Doblegarse
Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. Yo tengo muchos. Y lo digo yo. No me lo dijeron nunca y, sin embargo, lo sé. Me ví en miles de oportunidades. Una vez, en un bar. Era yo misma con mi pelo de costado. Con los rulos que tuve alguna vez y que no sé cuándo fue que se borraron. Me reía igual. ¡Era yo! ¿Cómo no reconocerme?
Pero tuve miedo. La sospecha de ser otra, de tener una doble real, una hermana desconocida me hizo no querer saber más.
¡Seguro era yo! Sólo que no me animé a serlo…
Quise volver. Más tarde. Pero ya no pude. Los años pasaron y la vuelta al lugar fue cada vez más difícil. Vaya una a saber si ella aún está allí. Debe haber envejecido. Debe tener canas. Quizás ya no tenga rulos. Hoy la recuerdo fumando. Quizás ya no fume más. Es posible que hasta sonría un poco menos. Quizás ni siquiera esté porque, también ella, quizás, ya se fue.
Lo de las otras dobles… Es tan largo de contar…
Pero juro y réquete recontra juro que tengo miles de dobles. Sólo que conté lo de la primera y, ya, me dieron ganas de desaparecer…