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El espejo y el bosque - por Rinconillo y Cortadete

Alicia había estado dormida todo ese tiempo, un tiempo de pesadillas. La encontraron todavía inconsciente tras haber sido maniatada y abandonada en el bosque por aquel perverso hombre que, al menos, tuvo piedad de ella y no le arrancó el corazón. Al despertar en el hospital, el amargo veneno del brebaje emponzoñaba su memoria y le impedía recordar. Por eso su mente, desleída en ella la pócima que utilizaron para envenenarla, no era capaz de verse a sí misma ni retenía siquiera destellos visibles de lo que le había ocurrido.
Su imagen, hasta que la abandonaron en el bosque, la que se reflejaba en el espejo del dormitorio de su madrastra, era la de una niña dulce y sumisa. La niña que fue educada para reír las bromas de papá, jugar a esconderle su periódico, o permanecer quieta, muy quieta, haciéndose la muerta en la cama y soñar sueños de infanta que jugaba con la corona de papá mientras se sentía acariciada por otras manos menos atrevidas, menos crueles.
Luego, sola en el bosque espantoso del miedo y de la angustia en que acabaron sus sueños de princesa, trascurrido ese tiempo impenetrable en el que estuvo oculta entre duros arbustos y troncos rezumantes de helechos se derramaban en la tierra húmeda sobre la que la depositaron, sus recuerdos fueron desapareciendo. Su mente se había roto para no reflejar la negra verdad escondida en el interior, el azogue bajo el pulido aspecto exterior.
Por eso su primer contacto con los hombres fue dramático. Su imagen, enmarcada en la pantalla de aquella pequeña cámara que le situaron delante, era de una incómoda crueldad. No se reconocía en la chica de cara manchada, en los sucios cabellos largos y enredados con ramas y hojas, en su ropa ajada y rota. En unos ojos muy negros rodeados de un halo de tristeza que los sumían en hondas simas y abultadas ojeras. No podría reconocerse en aquella figura ni su memoria le devolvería la identidad que se había fragmentado en su cerebro dañado por las drogas.
La vieron los médicos: habitaciones blancas, sábanas de papel en camillas duras, olores penetrantes y desagradables, luces que escudriñaban en el fondo de sus ojos y rayos invisibles que desvelaban su cuerpo. Pero no pudo abrir su yo para que lo analizase aquel hombre atento que la interrogaba para ordenar sus sueños, esos de los que no había sido consciente. La cuerda de finos cabos anaranjados con la que le habían atado las manos no le trajo ningún recuerdo. Ni la casa donde habitó con sus padres. Ni sus compañeros del colegio. Solo tenía presente el bosque donde alguien la habían dejado dormida y donde había despertado sin recuerdos, inmersa en la realidad ficticia que reflejaba el mentirosos espejo de su mente.
Miente el espejo cuando refleja el bosque sin límites, la lluvia blanda y dulce, sin acidez; los animales creciendo sin trabas, no amenazados por los comerciantes; las tribus indígenas de idílica mirada incontaminada; la madera olorosa de troncos intactos y vigorosos respetada por los dientes de acero, de ruido y de furia, de las máquinas. Miente cuando creemos que el hombre no mata, no viola, no roba. Miente su mente cuando no refleja a su padre y a su madrastra mientras la desnudan, la acarician y le dan aquella bebida que la sumía en unos sueños inquietantes en los que anhelaba placeres sólo desvelados a medias, ignorados en su total realidad pero ya ansiados.
Afortunadamente, hasta el centro de reposo no llegó el barullo del juicio, la repercusión mediática de las acusaciones contra sus padres, las pruebas del fiscal que demostraban los abusos a que la sometían mientras estaba drogada. Tampoco llegó la sentencia. Siquiera fue consciente de que ya no tenía en todo aquel centro psiquiátrico espejo alguno y de que sus padres ya no podrían engañarla más. Ella estaba perdida y bloqueada, pero debía buscar en sus recuerdos el reflejo de su vida pasada, tan impenetrable como un bosque. Un bosque tenebroso del que, con ayuda, debería salir algún día. Si fuera capaz de llegar al otro lado del espejo y descubrir lo sucedido, enfrentarse a ello para superarlo, podría descubrir las caricias de amante enamorado, aquellas soñadas y tan distintas a las que había conocido. Si Alicia pudiera.

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7 comentarios

  1. 1. Caciba dice:

    Muy impactante tu relato. Creo que hay que leerlo despacio y varias veces para valorar todo lo que dices, que es mucho. Cada lectura me ha hecho pensar sobre algún aspecto del tema que, por desgracia, no es ficción. Has descrito muy bien la situación y el final me ha emocionado: las caricias que debería haber tenido.
    Muy bien escrito y has abordado el tema con mucha sensibilidad. Sin duda, volveré a leerlo.
    Enhorabuena, genial.
    Un saludo,

    Escrito el 17 diciembre 2015 a las 21:52
  2. Maravilla de frase “Miente el espejo cuando refleja el bosque sin límites….” Me recuerda lo que podría haber sido la vida de Asunta Basterra, en un bosque del que debería salir con la ayuda profesional enfrentando sus miedos. Muy buen relato con la mezcla de realidad y fantasía. Felices fiestas.

    Escrito el 19 diciembre 2015 a las 11:10
  3. 3. Manoli VF dice:

    Suscribo los anteriores comentarios de los compañeros. Tu historia, desafortunadamente,tiene muchos visos de realidad y la perspectiva desde la que narras nos sitúa sin excusas en lo que subyace, en esa mirada interior que se tiende a evitar. No es un relato fácil de abordar. Mi respeto por el análisis que planteas.

    Saludos y felices fiestas.

    Escrito el 19 diciembre 2015 a las 18:17
  4. 4. Rinconillo y Cortadete dice:

    Gracias por vuestros comentarios. Es cierto que me surgió un relato que refleja ese caso, pero traté de que fuese algo genérico, y pensé en las consecuencias sobre la mente en caso de sobrevivir. Felices Navidades a todos.

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 12:54
  5. 5. Leonardo Ossa dice:

    Hola Rinconillo, me ha parecido un texto excelente, muy bien escrito, nada que señalar sobre ese aspecto. La atmósfera creada, el vocabulario utilizado y el desarrollo de la idea son los adecuados. Creo que es la primera vez que te leo, así que un placer por este encuentro y que tengas unas felices fiestas de fin de año.
    Un abrazo.

    Escrito el 21 diciembre 2015 a las 22:19
  6. 6. Oda a la cebolla dice:

    ¡Hola, Rinconillo y Cordatede! Dramático relato, bien tratado y desarrollado. Pocos errores saltan a la vista: algún acento que falte y, quizás, recortar alguna frase. Por lo demás, lo veo muy bien. Usas un léxico rico, lo cual siempre es de agradecer. Me gustó bastante cómo lo plasmaste. Un saludo y ¡Felices Fiestas! Buenas tardes.

    Escrito el 24 diciembre 2015 a las 14:07
  7. 7. beba dice:

    Hola, Rinconete:
    Un relato sorprendente y conmovedor. Muy bueno tu manejo del ritmo y del lenguaje.
    Como a Ilarguia, a mí también me impactó la construcción de la mentira: soberbia.
    Felicitaciones, y buenos augurios para el 2016.

    Escrito el 1 enero 2016 a las 18:49

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