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El tesoro viviente del mar - por Thelma López Lara

El tesoro viviente del mar

Todas las tardes, el pirata Morgan acostumbraba mecerse en su hamaca con vista a la playa. Mirando hacia el mar infinito, él se abandonaba, para que su mente jugara con el baúl de los recuerdos. Su apreciado refugio era su casa lujosa ubicada en una aldea costera llamada Port Royal. Ahí vivía desde mil seiscientos setenta y cinco, con su mascota el loro Pico Rojo. Él ya se encontraba retirado de la piratería. Todo había quedado atrás, a cambio de una vida pacífica, confortable y honorable. Se había convertido en el gobernador de la aldea, que luchaba por el bienestar de su gente. No permitía que ningún pirata ingresara al pueblo a realizar barbaries.

Un día, Morgan se encontraba como de costumbre descansando en su querida hamaca. Pero una voz lo hizo sobresaltar de aquel estado, en donde uno no sabe si está presente o ausente. El llamado era del repartidor de la correspondencia. Llegaba una vez al mes a la aldea, para esparcir quizás, alegrías o tristezas a los aldeanos.

—¡Señor Henry Morgan, soy el cartero!

—Entra, el portón está abierto —le dijo Morgan al hombre, haciendo que la pipa le bailara de arriba hacia abajo entre sus labios, al son de las palabras. Morgan se puso de pie para recibir la carta y como agradecimiento, le dio al mensajero unas cuantas monedas talladas con su rostro.

Al tomar la misiva y ver que el remitente de ésta era su amigo Barba Negra, quién no tenía noticias de él hacía veinte años, su cuerpo se le erizó. Éste era otro pirata retirado de las grandes expediciones y buscadores de tesoros. Un párrafo de la carta decía: “El tesoro viviente, que encontramos hace cuarenta años, ha desaparecido del Museo de América. Amigo, nosotros sabemos dónde puede estar, conocemos su historia y el misterio que lo rodea. No permitamos que nuestro pueblo se quede sin ese legado”.

Morgan, después de leer aquella carta, se quedó pensativo, contrariado y sin saber qué hacer. Desenrolló la película de lo vivido, cuando encontraron aquel tesoro y pensó: “Recuerdo que al extraerlo de aquella gigantesca catedral, convertida por el tiempo en hierro oxidado y poblada de corales; algo se desgarró, brotando de ella un líquido rojo y emergiendo de sus entrañas un gemido escalofriante. Ese día, no quedó cerca del lugar, ni un cardumen de peces, parecían que huían del mal. También, aquellos corales se movían desesperadamente, extendiendo sus ramificaciones como queriendo correr para salvarse. La mitad de mi tripulación murió por la gran tormenta que se formó, tanto en la superficie como en las profundidades del mar. Largos cuarenta años han pasado y parece que fue ayer. Recuerdo que el tesoro lo llevamos al barco y desde ese momento nos dimos cuenta que éste irradiaba una energía diferente, parecía que tenía vida. Los tesoros encontrados los teníamos en un baúl gigantesco, esa noche ahí dejamos el nuevo hallazgo. Al día siguiente, por arte de magia, éste había desaparecido. Hicimos una búsqueda en toda la embarcación y no apareció. Mi compañero de expedición, me dijo:

—Morgan, ese tesoro debe estar en el mismo lugar donde lo encontramos.

—Amigo, vete a descansar, ya estás hablando incoherencias. —Le dije. Barba Negra insistió tanto, que al día siguiente bajamos a las profundidades del mar. En efecto, ahí se encontraba. Los dos nos volvimos a ver. Por mi mente pasaron miles de pensamientos. Sabíamos que si contábamos lo que estábamos viviendo, nadie en la faz de la tierra nos creería. Seríamos los piratas locos de alta mar. Por eso, ese acontecimiento quedó en secreto. Ese día, lo sacamos de su nicho, cubriéndolo con un saco negro lleno de arena, corales y conchas. No hubo tormenta, pero el lugar se cubrió de una luz brillante por un instante.”

Morgan debía tomar una decisión lo más pronto posible. Pero en su mente retumbaban dos súplicas: las últimas palabras de su madre antes de morir y la carta de su compañero. Él pensó: “mi madre me dijo:

—Henry, lo que es de la tierra, déjalo en la tierra y lo que es del mar, déjalo en el mar. Lo que no expulsa, es de su propiedad”.

Esa noche, el viejo expirata no durmió, pensando en las sabias palabras de su madrecita y en la petición de Barba Negra. Pero a Henry Morgan le llegó el día en que debía actuar. Sólo su loro y él sabían qué iba a acontecer con el tesoro viviente del mar.

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10 comentarios

  1. 1. Saldivia dice:

    Hola Thelma! me has dejado preguntándome que harpa Morgan, supongo que tu relato tendrá una continuación. Ojalá el reto del próximo mes se plentee de forma que puedas concetarlo de algún modo con este argumento y escribir más del desarrollo de esta historia, valdría la pena hacer ese experimento aunque suene un poco descabellado.

    Con respecto a tu relato, lo que considero más destacado es la originalidad de la idea, aunque tengo la impresión que históricamente Morgan y Barba Negra no coincidieron en sus años de actividad, como parece inferirse aqui:
    http://www.bahamasturismo.es/las-bahamas/historia/piratas-famosos

    No obstante, resulta atractiva la idea de un tesoro viviente, y creo puede ser desarrollada más extensamente.

    Te envío un gran saludo y una vez más agradecimiento por tu ofrecimiento a comentar los textos que a mi me correspondía, afortunadamente me estoy recuperando muy rápido d ela operación y el oftalmólogo me autorizó a hacerlo.

    Un abrazo

    Escrito el 17 mayo 2016 a las 20:40
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Thelma.

    Curiosa y complicada historia la que has trabajado para este mes. Creo que se nos ha hecho corta en esta ocasión. Me he liado un poco con los verbos a la hora de la redacción:

    En el primer párrafo hay muchísimas terminaciones aba: acostumbraba, abandonaba, ubicada, llamada, encontrada; además de dos ara: jugara, ingresara, que sobrecargan un poco la lectura.

    Asimismo, cuando dices: “una voz lo hizo sobresaltar de aquel estado” se me hace artificioso, y optaría por un estilo más directo como: “una voz lo sobresaltó” o bien “una voz lo sacó de su ensoñación”

    -Hay un mal uso del pronombre en la siguiente frase: “Al tomar la misiva y ver que el remitente de ésta era su amigo Barba Negra, quién no tenía noticias suyas desde hacía…” falta la preposición: de quien (o del cual) no tenía noticias desde hacía …y sobra el posesivo “suya”.

    -También en el párrafo:
    pensó: “Recuerdo que al extraerlo de aquella gigantesca catedral, convertida por el tiempo en hierro oxidado y poblada de corales; algo se desgarró, brotando de ella un líquido rojo y emergiendo de sus entrañas un gemido escalofriante. Ese día, no quedó cerca del lugar, ni un cardumen de peces, parecían que huían del mal. También, aquellos corales se movían desesperadamente, extendiendo sus

    Ese “pensó: recuerdo” creó que sobra el primero, podrías dejarla directamente en: recordó…también sobra el punto y coma puesto que es una continuación: al extraerla algo se desgarró. Al mismo tiempo ese brotando de ella no acabo de entender a qué viene. Se me hace bastante confusa aquí la redacción.

    Lo mismo ocurre al final, cuando dices:
    Él pensó: “mi madre me dijo:
    —Henry, lo que es

    Ese “él pensó: mi madre me dijo.” La redacción vuelve a enredarse con pronombres y verbos demasiados juntos, cuando el estilo directo sería más sencillo: “Él recordó las palabras de su madre”.

    En resumen, creo que podrías conseguir una buena historia si trabajases un poco más la redacción.

    Un saludo, Thelma, nos seguimos leyendo.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 00:03
  3. 3. Alex dice:

    Hola Thelma,

    A ver si puedo aportar algo…

    Primer párrafo: “Todas las tardes, el pirata Morgan acostumbraba mecerse en su hamaca”.

    Segundo párrafo: “Un día, Morgan se encontraba como de costumbre descansando en su querida hamaca”.

    Se me hace demasiado repetitivo. Si te estrujas un poquito, seguro que encuentras otra forma de describirlo.

    En el primer párrafo, debería ser “acostumbraba a mecerse en su hamaca”. Aunque creo que como lo has puesto podría ser correcto, no suena muy bien y suele ponerse esa “a”.

    “El llamado era del repartidor de la correspondencia”. Suena muy, muy raro. Primero, debería ser “La llamada” o “El anuncio”. Y lo del “repartidor…” lo veo artificial y recargado. Puedes usar “el correo” (que hace referencia no sólo a las cartas, si no también a la persona responsable de llevarlas de un sitio a otro), o simplemente “el cartero”.

    Yo en ocasiones, para evitar repetir muchas veces la palabra con la que se designa a un personaje, como en este caso “el cartero”, le asigno un nombre, a veces incluso un apodo, que aunque no tiene relevancia en la historia, pero que me facilita mucho la escritura. También aprovecho para “enriquecer” un poco a ese pobre personaje secundario que a veces tenemos tan olvidado.

    Como me parecería un sacrilegio “meterle mano” a tu texto, te dejo, si quieres, que pruebes a ponerlo en práctica.

    También, algunas palabras relativas a la historia me han parecido un poco raras. Por ejemplo: Expirata.

    Soy de los que piensas que si eres pirata, lo serás toda tu vida, aunque dejes de surcar los mares por un tiempo.

    Espero haber sido constructivo, Si no, ¡arrójame a los tiburones!

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 02:44
  4. 4. Thelma López Lara dice:

    Hola, Saldivia!

    Qué bueno que te hayas recuperado tan pronto de la operación. Cuídate mucho, evita el sol, los reflejos de luz, no hacer movimientos bruscos con la cabeza, usa lentes oscuros. Yo fui operada de la vista, todas esas recomendaciones me ayudaron mucho a recuperarme.

    Muchas gracias por pasar por mi relato. Efectivamente, el pirata Barba Negra y Morgan no coincidieron en las expediciones. Tomé para este relato el nombre de Barba Negra por tener ese apodo tan llamativo.

    Gracias por tus palabras de aliento. Te comento que me gustaría continuar con la segunda parte del relato. Para mi es un gran reto pensar todo lo referente al tesoro viviente.

    Mil gracias.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 06:17
  5. 5. Thelma López Lara dice:

    Hola, Manoli:

    Mil gracias por cada una de tus recomendaciones, todas son bienvenidas.

    Qué bueno que hayas encontrado mi relato curioso y complicado. Te cuento, este relato tiene un poco sobre la biografía de Henry Morgan.

    Te prometo que voy a trabajarlo un poco más. Mi responsabilidad es compartirlo con ustedes una vez corregido. De nuevo gracias por tomar el tiempo y ser tan minuciosa con cada una de las recomendaciones.

    Hasta pronto.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 06:32
  6. 6. Thelma López Lara dice:

    Hola, Alex.

    ¡Jamás!, cómo te voy a arrojar a los tiburones. Entonces, quién me dará tan buenas recomendaciones.

    Haré todo lo posible por corregir el relato, tomando en cuenta las sugerencias. Luego lo compartiré con cada uno de ustedes.

    En cuanto a la palabra expirata, si existe en el diccionario. También la usé en el relato, porque en la biografía de Henry Morgan leí que él se retira de las expediciones, se hace gobernador en Jamaica y estaba totalmente en contra de la piratería. No permitía su ingreso y menos que hicieran barbaries.

    Saludes.

    Escrito el 18 mayo 2016 a las 06:45
  7. 7. Jorge Luis Acosta Torres dice:

    Hola Thelma.

    Me pareció interesante tu relato, sólo tengo una obsevación que en este caso tiene que ver con la coherencia historica. En una trama de piratas no puedes usar el termino desenrollo una pelicula de su vida, porque no encaja en el contexto historico en el que vivieron los piratas, es decir siglos XV, XVI, XVII y la primera mitad del XIX.
    El cine no se invento hacia finales del siglo XIX, por lo que la expresión no tiene mucho sentido, en especial porque el cine ni siquiera tenía la difusión que tiene hoy en día, en aquella epoca.

    Cambiando de tema, yo escribí un relato sobre corsarios, que si te interesa puedes leer para darme tu opinión: https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-35/5717

    Escrito el 19 mayo 2016 a las 03:33
  8. 8. Thelma López Lara dice:

    Hola, Jorge.

    Gracias por las recomendaciones. Sin duda las tomaré en cuenta.
    Te cuento, ya leí tu relato. Ahí te dejé mi comentario.

    Saludes.

    Escrito el 24 mayo 2016 a las 04:13
  9. 9. Laura dice:

    Hola Thelma
    Disculpa, pero no me pareció creíble un terrible pirata devenido en benigno gobernador de una aldea, donde no cuenta con medidas de protección aparentes.
    Me resultaron pegoteos lo de las palabras loro y cartero junto a los nombres de ellos.
    ¿Cómo bajaron para ver el tesoro? Está ambientado en mil seiscientos y algo. Y son aparentemente dos personas prácticamente ancianas, en especial teniendo en cuenta los estándares de vida de la época.
    En partes me parece un relato para niños.
    Puedes dar muchísimo. Me sorprendió la calidad de este relato. Te sigo leyendo.
    Disculpa si te molesté en algo. Mi intención es que podamos crecer como escritores, más allá de lo que podamos lograr.

    Escrito el 29 mayo 2016 a las 12:56
  10. 10. Thelma López Lara dice:

    Hola, Laura.

    Le comento que para hacer este relato tuve que investigar la vida del Pirata Morgan.

    Esto es un fragmento de lo investigado:

    Cargos oficiales

    En la última etapa de su vida, Morgan cambió por completo de actividad, dedicándose a cargos más pacíficos y honorables. Precisamente porque Inglaterra siempre había visto con buenos ojos las actividades del pirata, que entraban de lleno en sus planes políticos, no tuvo inconveniente en encargar a Morgan de la gobernación de la isla de Jamaica. Una vez en su respetuoso cargo, el viejo pirata persiguió tenazmente a todos cuantos se dedicaban a sus mismas actividades de antaño. Nunca más volvió a hacerse a la mar. Hasta su muerte (25 de agosto de 1688), vivió una confortable vida en Port Royal

    Los piratas se dedicaban a la búsqueda de fortunas, tesoros, saqueaban pueblos. Todo esto Morgan y sus amigos lo hicieron siendo jóvenes.

    En el relato hay realidad y ficción. Una de ellas es el tesoro viviente. No todo es real.

    Gracias por tus palabras.

    Saludes.

    Escrito el 30 mayo 2016 a las 00:01

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