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Dedicado con odio a una madre castradora - por Saldivia

Web: http://saldivia.blogspot.com

Lo peor no era el dolor, que desde muy niño aprendí a soportar estoicamente, aunque no siempre pude contener el llanto.

Lo peor no era el galimatías italocastellano en el que se mezclaban insultos, humillaciones, recriminaciones y sobre todo, prohibiciones; en una especie de dialecto peculiar que, fuera del contexto de la violencia doméstica sonaba risible, pero que en mi vida personal marcaba el apogeo de mi frecuente rol como saco de boxeo en donde descargar la frustración de una vida estrecha y cartabónica.

Aunque parezca, tampoco era lo peor el invariable sabor salado de la mezcla de sangre y lágrimas que se filtraba en mi boca desde la escoriación que el enorme anillo de granates, parte indisoluble de la mano de mi madre, me producía cuando esta me abofeteaba si se daba cuenta que mi mente divagaba por Mesopotamia, Bali, el planeta Trántor o cualquier lugar real o ficticio a miles de kilómetros o a cientos de años de donde se hallaba mi cuerpo en los frecuentes encuentros de violencia doméstica de predecible resultado e invariable asunción de los roles de verdugo y víctima.

Estoy casi seguro de que lo peor para mí era la inacción y la impotencia tangible y respirable de mi padre y de mi hermana mayor, con sus mudas miradas llenas de conmiseración, de pacata solidaridad, de un miedo como de eunuco a ofender la sacrosanta majestad del matriarcado que imperaba en casa. Con notoria exoftalmia, como quien ve un film de Saura o de Buñuel, contemplaban silentes el despliegue del catálogo de expresiones físicas con el que, según el razonamiento maquiavélico de mi madre, se debía corregir y educar a los hijos; expresiones descritas con gran acuciosidad en nuestro idioma y que reciben sonoros nombres (y multitud de variables regionales) como golpiza, tortazo, cachetada, coñaza, hostia, capirotazo, castaña, coscorrón, morrada, carajazo, zaparapanda, bofetón y muchos otros; ninguno de los cuales describe a cabalidad la sensación de abandono y de destrucción de la lógica que se da cuando el ser que hace media hora se dedicaba con esmero a su misión natural de amarte y protegerte; te hace daño, te inflige dolor, te veja y te reduce a una condición anímica despreciable.

Así ocurrió el domingo en que, exultante de entusiasmo, me preparé para interpretar un pequeño concierto de flauta dulce con motivo del día de la madre. Tendría a la sazón siete u ocho años, y mis clases de música venían progresando bien, de modo que ensayé obsesivamente “madrecita del alma querida” hasta que quedase perfecta. Me paré entonces al lado del tótem más importante de mi hogar en aquella época: el gigantesco televisor de tubo catódico en blanco y negro, lugarteniente fiel del matriarcado que desde una esquina de la sala se encargaba de mantener a la familia hipnotizada, quieta y (muy importante para la matriarca) controlada. Me tomé el atrevimiento de bajar el volumen de ese objeto de culto siempre encendido, para que se escuchasen las notas de mi melodía, e ignoré los murmullos de molestia y la cara de desagrado de mi parentela, que se encontraba conectada con la para ellos interesantísima trama de “Por un puñado de dólares” o cualquier otro de los “spaghetti western” que constituían el menú único de los canales de TV los domingos por la tarde.

A medio recital, mi codo tropezó el florero barato que contenía una rosa de tallo largo aportada por mi hermana, derramándose el agua sobre las entrañas de lo que alguien llamo “el huésped alienante”, con lo que el mismo se quemó en el acto. Permanecí tan firme como pude en mi empeño de culminar la pieza entera, pero me fue imposible evitar los baches en la interpretación, cada vez que un correazo, un directo de derecha o una certera cachetada me obligaban a expulsar de los pulmones más aire del debido, arruinando la modulación del instrumento. Además, las lágrimas que resbalaban hasta la flauta taponaban sus agujeros y deformaban las notas. De modo que al final solo quedó la retahíla imprecatoria de mi madre, empoderada en su investidura de todopoderosa matriarca, pontificando en oleadas a media lengua sobre uno de sus temas preferidos: Mi torpeza.

A la sazón, sin embargo, yo aún no había experimentado el filo frío de la castración, que lentamente te emascula corroyendo tu voluntad, tu energía y tu ánimo hasta transformarte en un pelele. Lo peor estaba por venir.

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16 comentarios

  1. 1. pato dice:

    Hola Saldivia.
    Tu texto es desde luego intenso, en la historia, en la crudeza con que lo describes, en el lenguaje que utilizas. La escena en la que toca la flauta es desde luego desgarradora, La precisión en tu descripción es muy llamativa.
    El relato fluye bien, aunque he de decirte que para mi gusto el lenguaje que utilizas es un pelín rebuscado, excesivo, palabras como:emascula,cartabónica o exoftalmia, interrumpen la lectura porque el lector las desconoce, no sé yo cuantos de cada cien lectores conocerán el significado de estas palabras.
    En cualquier caso tu relato conmueve, estremece.
    Felicidades porque tu texto transmite mucho y muy bien.

    Escrito el 17 febrero 2016 a las 18:44
  2. 2. Iago dice:

    Hola.

    Tu relato me ha dejado sin muchas palabras, en el buen sentido, aunque, como dicen en el comentario de arriba, utilizas un lenguaje muy rebuscado, en alguna ocasión me vi obligado a buscar algún término para enterarme bien.
    Por otro lado la narración es muy fluida y me ha dejado con ganas de mas. Y el hecho de narrarlo en primera persona es simplemente brillante ya que ayuda al lector a empatizar con el personaje, algo que no pasaría con un narrador omnisciente y disminuiría con una tercera persona observadora de los acontecimientos (el padre por ejemplo).
    Buen trabajo y a seguir escribiendo.

    Te invito a pasarte por mi relato, es el 219.

    Un saludo

    Escrito el 17 febrero 2016 a las 19:08
  3. 3. Frida dice:

    Hola Saldivia. Un texto intenso, tal y como apuntan los compañeros. Cargado de dramatismo y tensión. Mucho sentimiento desgarrador. Al igual que ellos me he quedado sin palabras, debido al rechazo que una madre así me suscita, quizá también la impasibilidad del padre, no de la hermana, que quizás sea pequeña, sino del padre, el único que podría hacer algo para evitar que el protagonista creciese en un ambiente tan negativo y devastador para su yo futuro. Educar con sangre y maltrato psicológico, es algo que me conmueve por la víctima, pero que me hierve la sangre por parte del maltratador y de todos aquellos que lo ven y no hacen nada. Desgraciadamente es un tema muy real y tangible. Muchos son y eran sobre todo, los infantes que vivían estas vejaciones en sus casas.

    Si lo que pretendías era conmover y remover el interior del lector, te juro que lo has conseguido. Y por cierto, casi me alegro de no tener que leer la continuación de este texto, pues no sé cómo podría vivir la lectura de la castración, pero probablemente no me lo tomaría muy bien.

    Escrito el 17 febrero 2016 a las 19:26
  4. 4. Saldivia dice:

    Pato, lago, Frida, gracias por sus comentarios. Reconozco mi tendencia a usar palabras rebuscadas, es algo que me he propuesto corregir (incluso en mi trabajo me hacen bromas por ello). Me alegra el haber logrado mi cometido de poner en el tapete un tema terrible, que últimamente ha sido un poco opacado por otras conductas (también terribles) como la violencia de género. Se habla poco últimamente de la violencia maternal, de modo que me pareció casi necesario escribir sobre ella. Que además, es un tema que me toca muy, pero muy de cerca.
    Por cierto, mejoré la portada, puede verse aqui:

    http://imageshack.com/a/img922/9562/0tGrFh.jpg

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 00:41
  5. 5. Coral Mané dice:

    ¡Hola Saldivia!
    Me llamo muchísimo la atención la portada que habías creado para tu novela, así que en cuanto he visto tu nombre, me he animado a leerla.
    Al igual que a mis compañeros, a mí también me ha impactado mucho el relato. Es conmovedor y te transmite muchísima tristeza y ternura por el pobre niño. Difiero con los demás comentaristas en el aspecto de las palabras rebuscadas. A mí me ha gustado el toque que le dan y además, es tu estilo personal y opino que no tendrías por qué cambiarlo.
    Aunque la lectura es bastante ágil, no me habría importado que rondará por ahí algún diálogo, aunque sea solo de los insultos de la madre, para que todo no sea tan “monologado”.
    A mí sí me apetecería leer la continuación, pero espero que se trate de una castración metafórica y no física, porque si no…¡Arrrgg!
    Te invito a pasarte por mi relato, el 189.
    ¡Un saludo!

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 07:52
  6. 6. Caciba dice:

    Hola, Saldivia.

    Ante todo, siento mucho que este horrible tema te toque de cerca. Hay varias maneras de robar la infancia a un niño, y ésta es terrible. El sentimiento que un “peque” debería despertar en cualquier adulto es el de instinto de protección, y en los padres muchos más sentimientos. Es un relato duro, me parece que está perfectamente narrado. Sigue con tu vocabulario (que por leerte estoy ampliando el mío, jeje), es tu “marca de la casa”.

    Me ha parecido muy bueno en todos los sentidos.

    Por cierto, usé “acendrado”. Lo que ya no sé es si podré usar alguna vez: ”

    Un saludo. Enhorabuena.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 14:58
  7. 7. Don Kendall dice:

    Hola Saldivia, Me gusta el relato. El lenguaje sobrecargado puede definir al personaje narrador si de eso se trata. Si como dices en un comentario es una característica “defectuosa” del autor, ya no estoy tan seguro que funcione. Sobre todo si la novela es larga y van apareciendo más personajes que también necesitarán su lenguaje característico.
    Como lector hay algo que me hecha fuera, el personaje dice : Lo peor no es esto, ni aquello , ni esto otro durante tres párrafos. En el cuarto párrafo muestra lo que es lo peor (casi seguro) e introduce a los nuevos personajes, que se diluyen como azucarillo en café caliente a la segunda línea. Al final parece que eso no era lo peor. Lo peor queda por venir. Cuando suceden estas cosas el lector se siente un pelín engañado. Es una pena, porque el relato puede dar de sí. Hay fuerza y hay un personaje fuerte (¿cómo es la relación con los otros?) . Como Coral Mané creo que hubiese venido bien algún diálogo en ese cuarto párrafo donde se relata LO PEOR y así conoceríamos en qué consiste.
    Y ya por último , las frases largas y complicadísimas, como el segundo párrafo por ejemplo, de puro retorcidas, acaban sonando mal. Cuesta leerlo de un tirón. Eso saca al lector, sobre todo si es un primer capítulo.
    En resumen, hay un gran potencial en la historia, por eso merece la pena pararse un poco y sacarlo a luz. En mi opinión tal como está escrito no se percibe bien.
    Gracias por compartir tu escritura. Un abrazo

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 19:55
  8. 8. Vespasiano dice:

    Hola Saldivia:
    Tu amargo relato no me ha quitado sin embargo la sonrisa al leer: “A medio recital, mi codo tropezó el florero barato que contenía una rosa de tallo largo aportada por mi hermana, derramándose el agua sobre las entrañas de lo que alguien llamo “el huésped alienante”, con lo que el mismo se quemó en el acto”.
    Gracias también porque he aprendido el significado de “exoftalmia” y “emascula”.
    Sin embargo me ha parecido excesivo tantas acepciones para una “hostia” mal dada.
    Por otro lado veo en tu relato que la madre castradora tenía momentos de ternura, lo que me hace pensar que la señora tuviera un punto o trastorno “bipolar”.
    También veo repetida algunas veces la palabra “matriarcado” o “matriarca”.
    El lenguaje me ha parecido rico y muy descriptivo de tal manera que te mete dentro del ambiente familiar.
    Enhorabuena.

    Escrito el 18 febrero 2016 a las 20:09
  9. 9. Janna30 dice:

    Hola Saldivia 😀

    Gracias por pasar a mi relato y comentar.

    Que buen inicio para una novela. Te felicito!

    Sentí hasta miedo de la malvada madre y pena por este chico protagonista. Las descripciones que usaste son muy acertadas. Transmites emociones y llevas al lector a sentirse metido en las situaciones del chico. El ritmo lo mantienes y lo aceleras en el clímax creando un buen efecto.

    El final con cliffhager logra muy bien el efecto deseado en la frase final “Lo peor estaba por venir”.

    Quizás, como ya te mencionó un compañero, podrías introducir un diálogo para conocer mejor de la matriarca y dejar que el lector saque sus propias conclusiones.

    De nuevo felicidades !

    Un abrazo

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 00:04
  10. 10. Paracelsus dice:

    Me ha gustado mucho tu relato, y en verdad da algo de miedo esta madre a la italiana. El relato fluye con facilidad, con lo ya observado, de algunos términos algo rebuscados. Pero definitivamente queremos saber mas de la historia.

    Felicidades

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 01:15
  11. 11. Saldivia dice:

    Gracias a todos por sus comentarios y aportes, siempre se aprende, y la idea es seguir mejorando. Tal vez un día termine de escribirlo, aunque este capítulo 1 creativamente no tiene mucho mérito (memorísticamente si), probablemente en los capítulos subsiguientes podría darle aliciente a mi imaginación y recrear situaciones hipotéticas.

    Por cierto (y no lo digo por necesidad de justificarme) el uso de palabras inusuales nace de un gusto y un disfrute extremo por la sonoridad de ciertas palabras, que una vez que leo, me incitan a usarlas en algún escrito, valiéndome del nivel diferenciado que tradicionalmente posee el lenguaje escrito con respecto al oral.

    ¡Un cordial saludo!

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 01:18
  12. 12. Dianet dice:

    Hola Saldivia

    Puedo decirte que a mí me gusto este primer capítulo. Asombrada por cada palabra que leía, algunas nunca había escuchado, ya no se expresa uno así en la sociedad, y para esos estamos nosotros para recordarlo por lo tanto enhorabuena y ademas cumples con el reto, esa ultima frase deja mucho que pensar en la historia. Un saludo.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 09:58
  13. 13. Earendil dice:

    Hola Saldivia:
    Cuando vi la primera presentación de la portada de tu hipotética novela, ya te comenté que se percibía un relato truculento y, desde luego, cumple todas las expectativas.
    Aún no he podido visitar muchos relatos este mes, pero, con diferencia, este destaca sobre todos los demás.
    Es duro, conmovedor, denso y, sobre todo, toca fondo en el corazón, y eso que a mí me van las historias siniestras.
    En cuanto a la forma poco más puedo añadir a los comentarios anteriores. Personalmente me gusta como ha quedado sin diálogos. Creo que el incluirlos hubiese dado al relato un tono mal sonante, pues simplificar en un insulto toda la maldad que destila la pérfida de su madre, hubiese sido una difícil tarea, que has logrado muy bien con tu rico lenguaje.
    Si a algo tengo que sacarle un pero es a la estructura de algunas frases, demasiado largas y rebuscadas.
    Me alegro haber pasado por aquí.
    Un saludo y gracias por la visita a mi relato.

    Escrito el 19 febrero 2016 a las 23:07
  14. 14. Leonardo Ossa dice:

    Hola José Saldivia, muchas gracias por haber visitado mi texto y haber reconocido en él a mi ciudad natal Medellín.
    Tu relato me ha conmovido. Pienso que la escritura es un ejercicio perfecto para “elaborar” el remedio de algo que en algún momento nos ha dejado huella. Me gusta mucho tu manera de expresión escrita y la riqueza en el vocabulario. Espero seguir leyendo tus participaciones en este o el blog “Saldivia Escribe”
    La historia que escribí para este mes y que he llamado “El indigente” surge a partir de un verdadero testimonio de vida que el protagonista del relato me contó en 1986.
    Con frecuencia escucho “Radio Caracas Radio” o “Unión Radio Noticias” porque me duele la situación de Venezuela. Me parece que a través del tiempo hemos padecido o gozado situaciones similares, que muy seguramente saldrán expuestas en nuestros relatos.
    Me agrada mucho haberte leído.
    Un abrazo.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 01:30
  15. 15. Miriam Torres dice:

    Hola Saldivia.

    Tu texto me ha angustiado, lo cual es bueno. Creo que un relato tan duro como este debe producirte algún sentimiento; si no lo hace, son meras palabras vacías.

    Describes muy bien la dureza de esa relación destructiva de la madre hacia el hijo y la situación de sumisión del resto de la familia. Coincido en que el léxico que empleas es un tanto rebuscado. Quizá con palabras más directas aumentaría el efecto que produce.

    Estaré pendiente de leer más publicaciones tuyas por aquí, porque me ha impresionado.

    Muchas gracias por comentar mi texto. Viendo el tuyo es un honor.

    Escrito el 20 febrero 2016 a las 16:15

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