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¿Dónde está mi sombrero? - por Miriam Torres

Web: https://historiasdethaisite.wordpress.com/

– ¡Cheshire! – exclamó – ¿Sabes dónde está mi sombrero?

– Yo no. – bromeó el enorme gato a rayas moradas, mostrando una gran sonrisa, evaporándose en una fina nube de humo y apareciendo sobre la cama en la que había dormido Alicia – Pero ella sí.

Abrió sus garras y mostró la imagen en holograma de una mujer que les hablaba. Era la Reina de Corazones.

– Te diré dónde está tu sombrero, viejo loco. – dijo, con burlona sonrisa y voz aguda – ¡En la luna! – rió hasta que la imagen se diluyó.

– ¡Cada vez le tengo menos estima a esa…! – exclamó El Sombrerero, furioso.

– Vamos, cálmate. Te sale humo de la cabeza. –dijo Alicia.

– ¿Humo? – olfateó – ¿Cabeza?… ¡Mi sombrero! ¡Está en la luna! – se llevó las manos a la cabeza – ¿Cómo llegaremos hasta allí?

– En un cohete. – respondió Alicia, con lo que parecía lo más lógico.

– ¡Claro! ¡Un cohete!… ¿Qué es eso…?

Alicia adoraba a ese hombre. A pesar de lo que siempre le habían dicho, pensaba que no estaba loco. Solo era extraño y despistado. Y sabía lo que ese sombrero significaba para él. Tenía que ayudarle como fuera.

– Debe haber otra forma de llegar hasta allí… – masculló la joven, pensando en voz alta.

– ¡Sí! – exclamó El Sombrerero, abriendo una caja de galletas de mantequilla – ¡Come!

– Ah, mi perturbado amigo… – dijo Cheshire – Por más que coma, no alcanzará el tamaño suficiente. La luna está muy lejos de aquí.

– Entiendo… Supongo que no hay nada que hacer… – se resignó, cerrando la caja.

– Piensa, Alicia. – le susurró el gato, subido sobre sus hombros. Sus repentinos cambios de lugar siempre le sobresaltaban.

Cerró los ojos e imaginó. Cayeron en picado por la madriguera del Conejo Blanco, esquivando toda clase de objetos, como la primera vez que apareció en aquel extraño lugar. Y al llegar a su fin, se encontraron en un espacio ingrávido, flotando entre las estrellas. Habían llegado a la luna, pero no estaban solos. Un enorme dragón plateado dormía enroscado sobre ella, custodiándola.

– Oh… – sollozó El Sombrerero.

– Debes despertar al dragón, que intente cazarte. – le dijo Alicia al gato.

– Claro, claro… ¿Y qué harás tú?

– Recogeré el sombrero.

– ¡No, Alicia! ¡Yo lo haré! – dijo El Sombrerero.

– Escúchame. – respondió, cogiendo su mano – Siempre puedo despertarme si la cosa se pone fea, pero no sé qué pasará si lo hago tarde y os pasa algo antes… Espera aquí.

No quería que se acercase al dragón de ninguna manera. Siempre estuvo apoyándola en momentos duros, como la muerte de sus padres, y perderse supondría quedarse más sola.

De ese modo, Alicia y Cheshire flotaron hasta donde descansaba el dragón. El gato se adelantó, pasando por delante de sus fauces, y le hizo despertar emitiendo un rugido feroz. Después, como habían previsto, el dragón se distrajo en cazarle, apareciendo y desapareciendo, despistándole; y ella pudo alcanzar el sombrero de copa y lanzarlo a volar hasta El Sombrerero. Sin embargo, la distancia quedó corta y fue engullido por el dragón, que se convirtió en una nube de polvo estelar al morderse la cola.

Alicia despertó sobresaltada en el asiento trasero del coche.

– Otra de tus pesadillas. – dijo su hermana, mirando por el retrovisor mientras conducía – Llevas algo en el pelo…

Se atusó su largo cabello rubio y encontró restos de purpurina. Terminaron el viaje y su tía les recibió desde la puerta, dando golpecitos en la esfera de su pequeño reloj de muñeca:

– ¿Habéis visto qué tarde es? – refunfuñó.

Alicia no pudo evitar encontrarle parecido con el Conejo Blanco y sentir angustia por lo que había ocurrido en la luna. Estaba triste, tanto que no le apetecía ponerse el vestido azul que debía llevar, al igual que el resto de damas de honor, pero la estaban esperando. Bajó por las escaleras hasta la puerta del jardín, donde esperaban los invitados sentados en los butacones, cubiertos con telas blancas y adornos azules; y pasó sobre la alfombra púrpura hasta llegar al altar nupcial.

– Al menos podrías sonreír un poco… ¡Menuda cara traes! – le susurró al oído una de las damas de honor.

Alicia suspiró e hizo caso omiso, mirando a las butacas vacías de la última fila. En una de ellas, estaba sentado El Sombrerero, brindando por ella con una taza de té y su sombrero de copa de diez chelines y seis peniques sobre la cabeza.

(Historia completa en https://historiasdethaisite.wordpress.com/)

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5 comentarios

  1. 1. Paola dice:

    Muy colorista y lleno de imágenes.
    Quizás yo también me he perdido un poco leyendo, probablemente si tú también sueles escribir con los pies en la Tierra,nos hayan faltado palabras para explicar un poco más… pero el ejercicio ha sido divertido.
    Saludos

    Escrito el 17 abril 2016 a las 11:56
  2. Hola Miriam:
    El reto de este mes era complicado, pero has sabido introducirte en él de manera encantadora. Tu fantasía es dulce y la forma sencilla que has utilizado hace que el relato se lea con agrado y alegría. Creo que este mes somos muchos los que nos hemos quedado cortos de espacio, pero de todas maneras tu historia es entretenida y sugerente. Tal vez el recurso del sueño se vea algo forzado, pero en un relato en donde impera la fantasía todo vale. Lo he leído con agrado y me ha gustado. Es un tipo de narración que entretiene.
    Felicidades

    Escrito el 17 abril 2016 a las 20:24
  3. 3. KMarce dice:

    Saludos Miriam;

    Muchas gracias por seguir las lecturas a tu relato y comentarme.
    Debo confesar que tengo cierta obsesión con “Alicia en el País de las Maravillas”, yo suelo hacer ‘referencias’ a ese libro sin mencionarlo realmente en mis proyectos fuera del taller. Así que cuando leo algo que me lo recuerda, siendo tan visual como soy, me han captado la atención.
    Tu relato es encantador, y si bien has metido muy bien el sombrero, sentí un poco que no todo fuera en la Luna, cuando es una fantasia, podías haber hecho uso de ese recurso a tu antojo.
    Pero, me ha gustado mucho, sobre todo la actitud del Sombrerero. (Sí, Johnny Deep en mi cabeza).
    Lo que si debes cuidar es como construyes los diálogos, recuerda que los incisos narrativos, siempre deben de ir pegados a la raya o guion largo, algo así:

    —Debe haber otra forma de llegar hasta allí… —masculló la joven, pensando en voz alta.

    –¡Sí! –exclamó El Sombrerero, abriendo una caja de galletas de mantequilla– ¡Come!

    –Ah, mi perturbado amigo… –dijo Cheshire– por más que coma, no alcanzará el tamaño suficiente. La luna está muy lejos de aquí.

    También recuerda que al inicio de los diáligos la primera palabra va pegada a la raya, y después de puntos suspensivos, se escribe en minúscula.

    Me pasaré por tu blog para leer la conclusión del relato. 😀
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 18 abril 2016 a las 00:59
  4. 4. Caciba dice:

    Hola, Miriam.

    Bonita versión de “Alicia en el país de las maravillas”; has tenido muy buena idea para asumir el reto convirtiéndole en elemento principal, no como algo forzado que hay que poner.
    En cuanto a la forma: todo me parece correcto, bien redactado y ameno. Lo único que te puedo decir es que algunos puntos van detrás de los incisos, ejemplo:

    “– Piensa, Alicia. – le susurró el gato, subido sobre sus hombros. Sus repentinos cambios de lugar siempre le sobresaltaban.”

    Yo pondría:

    “– Piensa, Alicia –le susurró el gato, subido sobre sus hombros. Sus repentinos cambios de lugar siempre le sobresaltaban.” (Quitar el punto después de Alicia). Tienes algunos más así.

    Por lo demás todo muy bien. Te felicito, me ha gustado mucho.

    Un saludo.

    Escrito el 18 abril 2016 a las 09:58
  5. 5. Yoli dice:

    Hola Miriam
    Me ha gustado mucho tu relato, ha estado original. A mi tambien me gusta Alicia, asi que no soy muy objetiva 🙂 Me he pasado por tu blog, para ver la historía completa y tambien me ha gustado, escribes muy bien.

    Escrito el 24 abril 2016 a las 12:43

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