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Carretera adelante - por Otilia

El día de la jubilación, que llegó como llegan todos los días, Goyo salió de casa para dirigirse a su lugar de trabajo.
Jirones de niebla blanca envolvían la zona baja del valle, creando escenarios mágicos y fundiéndose con el humo de las chimeneas del pequeño pueblo.
Olía a frio y a tarta de manzana. Este otoño la cosecha había sido buena y los desvanes de las viviendas estaban sembrados del apreciado fruto.
Julia, su mujer, también olía a manzana verde; llevaban toda la vida juntos y eran moderadamente felices.
Tomó el atajo y enseguida aparecieron las luces de la gasolinera, allí durante años vio pasar las heladas y los veranos que guiaban el ir y venir de los viajeros.

Esta modesta empresa familiar era su primer y único trabajo. El dueño, el señor Menéndez, estuvo emigrado en Nueva York, consiguió hacer dinero y ver la forma de rentabilizarlo en su país.
Hombre emprendedor instaló a las afueras del pueblo una gasolinera de dos surtidores y tres dependencias: el local para cobrar, un reducido servicio y un cuartito reservado al dueño, con una mesa, dos sillas y un armario donde guardaba los libros de contabilidad.
Los primeros tiempos fueron duros, iban tirando con la venta de gasoil para la maquinaria utilizada en campos y montes cercanos. Aquella carretera comarcal apenas la transitaban otros vehículos.
En todo negocio hay que tener paciencia, perder antes de ganar, y eso Menéndez lo sabía, aguantó y a finales del siglo XX, cuando en cada hogar entró un coche y a veces dos, la gasolinera generó importantes beneficios a la familia.

Compraron un terreno colindante para ampliar la estación. En la explanada, que con la lluvia se convertía en un barrizal, construyeron un pequeño bar regentado por Julia.
Aun, según la normativa de seguridad y medio ambiente, seguía siendo una estación de servicio pequeña, por ello no podía ser autoservicio.
―Espero que tarden en implantar el autoservicio los años que me faltan para jubilarme ―comentaba preocupado Goyo a Julia, mientras desayunaba en el bar.
―Y no te olvides de los nuevos requisitos para optar al empleo en las gasolineras.
―No te preocupes, he leído que uno de los más fundamentales es el trato con los clientes, y en eso no me va a ganar ningún jovencito ―añadió entren risas y abrazando a su mujer.
―¡Suelta! ―dijo esta al ver que entraba gente.
Después de servir a los clientes, Julia siguió la conversación:
―La formalidad que más me inquieta es la de necesitar el título de manipuladora de alimentos para hacer mi trabajo.
Fuera sonó un claxon.
―Tengo que irme ―dijo Goyo—, ya seguiremos en casa, pero tranquila hablaré con el jefe de esto.
El dueño era el nieto de aquel migrante emprendedor. Él también utilizaba los beneficios para ampliar el negocio y crear algún puesto de trabajo. La primera idea fue poner los tubos para inflar neumáticos y un tren de lavado.
Luego aumentó la plantilla, el bar pasó a ser un restaurante y abrieron una tienda de alimentación, bebidas y productos de regalo.

Para ser la despedida, aquella mañana el tráfico y el trabajo tenían buen ritmo. Media docena de camiones y el doble de turismos habían parado a repostar.
Goyo frotándose las gélidas manos se encaminó adentro. Miraba por los ventanales la llegada de algún vehículo y en la radio que oía de fondo un locutor anunciaba la retrasmisión de los encuentros de Liga por gentileza de Repsol.
«La competencia» refunfuñó.

La lluvia había cogido fuerza y azotaba la cristalera, de repente y a toda velocidad pasaron dos coches de la Guardia Civil hacia el pueblo.
Todavía resonaban las sirenas, cuando vio un coche que haciendo trompos entraba en la estación.
«¡Joder! ¿Qué pasa? ¿Estarán rodando una película?» imaginó Goyo.
El último trabajador contratado salió presto a expender gasolina, pero a igual velocidad el conductor y el copiloto, ambos con pasamontañas, le encañonaron gritando:
—¡Al suelo!
Goyo no daba crédito a sus ojos entretanto barruntaba: «¡ostia, el último día y un asalto!».
Intentó tranquilizarse y llamar al 112. Los atracadores y el compañero rehén se acercaban.
—Emergencias. Dígame.
—Están atracando la gasolinera Axpe. ¡Ayuda!
Sin colgar todavía, empezó a oír sirenas y bocinas de una caravana de coches que iban aparcando en la explanada.

Los encapuchados habían dejado paso a unos hilarantes compañeros, detrás aparecían vecinos, amigos y hasta el jefe; coreaban su nombre y seguían a una sonriente Julia que abrazándole dijo:
—Ya tienes un atraco para contar a los nietos.

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10 comentarios

  1. 1. isan dice:

    Hola Otilia:

    ¡Qué bonita manera de comenzar el relato! El paisaje de humos y niebla mezclado con los olores. Me lo había imaginado en cualquier valle cercano, pero con lo de Axpe lo has clavado. Y el matrimonio moderadamente felices, también sitúa la escena perfectamente.

    He disfrutado porque relata una realidad de tanta gente que se fue a “hacer las Américas” y a la vuelta puso un negocio.

    Tal vez me he despistado un poco, por no prestar atención, con las personas que he confundido el empleado con el propietario en un principio. Luego ha quedado claro. Pero, tranquila, me suele pasar, no es culpa tuya.

    La broma no ha estado mal, muy propia para estos casos, pero podía haber muerto del susto.

    Estupendo relato. Un abrazo.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 14:29
  2. Ay, pobre, qué susto le han dado.

    Me ha gustado tu relato aunque confieso que lo he percibido un poco caótico. La descripción de la gasolinera a través de los tiempos es interrumpida por la conversación en el bar, y me ha desconcertado un poco.

    En dicha conversación pensé que estaba la clave de lo que vendría después porque me parecía un conflicto claro la edad del matrimonio y los requerimientos legales necesarios para seguir desempeñando su trabajo (manipulador de alimentos, seguridad y medio ambiente… jejeje todo esto me suena bastante).

    Me ha encantado la ambientación del principio. Es algo que tengo que aprender a incorporar en mis textos.

    Te invito a que despellejes a gusto mi relato, que este mes no me he equivocado con los requisitos:

    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-48/8643

    Nos seguimos leyendo.

    Un saludo.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 18:44
  3. 3. Dante Tenet dice:

    Muy buena historia.
    Bien contada.
    Con descripciones equilibradas que te hacen ver el entorno.
    Y el remate muy bueno.
    Nos estamos leyendo

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 19:06
  4. 4. Helena dice:

    Con unas pocas palabras nos ubicas al momento de la escena: el día de la jubilación del protagonista con una muy buena descripción de la ambientación.

    Presentas a los personajes con pocas palabras, destacas algún rasgo peculiar de ellos y quedan bien definidos para lo que es la escena. Por ejemplo, “Oler a manzana verde”.

    Nos describes muy bien la modesta empresa familiar que es la gasolinera y qué significa para Goyo: “su primer y único trabajo”.
    Permites que el narrador opine, por ejemplo en la siguiente frase: “En todo negocio hay que tener paciencia, perder antes de ganar, y eso Menéndez lo sabía…”.

    En general, la idea y cómo la has desarrollado, me ha parecido buena. Destaco el final, que parece una cosa (un atraco) y luego es otra. Esa habilidad de despistar al lector, la has sabido trabajar bien.

    ¡Buen trabajo y hasta la próxima!

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 08:39
  5. 5. Alex dice:

    ¡Guau! ¡Que giro más vertiginoso!

    Ese pueblecito en otoño, con el humo de las chimeneas…
    Me parece apreciar desde aquí el olor a leña quemada y a la humedad de las calles.

    Últimamente he estado en Navarra, y te aseguro que me has transportado de nuevo a esas bellas tierras.

    La inclusión de los diálogos y la forma en que están escritos me hacen percibir a los protagonistas como personas reales, cercanas.

    Es uno de esos textos en los que tendrían que premiarte con 750 palabras extra, para que puedas ampliarnos la historia.

    Por aportar algo, creo que deberías tomarte tu tiempo en buscar sinónimos o la palabra “más correcta” que empaste bien con lo que estás contando. Es más algo de tener paciencia, que no otra cosa.

    Por ejenplo: Usas “implantar”, cuando eso a mí me suena más a ¡operación quirúrgica!
    Sugiero “implementar” o incluso alterar algo la frase si fuera necesario. Por ejemplo: “Espero que esto tarde en ser un autoservicio”.

    Que más…¡Ah! ¡Gracias a montones por pasarte por mi parcela!

    ¡Saludetes!

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 12:12
  6. 6. Otilia dice:

    Gracias Alex por tu amable comentario y hasta la próxima.
    Saludos.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 11:46
  7. 7. Laura dice:

    Hola Otilia.
    Soy Laura del 53.
    Me ha gustado muchísimo tu texto. Ya me tiraba el que hubiese un atraco en su último día.
    No tengo nada que señalarte, más que …sigue escribiendo.
    Hasta la próxima propuesta

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 20:52
  8. Muy bueno, Otilia, he disfrutado mucho leyéndolo. los detalles cotidianos le dan realismo a la historia de la pareja. Creas un contexto muy verosímil. El desenlace, una delicia.
    Enhorabuena.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 22:13
  9. 9. Javier López dice:

    Hola, Otilia.
    En cierta ocasión me dijeron que demasiada descripción le quita fuerza y datos útiles a la historia, y que diablos, a mi me gusta ambientar, por eso me cuesta tanto centrarme; pero tu lo has hecho de forma magistral. Aunque me ha hecho dudar de la época en que se ambienta se va encontrando sentido.
    No se si provocarle al pobre Goyo un infarto su último día es la mejor manera de celebrar su fin de vida laboral. XD.
    en cualquier caso, es un buen relato, rico en matices.
    Nos seguimos leyendo.
    Un saludo.

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 14:34
  10. 10. Earendil dice:

    Hola, Otilia.
    Lo primero, quiero agradecerte tu paso por mi relato y tu amable comentario.
    Estupendo trabajo, al que llego un poco tarde y los compañeros anteriores ya te han dicho todo lo bueno y lo mejorable.
    Te felicito por ello. Enhorabuena.
    Hasta la escena siguiente. Saludos

    Escrito el 24 noviembre 2017 a las 19:16

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