Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Breve interrupción en la vida de pareja de cierto matrimonio de clase media - por Ratopin Johnson

Era más que un simple robot. Eso ponía en las instrucciones. Con su esposa ausente, (se había ido de retiro espiritual, como acostumbraba en ocasiones, a un convento de monjas en un pueblo cercano), su hijo le había llevado el Robot de Cocina, el Cookiplus, animándole a que lo usara. Primero, así se preocuparía de lo que ingeriría. Recientemente, gracias al médico y a su mujer, había empezado una dieta especial.

—Hay que ser activo en esto, papá. Tu salud lo agradecerá. Tómalo como un hobby. Desde que te jubilaste ¿qué haces aparte de estar en el bar?

Segundo, ayudaría a su mujer y la liberaría un tanto de estas tareas. También podrían cocinar juntos, porque además de ver la televisión en silencio, ¿qué más hacían uno en compañía del otro? «Sí, es verdad», pensó, «ella se queja siempre de que con las faenas de la casa, no tiene tiempo para nada. Que paso el día en el bar y no colaboro». Tomás lo vio como un acto de amor hacia su esposa y le pareció bien.

Ni siquiera acudió a la cita con Felipe en el bar como solía para ver el fútbol. «Estoy cocinando», le aseguró en un mensaje. «¿Cómo?», había contestado su amigo a su vez, extrañado. No era cierto, pues de momento sólo estaba leyendo los papeles del aparato, pero para Tomás, eso ya era cocinar. O casi.

La realidad era que no lo había hecho en su vida, excepción hecha de algunos huevos fritos. Junto con su hijo, empezaron preparando algo sencillo, un arroz blanco. Resultó que el robot hablaba y te guiaba fácilmente, y Tomás iba poco a poco disfrutando.

—Está rico —dijo contento, mientras un mensaje sonaba en su teléfono. Era Felipe: «Oye, te guardo el sitio, ya sabes que ponen la Premier League». «Sigo ocupado, lo siento», respondió.

Después, unas verduras al vapor, para acompañar unos filetes a la plancha, que comieron encantados.

—Genial —dijo Tomás, orgulloso de sí mismo, sintiéndose útil por primera vez en mucho tiempo.
—Ves qué fácil. Quién te ha visto y quién te ve. A mamá le va a encantar.

Algo enturbió la alegría de Tomás. ¿De verdad le iba a gustar a su mujer?

Al día siguiente, apareció nuevamente su hijo pero esta vez iba acompañado de su nuera. Sujetaba una caja grande con las dos manos, apoyada contra su pecho.

— ¿Y eso? —preguntó Tomás.

Sacaron el objeto de la caja. El Tonga 3000, robot de limpieza, se presentó ante sus ojos.

—Ya verás, es una pasada. Además, la casa lo necesita —dijo ella.

El aparato empezó a moverse por la vivienda como si habitara allí normalmente.

— ¡Míralo! —dijo Tomás admirado, mientras los cepillos laterales del robot hacían su labor.
—Aspira, barre, friega, detecta obstáculos —dijo su nuera leyendo la documentación—. ¡Es fantástico! Apenas lo notas.
— ¡Ya verás mamá cuando lo vea! —exclamó su hijo—.¡Le va a encantar!

A Tomás el robot le maravilló, pero tuvo la sensación del día anterior, y vio la misma nube negra pasar por delante.

Dos días después, estaban en la casa, aparte de Tomás, su hijo, su nuera, y esta vez, también su nieta adolescente. Habían ido de compras y habían hecho la comida con el Cookiplus. Cuando la señora de la casa entró por la puerta, notó la algarabía y gritó alegre:

— ¡Hola!

El semblante le cambió al acceder a la cocina, y contemplar un estofado de carne con verduras en una fuente de cristal así como un bizcocho de limón sobre un plato. Pero la crispación se reflejó realmente en su rostro cuando reconoció el Cookiplus, bien instalado en la encimera, sintiendo algo parecido a una puñalada traicionera.

— ¿Para esto te he congelado yo comida? —acertó a decir dolida. Seguidamente se dirigió a su habitación y se encontró con el Tonga 3000, que pareció salir a recibirla.
— ¡No! —chilló. Todos se miraron sorprendidos aunque Tomás interiormente comprendía.

Si después de cuarenta años, ella quería que las cosas siguieran así, inamovibles, que nada perturbara el orden establecido de las cosas, él lo entendía. Alguien lo llamaría rutina, pero se dijo que esto era amor también. La quería. A fin de cuentas, si la casa era el territorio de ella, si sin las faenas del hogar, se sentía inútil, apartada, entonces bien era el bar su propio hábitat natural.

— ¡Hombre Tomás! —saludó Felipe a su amigo—. Te daba por perdido.
— ¿Qué tenemos? ¿Champions? —preguntó, mientras ordenaba una caña con gesto seguro.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

13 comentarios

  1. Hola Ratopin, me gustó tu relato por lo sencillo y lo natural de las situaciones y lo bien escrito. Se trata de una fiel descripción de las costumbres de una clase media y de sus resistencias al cambio. Describes de maravilla las reacciones de la mujer frente a la invasión de su espacio, de su rol en la vida.
    Saludos.

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 20:31
  2. 2. ÁNGELL dice:

    Hola, Ratopin:

    Buen texto, me ha gustado mucho. Me ha parecido ligero, fluido, con buen ritmo, diálogos bien construidos, el tono conseguido…

    Por hacer un comentario, y nada más que por eso, diría que el final “desinfla” un poco el relato… Por previsible. Con tu permiso, me atrevo a recomendarte a O´Henry, Cuentos de Nueva York.

    Saludos.

    Me gustaría muchísimo que comentaras mi relato, CASI HUMANO, el 133 de la lista.
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-47/8506

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 09:30
  3. 3. Ramón Temes dice:

    Un gran relato de amor. Me ha gustado mucho.

    Felicidades

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 18:57
  4. 4. Ratopin Johnson dice:

    Gracias María por tu visita, y tus comentarios. Escribí una primera versión de 960 palabras, y al recortar, yo creo que ha perdido algo de frescura. Otra cosa que temía era abusar del tópico, la mujer en la casa, y el hombre en el bar. No quería quedarme sólo en eso, quería criticar un poco a las personas reticentes al cambio. Porque el cambio es enriquecedor, pienso. Y a la vez un poco siendo no duro con estas personas, sino tratándolas con cierto cariño, o digamos, comprensión. Sí que es cierto que he visto a mujeres que no dejan hacer nada de la casa a sus marido. Lo veo como si pensaran que pierden su lugar en el mundo. Y también es cierto que hay hombres que no tienen ningún problema en mantener una situación así y tienen ( quizá ya no tanto en nuestros tiempos)a la esposa como si fuera su criada. Y desde luego con muchos años así, es difícil cambiar.

    Gracias Ángell por tus palabras. Como decía, el texto que tenía más largo, me parece que tenía más miga. en cuanto al final, la verdad es que no pretendía ningún giro especial al final. Hay dos veces que el padre piensa que a la mujer no le van a gustar los robots, con lo cual imagino que ya lo estaba anunciando. Pense omitir esos pensamientos del padre, pero luego me pareció que quedaba más entero así.
    Respecto a O’Henry, gracias por la recomendación, la tendré en cuenta. Lo conozco, pero no a su obra. He visto alguna película antigua basada en sus cuentos. “O’Henry’s Full House”; el que introduce la película es el mismísimo John Steinbeck. Recuerdo el primer cuento, con Charles Laughton de protagonista, muy bueno.

    Muchas gracias Ramón Temes por la visita y la lectura. Algo así pretendía, aunque no estoy del todo contento.

    Os leo a todos en breve.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 21:55
  5. 5. Yoli dice:

    Hola, Ratopin.
    He encontrado tu relato muy bueno. Se lee de un tirón y eso es muy bueno. A mi no me importaría tener el Cookiplus 😛
    Si quieres leer el mío, soy el 144.
    Saludos

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 10:04
  6. 6. amadeo dice:

    Ratopin:

    Mil gracias por tus comentarios sobre mi cuento. Las tendré presentes en la revisión final.
    Buen texto, fluido y con buen tema de un caso “cotidiano”
    Te comento como lector lo siguiente:
    Aparece dos veces hecho -hecha (seguidas) en la misma frase:
    No lo había hecho en si vida, excepción hecha…
    Creo mal redactada la siguiente pregunta: ¿Para eso te he congelado yo comida?
    Aparece partes redactadas en 3º persona y en 2º (te)

    Cordiales saludos
    Amadeo

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 19:02
  7. 7. Ratopin Johnson dice:

    Gracias Yoli, a mí tampoco me importaría 🙂

    Gracias Amadeo, tienes razón, ví la frase esa (No lo había hecho en si vida, excepción hecha…) una vez publicado. Parece que lo he leído más veces después de subirlo aquí que antes. Respecto a la otra fase que me comentas, no entiendo a qué te refieres: “¿Para eso te he congelado (“yo”, o sea la esposa a “tí” o sea el marido) comida?”. No sé a qué te refieres con lo de la tercera persona.

    Saludos

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 22:53
  8. 8. Bellaan (SC) dice:

    ¿Dónde consigo un Cookiplus? Quiero uno ahora ya!
    Me gustó tu historia. Definitivamente yo aceptaría al robot, pero veo que esa mujer tiene muy claro lo que quiere hacer y lo defiende con garra.
    Un sugerencia:
    “te guiaba” pienso que sería mejor “le guiaba” porque está hablando de Tomás. A estas cosas se referían más arriba cuando dicen que hablas en tercera y en segunda persona gramatical.
    Saludos! soy del 137

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 04:17
  9. 9. Ratopin Johnson dice:

    Gracias Bellaan (SC), yo también aceptaría el robot, aunque para algunas personas es difícil cambiar las costumbres.

    Respecto a la frase que me comentáis: “Resultó que el robot hablaba y te guiaba fácilmente, y Tomás iba poco a poco disfrutando.”, es un te impersonal, a uno en general, a cualquiera. Es como si dices, por ejemplo: Aquel retrato del cuadro parece que te esté sonriendo.
    Puede llevar a confusión, se puede poner el “le”, está claro, pero es que el robot habla para todo el mundo.

    Saludos

    Escrito el 24 octubre 2017 a las 20:07
  10. 10. Osvaldo Vela dice:

    Hola Ratopin. Tu escrito me trae recuerdos de mi boda. Al repartir las invitaciones todas fueron depositadas al correo menos una: la del tío Enrique B. García, padrino de mi padre. Esa se debía entregar en mano. La entrega fue toda una ceremonia. Mi tía Amalia se llevó a mi prometida a la cocina y yo me quedé con mi tío en la sala.

    La pregunta fue ¿Quieres ser feliz en tu Matrimonio? Yo asentí. Entonces Don Enrique me aconsejó: “Que del umbral de tu hogar hacia adentro siempre mande tu señora y que de puerta hacia afuera siempre mandes tú.

    Después de 40 años de Feliz matrimonio me veo de vez en cuando con el mismo escenario que tu describes: los alimentos congelados, la selección de platillos y como única persona responsable de la limpieza de casa, Tere, mi esposa.

    Yo continuo feliz con este acuerdo y ella también, pues se siente la Reina del hogar. Reconocimiento muy merecido.

    Le reconozco a tus letras este recordatorio. Un texto lleno de la esencia de un hogar. Te felicito y te agradezco.

    Escrito el 25 octubre 2017 a las 17:36
  11. 11. beba dice:

    Excelente, Ratopin. He visto reflejados mis cuarenta y pico de matrimonio; nunca tuve robot, y jamás serví para ama de casa; los acuerdos fueron al revés y sirvieron perfectamente. Los acuerdos tácitos o explícitos son inviolables para la paz conyugal. Bien por el tío Enrique de Osvaldo Vela.

    Escrito el 27 octubre 2017 a las 00:36
  12. 12. Ratopin Johnson dice:

    Muchas gracias Osvaldo,

    Por tu visita, y por la anécdota que relatas. Me ha encantado. Y me anima doblemente el que te sientas de algún modo identificado.

    También a tí muchas gracias Beba, en la misma línea, o en una paralela, que Osvaldo. Digo paralela porque habláis de lo mismo, la perspectiva que os da la experiencia, pero de modo diferente.

    Yo después de los recortes que hice, ya no sé si quedó reflejado hacia donde quería ir. Esencia de lo que pretendía hay, pero creo que vosotros habéis visto más de lo que he dejado escrito. Lo cual igual es un logro por mi parte, quizá jeje, aunque ya dije que no me había quedado satisfecho. Porque creo que esta historia merecía ser ampliada, profundizada. Intentaré ponerme a ello, pero conociéndome, no prometo nada.

    Um saludo muy afectuoso a los dos, y espero que nos veamos por aquí para las bodas de oro 🙂

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 11:01
  13. 13. Ratopin Johnson dice:

    Ah por cierto, al terminar, pensé: “no sé, no acabo de verlo”, así que la elección del título del relato, tan largo, fue un poco pensando que seguramente así llamaría la atención :). Probablemente, a algunos les atraería a leerlo, y también a otros les echaría para atrás (“uf, si el título es ya espeso, esto debe ser un ladrillo”). Mirando el título, no puedo evitar pensar irónicamente en algunas películas europeas, caso de Bergman y su Secretos de un matrimonio.
    Dicho esto, tengo que decir que me gusta el título.

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 11:09

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.