Jugando con el pasado - por Nora Mai

Me ha tocado un viaje a Italia para dos personas. “Una semana para descubrir la Italia romántica”.

Aún no me lo puedo creer. Siempre pensé que los concursos estaban amañados y que el premio los recibía algún conocido del organizador. Así que tras recibir la llamada de una amable señorita para informarme sobre el premio, mi yo interior incrédulo y desconfiado, corrió a internet, y sí, ahí estaba mi nombre, en primera plana de la web de la empresa, bajo el título de “la afortunada ganadora de nuestro romántico viaje”.

“Vamos a pedir unas pizzas”, “no, mejor comida mexicana”, “mejor abro unos canelones que tengo en el congelador y listo”. Acababa de romper con la que había sido mi pareja durante los diez últimos años; y ¿Para qué están las amigas sino para apoyarnos en estos momentos? Pues nada, los canelones tenían premio y ¡Vaya premio!

Quizás no me lo esté tomando con la alegría que debiera… Mis pensamientos me suenan sarcásticos incluso a mí. Pero es que no deja de ser irónico que me toque este viaje a mí, que nunca he jugado a ni un solo euro a la lotería, justo en este momento de mi vida, cuando el romanticismo acaba de esfumarse como por arte de magia con un “doble al cuadrado”, se va con una chica el doble de joven y el doble de guapa.

Bueno, si he de ser totalmente sincera conmigo misma el romanticismo desapareció de mi vida hace bastantes años.

¡Miren, en tu vida nunca ha habido romanticismo! – mi amiga Anne es única consolando, nunca le gustó mi pareja – Jon nunca te mereció. Ni te ha valorado, ni te ha querido como tú te merecías. Esto es lo mejor que te podía haber pasado.

Seguramente tiene razón, hace tiempo que nuestra relación se asemejaba más a la de dos compañeros de piso, todo rutina, sin grandes emociones, sin grandes momentos de pasión… pero escuece, y cómo, la deslealtad de la persona con la que has compartido tanto en tu vida.

¡Vaya suerte! – mi amiga Anne lo ve todo muy sencillo- Venga, prepara tu maleta que nos vamos tú y yo a hacer ese romántico viaje por Italia. Ni peros ni paras, no te podía haber tocado el viaje en mejor momento. – Nadie como mi amiga para convertir los problemas en oportunidades.

“Señores pasajeros del vuelo 3785 de Alitalia con destino a Roma por favor embarquen por la puerta 5”
Ya está, no tiene vuelta atrás, estoy en mi apretado asiento al lado de mi amiga Anne, dispuesta a pasar 7 maravillosos (que no románticos) días en Italia.

Vamos Nora, deja de moverte en el asiento y estate quietecita que ya verás que el vuelo va a ser tranquilo. – Nunca me ha gustado volar y se me nota. Por más que lo intento no puedo tener los pies quietos y estoy dejando cercos en la tapicería del reposa-brazos de lo que me sudan las manos.

Anne y yo somos amigas desde que teníamos 2 años. “Cuando aún no andabais ya os saludabais desde los carros” nos han dicho siempre nuestras madres. No recuerdo un período de mi vida donde Anne no haya estado presente, para lo bueno y para lo malo. Llevamos 38 años compartiendo más que muchas hermanas así que sí, creo que tiene razón al decir que nos merecemos este viaje a Italia por nuestros 40 años.

¿Has visto a ese chico del otro lado del pasillo? Creo que me está mirando. – Anne no lo puede evitar, le gustan los hombres y le gusta gustar a los hombres. Con su metro setenta de estatura, su larga melena rubia y su escultural figura atrae las miradas de todos los hombres a cincuenta metros a la redonda. – ¡Es guapísimo!

Pero porqué no despega de una vez este maldito avión. Hace 20 minutos que teníamos que haber salido.

Señores pasajeros, disculpen la demora. Procedemos a despegar de inmediato, por favor tomen sus asientos y abróchense los cinturones.

Por la puerta acaba de entrar un último pasajero. A pesar de que estoy a 10 filas de él reconozco la voz al instante. Un escalofrío recorre mi espalda y noto cómo un sudor frío empapa mi frente. Levanto la vista a pesar de saber perfectamente que voy a encontrarme con su mirada.