La Sicologa - por Bernardo de Jesus Hernandez Torres

LA SICOLOGA

Ella, al cabalgar frenéticamente sobre su esposo, dejaba volar su imaginación, encontrando en sus fantasías el orgasmo que no llegaba nunca, luchando contra un sensual cuerpo que se negaba a reaccionar de acuerdo a sus más íntimos deseos.
¿Qué me pasa, por qué mi cuerpo no reacciona como el de cualquier mujer, que encuentra la satisfacción sexual en un amoroso encuentro?
Teniendo en mente estas inquietudes, resolvió abrir consulta como una forma de escapar de estas sensaciones, sabiendo que el trabajo es la mejor terapia para cualquier conflicto de índole personal, pero no esperando atender casos interesantes dados las características de la sociedad a la que le correspondía atender.
Ser Psicóloga en una ciudad como aquella, no significaba ningún reto profesional. Todo estaba previsto, parecía que la gente funcionaba de acuerdo a un Plan Maestro o un destino escrito donde campeaba la normalidad conductual.
Era una ciudad donde se combinaba lo práctico con lo esperado y esto a su vez con lo deseado, así la vida transcurría en una aparente monotonía, sin conductas inusuales, ilógicas e inesperadas, que parecía no tener cabida ni siquiera en la mente de aquellos extraños lugareños, a su manera de ver y esperar del comportamiento humano.
Sin embargo, había algo que no encajaba y quizás fuese ella misma, que no podía entender como las teorías de desarrollo de personalidad, interacción, conflictos, escapes y terapias, no tuvieran vigencia en aquella sociedad de excepción por lo cual se auto analizaba tratando de sacar conclusiones que le diera las respuestas que necesitaba, entendiendo al fin, que aquella normalidad conductual, si podía constituir el verdadero reto profesional que había creído no ver.
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Estaba convencida de su vocación por la Psicología, debido en parte a la herencia familiar y a la educación recibida, en un ambiente con fuertes motivaciones hacia el desarrollo mental y el respeto por la poderosa fuerza de la mente.
Su padre, también Psicólogo, le mostró desde pequeña que las respuestas están dentro de cada individuo, que conceptos tales como la moral y la felicidad, no están en muchas ocasiones, una al lado de la otra y que tampoco existen fuera de la mente de cada uno, pero que existe una relación bilateral de causa y efecto entre el cuerpo y la mente.
Su madre, un ser netamente espiritual, le había inculcado la necesidad de establecer comunicación consigo misma, en una especie de introspección permanente, donde el concepto ideal de Dios, estaba dentro de cada persona, completando así, un panorama claramente definido de la supremacía de la mente sobre cualquier otro concepto materialista o corporal.
Todo esto la llevó desde muy temprana edad, a tener conciencia de sí misma y a interpretar o por lo menos tratar de interpretar sus reacciones y sentimientos desde su propia perspectiva pero como ser independiente y final de su herencia y aprendizaje, no desestimó nunca sus sensaciones, urgencias y necesidades físicas.
Con su actual esposo José Miguel Rodríguez, se conoció en la Universidad y fue como el complemento lógico para ella, dado que él, escogiendo Medicina Legal, se inclinaba más a la investigación objetiva netamente física de las causas posibles de la muerte de personas, engendrando en ella una re afirmación en su concepto de la Psicología como la sumatoria de todas las ciencias.

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Su vida sexual estaba signada por la objetividad y falta de creatividad de su esposo, para quien el sexo era práctico y diseñado para procrear
Y precisamente fue la especialidad de su esposo, la que los llevó a esta ciudad donde aceptó el cargo de Médico Forense, cómodo en su ejecución, porque las causas de mortalidad también parecían estar de acuerdo a lo esperado en la comunidad.
Su primera consulta fue el Licenciado Joaquín Jiménez, Director del Colegio Mixto Superior o de Segunda Enseñanza como lo llamaban.
Tenía que ver con una propuesta de crear una consulta externa a nivel estudiantil que fuese en apoyo de la Psicopedagoga, la señora Gutiérrez, quien se sentía desarmada ante la ola de problemas que se presentaba con los estudiantes. Los cuales iban desde la deserción continuada hasta el abandono total, pasando por uso de drogas, sexo precoz, matoneo o bullying y una evidente indiferencia por el estudio.
Le prometió al Licenciado, una entrevista con la señora Gutiérrez para coordinar las acciones pertinentes.
Despidiendo al Licenciado, casi tropezó con una mujer joven muy bella y agitada.
_Disculpe, dijo la mujer y enseguida preguntó si ella era la doctora Claudia Sotomayor.
_Si soy yo, en que le puedo servir?.