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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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CASI HUMANO - por ÁNGELL

Era más que un simple robot. Casi humano. Desde el primer instante, me enamoré de él.
Recuerdo cómo aquel día, con una gota de suspicacia aún latente en mi interior, di por cumplimentado el formulario con la solicitud y cuanto demoré el instante de pulsar la tecla de envío. Apenas unos minutos más tarde recibía en mi buzón un correo electrónico. En él se me indicaba la fecha y la hora de entrega de mi pedido: el nuevo modelo V106 de BioTech Corporation.
Llegado el día, una camioneta aparcó delante de mi casa y dos operarios depositaron en la entrada una caja enorme. Desde la cocina, y durante lo que me pareció una eternidad, oí cómo rompían precintos, desarmaban complejas estructuras de cartón, se deshacían de bolsas y envoltorios de plástico, para, al final, dejar al descubierto otra caja de menores dimensiones. Una vez terminado su trabajo, me entregaron un módulo y una especie de clavija. No se marcharon sin antes advertirme de que, en el caso de aparecer cualquier señal de maltrato debido al intento de abrir la caja, debería asumir las consecuencias. A continuación, dejé mi marca digital sobre la pantalla de entrega. Cuando oí la camioneta arrancar, no pude resistirme y me abalancé sobre ella. Tenía un tacto frío y un gran logotipo de la compañía fabricante impreso en relieve en uno de sus costados. Justo en ese momento, recibí un nuevo mensaje de BioTech.
Al día siguiente se presentó un operario diferente. Durante horas, permaneció montando las piezas contenidas en la caja. Esa misma noche, el robot descansaba de pie en medio de mi salón. En un acto reflejo, me dediqué a tocar con la yema de mis dedos al extraño que permanecía inactivo frente a mí. Desnudo, al tacto, su anatomía resultaba escultural. Su piel, su cabello, sus labios… La perfección de los detalles me pareció algo inimaginable. Tenía ante mí un robot, una máquina; y, sin embargo, era un hombre, atractivo, de rasgos faciales delicados y complexión esbelta. Ya sólo quedaba pendiente el último trámite: una orden de puesta en marcha, posterior a la confirmación de pago.
Según el manual, las primeras horas de contacto con el V106 eran de vital importancia. En primer lugar —y necesario para responder a mis órdenes—, debía asignarle un nombre. Escogí llamarle Gabriel, como el arcángel.
Finalizados los primeros trámites debía pulsar una tecla del módulo y esperar. A la vuelta de unos segundos, llegaron: la señal indicando la correcta recepción y puesta en marcha desde la central de BioTech, así como las indicaciones a seguir en el caso de un fallo técnico. ¡Gabriel estaba vivo, se movía!
Los primeros días fueron de adaptación. Gabriel me despertaba con suavidad todas las mañanas y me traía un desayuno exquisito a la cama. Mientras yo hacía mis ejercicios de rehabilitación en el sótano, él arreglaba la casa, encargaba desde su conexión interior lo necesario para mantener la nevera llena y preparaba la comida; excelente también, cómo no. Al finalizar el día, sentados en el sofá, oíamos los noticiarios o escuchábamos música juntos. A veces, él tocaba el piano o cantaba. Su voz, varonil pero delicada, se deslizaba en mis oídos como si fuera de seda. Su nivel intelectual era extraordinario. Su charla amena y entretenida. Sus comentarios, tan acertados… Cada segundo que pasaba, mis sentimientos hacia él se hacían más fuertes.
Un día, después de hacer mis ejercicios, abrí la ventana para respirar el aire fresco de la mañana. Desde el jardín llegaron hasta mis oídos las palabras y las risas de Gabriel y de mi vecino. Un fuerte golpe en el pecho me dejó aturdido durante unos instantes. La furia tiñó todos mis pensamientos. No lo dudé ni un instante, envié una queja a BioTech. A partir de ese día, Gabriel se limitó a realizar su trabajo con extremado rigor. Su comportamiento se transformó, se hizo frío. Sentados en el sofá, el espacio entre los dos era infinito. Dejó de comportarse como un hombre para parecer, más y más, una máquina. Me ahogaba en mis propias lágrimas. Una noche no pude más y me desgañité a reproches ante su figura hierática, le insulté. Ciego de rabia, apreté la tecla de reinicio. Al día siguiente, vinieron a recoger a Gabriel. Ahora vivo solo de nuevo, preguntándome constantemente: ¿Quién fue el que falló?

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11 comentarios

  1. 1. Jose Antonio dice:

    Me parece una historia con una tematica muy original. Al principio me hizo recordar la película del hombre bicentenario, aunque no al libro. La duda que me queda es cuando el protagonista recibe el golpe. No entendí por qué sucedió. Muy buena historia.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 18:49
  2. 2. amadeo dice:

    Angell:
    Primero, muy agradecido por los comentarios sobre mi texto. Los tendré en cuenta. Me interesan las opiniones críticas. Así aprendo a escribir mejor. Siempre hago un “promedio” de opiniones y a la mayoría las acepto y modifico el cuento.

    Leí tu cuento y me gustó. Lo encontré lineal, fácil de leer y de interpretar. Busqué el V106 en Google y no lo encontré. Quiero tener un “compañero” así. ¡Qué felicidad!

    Mis comentarios (como lector) para ajustar el texto, serían
    • Dices: y me abalancé sobre ella. ¿Ella la caja o ella la robot? No me quedó claro. Detuve la lectura. Después me enteré la verdad.
    • No pondría (Ahorro de palabras) un correo electrónico. Se supone lo que es.
    • Me pareció mucho trabajo de desembalaje para dejar libre una simple caja (si no es así, parece serlo)
    • No se sabe el porqué de los ejercicios de rehabilitación. Aparece como si el lector debería suponerlo. Me detuvo la lectura. Volví arriba para encontrar que le había sucedido. No lo encontré.

    Ahora nos queda seguir escribiendo.
    Cordiales saludos
    Amadeo

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 19:20
  3. 3. ÁNGELL dice:

    Muchas gracias por tus comentarios, José Antonio. Si te surgió la duda, date, no hay más remedio que dedicarle atención a ese punto del relato. En realidad quería expresar que ante lo que sucedía en el jardín, el corazón se le puso a cien, se sobrecogió sobremanera.
    Un saludo. ÁNGELL

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 19:59
  4. 4. ÁNGELL dice:

    Con tu permiso, Amadeo, hago mío también el primer párrafo de tu comentario.
    El modelo V106, es una novedad, aún está en fase beta, je, je, je…
    Respondo a tus comentarios.
    Uno. Estoy de acuerdo contigo, en sucesivas relecturas yo también me quedaba clavado ahí, pero al final decidí dejarlo así (ya veo que con mal criterio). Quitar, vale, pero, lo que se dice añadir…, me cuesta.
    Dos. También estoy de acuerdo contigo. Lo pensé muchas veces. Quería conservar el “olorcillo” futurista, técnico, en el ambiente. A veces me contradigo. Y con pocos renglones de diferencia. Mi yo, que me traiciona.
    Tres. Un pequeño gracejo personal. Todo lo que compro o me llega a casa, viene en esas condiciones. El volumen de cosas a tirar, incluido el espacio vacío, el aire, es infinitamente superior al objeto en sí. Seguro que tiene su explicación. Yo no se la encuentro.
    Cuatro. El narrador es ciego. De ahí lo de tocar, palpar, la rehabilitación… Si surge la duda, está claro que hay algo, lo que sea, en lo que me equivoqué o no supe resolver a la hora de transmitir este asunto. No quería hacerlo muy evidente.
    Sigamos escribiendo, sí.
    Muchas gracias y saludos. ÁNGELL

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 20:05
  5. 5. amadeo dice:

    Angell:
    Recién me entero que uno de los protagonistas es ciego. No lo vi (ja,ja.)
    De acuerdo con los errores y suposiciones que a veces escribimos y que son detectados por los lectores.
    De allí i interés en participar en Literautas
    Un saludo

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 23:01
  6. 6. Wanda Reyes dice:

    Hola Angell,

    No me queda mas que decir que el tema me gusto mucho, fue muy bien planeado y de ahí un muy buen relato. Me gusta tu forma de escribir que te engancha a seguir leyendo. Ahora mismo lo voy a releer pues a mí también se me pasaron algunos puntos que aclaraste, como el hecho de que el protagonista es ciego.
    Te invito a que leas mi relato te dejo aqui el link:

    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-47/8524

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 04:06
  7. 7. Sabrina Camacho dice:

    Hola Ángell,

    Antes que nada gracias por comentar en mi historia, tomaré todo en consideración. Quiero darte algunos puntos de vista.

    Antes que nada, el primer párrafo es increíble, de verdad, creas un inicio único. Otro punto importante son las descripciones que utilizas, pues son variables y concretas. Por otro lado, al igual que otros, la parte donde dice que se abalanza sobre ella, llega a resultar un poco confusa sin embargo, se rescata bastante in poco más adelante. El nombre del robot me ha parecido bastante original aunque creo que la intensidad de la historia fue bajando gradualmente, pues el inicio fue bastante rimbombante, pero el final creo que tal vez pudo haber mejorado con una pregunta un poco más metafórica.
    En general, tu historia ha sido increíble y totalmente original, de verdad, la idea y ambos personajes han sido bien desarrollados durante el texto.

    Una vez más, gracias por pasarte por mi texto.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 04:45
  8. 8. katherine ME dice:

    WoW! bastante original. Creo que el éxito de un buen escrito, es la unión de dos temas diferentes pero que logren una colisión importante. Se me hace que lo lograste. También me hizo recordar lo que se siente sentirse feliz con alguien.

    Te invito a que leas el 139. Un abrazo 🙂

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 23:17
  9. 9. Ratopin Johnson dice:

    Hola Ángell,

    Muy bueno, me ha gustado. En una primera lectura, al leer “rehabilitación”, he pensado que el narrador/a se estaba recuperando de algo, aunque no se menciona. Luego ha sido en los comentarios al leer que era ciego, cuando me he dado cuenta de que marcas bastante el sentido del oido y del tacto en el/la protagonista. Y he vuelto a leer la historia. “Desde la cocina, y durante lo que me pareció una eternidad, OÍ cómo rompían precintos,…”, esto se me antojaba extrañ: por qué no está con ellos, pensaba. “En un acto reflejo, me dediqué a TOCAR con la yema de mis dedos al extraño que permanecía inactivo frente a mí. Desnudo, al tacto, su anatomía resultaba escultural. Su piel, su cabello, sus labios..”, aquí el tacto.
    Pienso que con más extensión el relato quedaría muy redondo, porque se podrían ir desvelando más detalles. Aún así, la idea es muy buena, y se lee muy fluido.
    ¿Quién falló? Pues está claro, el único que estaba programado para tener celos, el humano. También creo atisbar una pequeña metáfora de algunas relaciones de pareja.
    Uno está contento, su pareja es atenta, maravillosa, pero…para algunos/as, el que su pareja se ría con otras personas, se divierta con otras personas, se preocupe de otras personas.. ui, eso no. Celos sobrevolando.

    Me ha encantado, me reitero 🙂

    Saludos

    Escrito el 25 octubre 2017 a las 16:49
  10. 10. ÁNGELL dice:

    Muchas gracias por tus comentarios, Ratopin.

    En origen, el texto tenía cerca de 900 palabras. Terminé dejándolo como el césped de un campo de golf.

    Desde la primera palabra, mi intención siempre fue la de no desviarme del tema que había escogido. No quise utilizar “adornos” que dejaran el texto muy “aparente”, pero apartaran al lector del esquema que yo me había dibujado. Hacer muy evidente la discapacidad del narrador hubiera supuesto inclinar la balanza a su favor, “desinflar” el final. No se trata sólo de celos, que sí era mi objetivo; se trata, también, de amor, despecho, venganza, ira, cólera, frustración, arrepentimiento… Todo aquello que nos hace perfectamente humanos y a los robots “casi humanos”.

    “Al finalizar el día, sentados en el sofá, oíamos los noticiarios o escuchábamos música juntos.” Escribir: “oíamos los noticiarios [en la televisión]”, hubiera resultado muy descarado, muy evidente.

    Está todo muy pensado. El nombre de Gabriel tampoco está escogido al azar. Sus horitas de curro me han costado las 750 de vellón.

    Tampoco quería situar la acción en un futuro muy lejano, uno idílico. Como le comenté a Amadeo un poco más arriba, lo del correo (electrónico) lo escribí para situar la mente del lector en un futuro no muy lejano, un futuro con avances tecnológicos, sí, pero el futuro de dentro de unos días. Tampoco quería poner “buzón” o algo tan “visual”, y que el lector lo asociara a esas setas de colores con una bocota que no para de tragar sobres, algo ya caduco, “del pasado”.

    Al final quedaron menos de 750 palabras ¡Objetivo conseguido!, pero no me quedé satisfecho del todo. Vuestra ayuda, vuestros comentarios, me han servido para confirmar los puntos débiles del texto que ya me chirriaban desde el día que lo envié, los que van apareciendo nuevos y aquellos con los que no conté. Corregiré estos puntos más adelante. Eso sí, y lo tengo muy claro, en 750 palabras, ni una más. De eso se trata, ¿no?

    Saludos. ÁNGELL

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 10:43
  11. 11. beba dice:

    Hola, ÁNGELL: Muy bueno tu relato. Vuen manejo del lenguaje y de la tensión narratyiva. Hagó míos los comentarios acerca de la rehabilitación. Por lo demás, excelente.

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 22:52

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