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Celos - por Amalfitano

Web: http://mancuspiasalvajes.blogspot.com.es/

El claustrofóbico ascensor abrió bostezando sus fauces y Luís, caballeroso, dejó pasar a Elena. Iba vestida con un abrigo largo y negro, y vaqueros, y en su rostro brillaban su inconfundible pendiente en la nariz, sus ojos del color del trigo, y sus labios, que de un cereza fuego, parecían chillar que los mordieran. “Dulce tarro de miel”, pensó Luís. Le gustaba. Estaba enamorado de ella. Todas las noches, antes de acostarse, escribía a su vecina un pequeño poema y lo acariciaba con las yemas de sus dedos, con la palma de sus manos, e imaginaba que rozaba su piel de seda, y se lo acercaba a la nariz para embriagarse fantaseando que navegaba los ignotos océanos de su desnudez, y al final, al cabo de unos minutos, lo guardaba como se guardan los tesoros en los cofres, con mucho mimo. Era su tesoro. Poseía más de cien poemas, una buena colección, pero era su secreto, y nadie lo sabía; ni siquiera ella. Siempre tan reservado y tímido, no se atrevía a decirle nada, ni expresarle nada, ni enseñarle alguno de sus versos, lo cual sería como desnudarse ante ella, mostrar sus intimidades. Elena en cambio, risueña y alegre, siempre sonriendo, iluminaba la caja de sardinas del ascensor con su sola presencia. Daba gusto estar a su lado. Luís, con la cabeza gacha le preguntó qué tal, y ella, con su colorida voz, le contestó que estupendamente. El día anterior le había invitado a tomar café hoy, y esa circunstancia, por sí sola, lo hacía temblar a la vez que ilusionaba. Tan poca confianza tenía que jamás hubiera imaginado que Elena, la bella vecina, le hubiera invitado a nada. Soñar con ella sí, pero nada más. La realidad lo mareaba; naufrago bajo una tormenta. Pero la tormenta era ella. Ya se veía junto a Elena caminando cogido de la mano, mirándola de soslayo, corriendo, persiguiéndola, riéndose e incluso, porque no, besándola. Por supuesto, tenía pensado invitarla, “nada de que pague ella, hoy mi Reina, mi Dulcinea, mi Sofía, hoy te colmaré y te subiré a los cielos mi amor, y te olvidarás de él, tu profesor, que tanto idolatras, del que tanto me hablas; hoy toda mía y yo tuyo.” A Luís le reventaba oírla hablar de su profesor, que si tan magnífico, que si tan adorable, que si me ayuda tanto, que si me deja un diccionario para hacer un trabajo…Hasta se lo enseñó un día. Le enseñó el diccionario y vio la felicidad en ella, en su rostro, en su tono, en sus formas, y sintió envidia. “Mañana voy a su casa y se lo devuelvo”, le dijo. Luís la escuchaba y asentía, y hasta fingía alegrarse, se reía con ella. Se alegraba de ella, pero por dentro lo comían los demonios. Estaba celoso. Y ahora, sin embargo, charlaban en el vetusto ascensor que ascendía gimiendo grandes ruidos intestinales y parecían divertirse, e incluso Luís se atrevió a mirarla a los ojos, cosa que nunca hacía. Venían de la universidad, era mediodía y hacía frío, de ahí los abrigos. El de Elena casi le lamía las rodillas. Lo llevaba desabotonado y parecía que sujetaba un bulto por dentro, como si se avergonzara de algo, como ocultándolo. Por vez primera Luís podría, -imaginaba-, ser protagonista. Incluso cavilaba regalarle uno de sus poemas o dos, o quizá todos para sorprenderla, para ver en su cara la misma ilusión que le vio cuando el diccionario. “Yo también puedo sorprenderla”, pensó. La lucecita ya marcaba el cuarto piso. Ella se bajaba en el sexto, por lo que a Luís le quedaban apenas unos segundos para sacar a colación el café. Parecía que a Elena se le había olvidado y Luís, pese a tenerlo presente, no se atrevía, le daba vergüenza. Daba rodeos y hacía preguntas triviales siempre con la cuestión del café de fondo, como si fuera el murmullo de una voz que le atormentara por dentro. Quinto. Luís tamborileaba el suelo con la puntera de sus zapatos. Estaba nervioso. Y al fin, cuando la lucecita ya marcaba el sexto y la puerta se abría, se atrevió a preguntar, “¿Y ese café?”, a lo que ella, siempre dulce, siempre resuelta le dijo “Vaya Luís, hoy no podré, tengo que terminar un trabajo”, y se giró dándole antes dos besos y saliendo del ascensor. Luís pudo ver entonces lo que ocultaba bajo su abrigo; el diccionario, y rumió para sí: “Traición, esto es traición”, mientras las puertas del ascensor se cerraban dejándolo solo.

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6 comentarios

  1. 1. Diana Arnau dice:

    Buenas!

    El relato me ha parecido muy intenso y con un vocabulario muy rico. Se agradece de vez en cuando leer textos que te hagan esforzarte un poco más y que amplíen tu “diccionario” interior.
    Supongo que también influye en la intensidad que se está hablando de celos, un sentimiento de lo más fuerte en algunas personas, como parece ser el caso de Luís.

    Me ha gustado mucho.

    Enhorabuena!

    Un saludo!

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 14:40
  2. 2. Dianet dice:

    Hola a mi también me ha gustado tu relato, cumples con el reto opcional, las tres palabras encajan a la perfección en tu historia. Así que enhorabuena.

    Lo que encontré fueron muchas “comas” donde creo que no deberían de ir.

    Un saludo.

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 17:36
  3. 3. Amalfitano dice:

    Hola:

    Muchas gracias a ambos. Me alegro os gustara el relato y agradezco los comentarios. Los tengo en cuenta.

    Diana, celebro que amplíes “tu diccionario interior” leyéndome. Un beso.

    Dianet, tienes razón con lo de las comas, gracias. Ahora lo revisé y efectivamente sobran algunas. Hoy por hoy es mi caballo de batalla. Saludos.

    En cuanto tenga un rato me paso a comentar los vuestros. 🙂

    “Sean realistas, pidan lo imposible.”

    Escrito el 17 marzo 2016 a las 20:35
  4. 4. Eve dice:

    Hola. Es uno de los mejores relatos que he leído hasta ahora. El vocabulario tan rico hace que el texto te enganche desde el principio.
    Luis no se merece a esta chica, se nota que él es mucho mejor que eso.
    Algo que sí es verdad que falla y que ya te han dicho son las comas. Pero estoy segura de que vas a arrglar esto, por lo que no hay nada de qué prrocuparse.
    Espero que puedas seguir escribiendo, yo estaré encantada de leerlo.
    Un saludo

    Escrito el 20 marzo 2016 a las 17:50
  5. Hola, entré por curiosidad a tu relato por el seudónimo que elegiste.

    El texto está bien escrito y se siente la angustia de estar aguantando tanto tiempo las ganas de dar el siguiente paso. Sólo hubo una cosa que se podría revisar. Siento que en el texto hay varios adjetivos calificativos, aunque puede ser una apreciación subjetiva.

    Saludos.

    Pd: ¿Tu nick tiene que ver con Amalfitano, personaje del libro “2066” y protagonista de “los sinsabores del verdadero policía”?

    Escrito el 31 marzo 2016 a las 18:43
  6. 6. Amalfitano dice:

    Hola Pato, tiene todo que ver. Como bien dices, es uno de los personajes de Bolaño en varias de sus novelas y, sin duda, en la magnánima 2666.
    Gracias por el comentario, se agradece. Un saludo.

    Eve, dulce Eve, ¿que decir ante tan suculento y agradable comentario? Solo darte las gracias y emplazarte a que primero, sigas leyéndome, y segundo, a que sigas comentándome. Todo un placer. Saludos humildes, y besos, encantadora musa.

    Escrito el 1 abril 2016 a las 00:14

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