tiempo. Queda estupendamente reflejado en este párrafo “Pasa el tiempo sin pasar, desapercibido a su condición, la música se hace estruendo, los amigos se vuelven soledad, su juventud se transforma en invierno”. Me ha gustado un montón, especialmente la última frase “su juventud se transforma en invierno”. Me ha gustado y me da envidia que no sea mía. Así que me la guardaré.

    Has hecho un magnífico trabajo en el aspecto del fondo, del mensaje y de la manera de contarlo, pero respecto a lo formal es bastante mejorable. Esto parece que no tiene menos importancia, pero hace que un buen relato quede deslucido. No me refiero tanto a las faltas de ortografía –creo que sólo hay dos faltas de acento en poniéndote y en robó- como a las comas y a la acotación de espacios y pausas.

    La forma de presentar los diálogos me parece que no es muy correcta para los cánones del escritor, pero se entienden bien sin que haya confusión de personajes.

    Pondría algunos párrafos de esta forma, cambiando alguna palabra y modificando comas:

    – “Tanto es así, que mi madre y mis hermanos deben esconder de mi vista lo poco que tienen, y cargarlo encima a todas horas”
    – “Instintivamente da un paso atrás….
    – “Duerme una o dos horas y, sin importar si es de día o de noche, sigue imparable por esas tierras de nadie que lo acercan, cada vez más, a su cita”
    – “… exclama la liebre al aparecer frente a José, haciéndole pegar tal brinco que más parecía ser él el de las patas largas”
    – “…clavándole sus grandes ojos negros, lo envuelve…

    Respecto a las comas, hay más de veinte que yo cambiaría. Quitando donde hay, poniendo donde no hay y cambiando coma por punto. Me resulta muy difícil señalártelas todas, pero si tienes interés, me lo dices, rehago el relato y te lo mando. La idea de las comas es que separan frases con sentido propio pero que tienen una continuidad que no se puede separar con punto. Lo mejor es leer el escrito y fijarse en las pausas que nos indican las comas o los puntos y si lo que decimos tiene coherencia.

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 10:43
  2. 2. Isan dice:

    Vaya, doy un repaso a lo escrito y habría algo que corregir al corrector. Además se me han olvidado un par de apuntes más: Cambiaría “escucharle” por “escucharlo”. Cambiaría ojos “encalambrados” por otra expresión ya que me parece difícil que los ojos hagan tal cosa. Jóse -al contrario de José- no debería llevar acento.

    Saludos.

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 12:03
  3. 3. Isan dice:

    Quiero decir JOSE, JOSE, sin acento

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 12:05
  4. 4. dalu dice:

    Pensé un comentario y luego de leer el de Isan quedé gratamente sorprendida. Me cuesta sobremanera leer entrelíneas. Pensé que era una ficción y no se me cruzó la droga. Visto desde la prisma de este amigo debo reconocer que no hay mejor forma de describir el calvario de quien transita ese camino y su entorno. ¡Te felicito!
    Si dice “el viaje es largo”, yo seguiría “gentuza con la cual nadie debe estar”.
    Una pregunta ¿si la liebre rosa es la droga, y recién la conoce en el supuesto viaje? ¿Por qué se encuentra tan perdido antes? Es curiosidad nadan más. Me agradó y espero puedas leer el mío, el Número 65

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 15:46
  5. 5. M. H. Heels dice:

    Cuidado con la liebre rosa!! Me ha encantado, sí señor. Es una historia disfrazada de fábula pero con mucha miga. En la tercera lectura encuentras giros y matices, frases encubiertas y mensajes entre líneas que son realmente sorprendentes. Recomiendo a los lectores que no se queden en la superficie, esto da para mucho. Mis más sinceras felicitaciones.

    Por cierto, en el tema de la forma ya no entro porque ya te han dicho todo lo que hay que corregir. Dale una vuelta.

    Te invito a pasar por el mío, es el #64

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 16:00
  6. 6. Leonardo Ossa dice:

    Hola NNMiguel ¿cómo vas? nos has presentado un muy buen relato, con mucho contenido, bien ambientado, buen vocabulario y un final que leído en toda su dimensión, resulta estremecedor.
    Que tengas un fin de año muy feliz y un nuevo 2016 con mucha creatividad.
    Saludos.

    Escrito el 24 diciembre 2015 a las 03:55
  7. 7. Isan dice:

    Hola NNiguel:

    Con gusto te envío tu relato con las correcciones que me han parecido oportunas en cuanto a puntos y comas. Ten en cuenta que únicamente es cómo yo lo habría hecho y que esta corrección puede contener gazapos.

    -¿Hacia dónde vas con tanta prisa, amigo mío?
    -¡Robin! No te había visto. Me has dado un susto que ni te imaginas.
    -¿Qué haces por acá a estas horas de la madrugada?
    Jóse se nota nervioso, mira hacia su derecha, luego a su izquierda y agachando un poco la cabeza susurra quedamente. Robin hace un esfuerzo por escucharlo.
    -¡Me he escapado de casa!
    -¡No puede ser! ¿Hacia dónde vas?
    -Voy al bosque de los recuerdos, al espejo de agua, cerca del poniente perfumado. ¡Necesito reencontrarme! Últimamente me pierdo cada vez que pienso en mí mismo. Me han dicho por ahí, que cuando te reflejas en el lago, te ves a ti mismo y ves además tu sombra. Y que cuando eso pasa te reúnes otra vez y ya nunca te pierdes de nuevo.
    -¿Y si tan solo dejaras de pensar en ti mismo? ¿No sería más fácil? El viaje es largo, penoso. El camino está lleno de trampas, de gente deshonesta, de ladrones y mentirosos. Gentuza con la cual nadie debía estar, por su propio bien.
    – Por eso voy allí, precisamente. Porque cuando me pierdo, me convierto en esa “gentuza”, soy como ellos, un descarado ladrón, un perfecto mentiroso, tan deshonesto que me doy miedo. Tanto así que mi madre y mis hermanos, deben esconder en mi presencia lo poco que tienen y cargarlo encima a toda hora.
    Robin lo mira con ojos encalambrados, y mirada furtiva. Instintivamente da un paso hacia atrás poniendo algo de distancia entre ellos.
    -Dios te guarde Jóse. Un consejo te doy. Cuídate de la liebre rosa, cuando llega con su cascabel al cuello, endulza tus oídos poniéndote tan meloso que no puedes seguir tu camino de tanto empalago.
    Jóse, sin despedirse siquiera, emprende de nuevo su viaje arrancando veloz como viento de agosto, dejando atrás una polvareda que va marcando su paso.
    Pasan algunos días durante los cuales solo se detiene ocasionalmente debajo de un olivo para comer algo del pan ya duro y tomar un sorbo de vino añejo que robo de la alacena de la casa materna. Duerme una o dos horas y sin importar si es de día o es de noche, sigue imparable, por esas tierras de nadie que lo acercan cada vez más a su cita.
    Pasando por un sendero empinado y difícil, ve enredada en un arbusto una pequeña mota de pelo rosado y su corazón ya de por si agitado por la carrera, casi sale de su pecho de la angustia que siente.
    -¡La liebre paso por aquí, y “cate” que no la vi! – piensa Jóse, haciendo referencia a una vieja adivinanza de su tierra.
    -¡Pero yo si te vi! – exclama la liebre al aparecer al frente de Jóse, haciéndole pegar tal brinco que más parecía ser él, el de las patas largas
    -Jóse, José, el que nunca fue, canturrea la liebre y con palabras suaves, clavándole sus ojos negros y grandes lo envuelve en una hipnótica mirada al tiempo que hace sonar algunos romances con su cascabel… “Ven conmigo tu mundo diferente va a ser. Sin recuerdos, ni fatiga, no sabrás de ti otra vez. Cantaremos, bailaremos, jugaremos por doquier, y ni sombra de tus dudas nunca más podrás ya ver. Ven conmigo”, -repite y Jóse se siente desfallecer, del cansancio, del hambre y del adormecimiento que las promesas de la vida fácil le ofrecen.
    En esos ojos se embelesa Jóse, deja su voluntad y alcanza a saborear en esa mirada, las mieles y las extravagancias de placeres mundanos, las noches sin tormentos, el ocio sin remilgos.
    Pasa el tiempo sin pasar, desapercibido a su condición, y al cabo de unos años, meses o días, quien puede decirlo, el letargo se hace confusión, la música se hace estruendo, los amigos se vuelven soledad, su juventud se transforma en invierno.
    Y un día cualquiera de nuevo se halla en el camino empinado, sintiendo tal desolación que intenta retomar su carrera.
    Presiente que se acerca al espejo, ya está en el bosque, ya el poniente se dibuja en el horizonte, sus fuerzas no son las de siempre, sus piernas a duras penas lo sostienen; arrastrándose, viejo y decrépito por fin llega al borde mismo del estanque donde ansioso asoma su cabeza, ilusionado con este reencuentro y se topa horrorizado con la imagen clara , burlona , rosada de la liebre que se ríe maliciosa mientras él se pierde en su memoria, mezclándose además con su sombra que en el agua se tiñe también de color rosa.

    Vaya, en el corta y pega me ha cambiado todos los JOSE por JOSÉ. Yo quería poner como en el original Jose.

    Feliz solsticio.

    Escrito el 29 diciembre 2015 a las 16:46

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