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EL POETA - por Lucho

EL POETA
Su pluma era un disparo. Construía versos cargados de pólvora que apuntaban hacia políticos, gobernantes y escuadrones de la muerte de cualquier pelambre. Esas cuartillas dominicales los aterrorizaban. Las tijeras deshicieron sus artículos hasta que los cortaron de manera definitiva. Lo que escribía sacaba a flote profundidades escondidas.
Se levantó una mañana en medio de la inopia, hasta un café se lo negaba la vacía cocina y la electricidad, ya cortada, porque a las cuentas de la empresa de energía no le cabía un número más de vencimientos. Se puso los anteojos, miró por la ventana y un vehículo parqueado al frente del edificio donde vivía, llamó su atención: dos individuos vigilaban el apartamento, recostados contra una de sus puertas. Se retiró con sigilo, sin mover las cortinas. El teléfono repicó. Un escalofrió le recorrió el cuerpo y en su estómago se formó un vacío. Prefirió no contestar.
Se sentó frente al escritorio, tomó papel y lápiz y comenzó a escribir. El verso hacía mención del miedo del poeta al sentirse arrinconado y del peligro que lo acechaba. Una lágrima afloró de uno de sus ojos y cayó sobre el papel dejando una mancha de tinta. Garrapateó cinco veces, ¡no me arrepiento!, y escribió: “¡vivir cuesta, y mucho, cuando se es sincero!” No era creyente, pero invocó al Dios que conoció en el colegio de los hermanos de la Salle: un “¡Dios mío!”, salió de su boca como un estertor. Sabía del final de muchos de sus colegas, en diferentes épocas, cuyos versos eran arietes tumbando las barricadas tendidas por los “señores” para defender lo suyo. Esas muertes nunca fueron explicadas, durmieron ocultas en una masa de letras incoherentes, frases evasivas, laberínticas que solo propiciaban confusión. “Las palabras también pueden ser desierto”, anotó sobre el papel.
Puso un cigarrillo en su boca, el instinto lo llevó a la cocina por un café, pero no había energía, agua, ni café. El estómago le revoloteó de nuevo y escribió: “los párrafos que hablan son un Armagedón”; de nuevo afloraron las enseñanzas de los hermanos cristianos. Le pareció extraño que esas raíces católicas, siempre desechadas desde la adolescencia, ahora salieran a flote. Miró a su alrededor y con curiosidad observó que en una de las paredes del comedor, hoy sin poder cumplir esa función, había un cristo forjado en hierro adquirido donde un chatarrero por una cifra miserable, sin que este supiera que esa chatarra había servido para vaciar el bronce a cera perdida del cristo esculpido por Arenas Betancur. Se sonrió, cargado de nervios.
Miró de nuevo por la ventana con mucha cautela y encontró a los dos tipos aún recostados contra el coche, uno de ellos lanzaba una bocanada de humo en ese momento, mientras el otro miraba una de las páginas de un periódico amarillista especializado en crímenes de la ciudad. Desde su sitio alcanzó a ver la foto de una mujer desnuda. Se dirigió a la alcoba y se vistió, no hubo forma de tomar un baño, sintió la ropa pegajosa, percibió una sensación de rabia y suciedad. Calzarse las medias fue una agonía, no se sentía cómodo. La tripa le apuraba, debía salir a buscar algo de comer. “¿Pero cómo atreverse con esos personajes allá afuera?”, se preguntó. Estaba en la disyuntiva entre ser apaleado por aquellos matones o morir de hambre. Eligió la primera, consideró que no se atreverían a hacerle algo a la luz del día, con gente transitando por la calle. Fue al escritorio y escribió sobre el mismo papel: “La palabra canalla busca la oscuridad”.
Le incomodaba la ropa pegada a su cuerpo, el sudor como que la atraía. El sabor en la boca era nauseabundo, no pudo lavarse los dientes. Pensó: “la voz del pobre, para los demás, cae como una moneda en la escudilla de cualquier hombre sentado en una esquina, solo se escucha su tintineo al caer, pero luego calla”. Lo dejó escrito. El cetrino rostro del poeta, se hizo más sombrío con una mueca de tristeza en la boca. Su larguirucha figura se reflejó en la pared mientras descendía por las escalas, sintió desfallecer las piernas cuanto más se acercaba a la puerta que le conduciría a la calle.
La luz del sol le golpeó en el rostro, se sintió encandilado, los hombres del vehículo lo vieron salir y le siguieron con la mirada, él tan solo acató a decir “miren, digo la verdad”.
¡Todo se apagó!

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7 comentarios

  1. Hola Lucho. Una historia oscura, bien narrada, bien mostrada y sobre todo, bien sentida. Creo que lográs comprender al personaje, lo que vive, lo que siente, lo que le pasa.
    ¡Felicitaciones!

    Escrito el 16 febrero 2018 a las 23:33
  2. 2. Galia dice:

    Hola Lucho: muy bien descripto el sufrimiento del poeta en el marco de una dictadura,y le das una rápida resolución, que, como es de esperar, es trágica.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 22:26
  3. 3. Orestes Artiles dice:

    Buenas Lucho;

    Felicitarte por una historia que transmite la sensación agobiante que vive el protagonista. Me ha gustado el enfoque que le has dado a la escena propuesta este mes.

    Espero volver a leerte al igual que tus comentarios (72)

    Saludos.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 22:51
  4. 4. Luis Ponce dice:

    Hola tocayo:
    Tragedia escrita con lo único que tenía: libertad.
    Las palabras rebeldes siempre están solas, no puedes ser un contestatario y vivir en comunidad, pero así son los caminos.
    Saludos

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 23:32
  5. 5. Luis Ponce dice:

    Yo, otra vez, muchas gracias por tu comentario,tienes mucha razón, lo estoy cambiando en el original.
    Saludos.

    Escrito el 19 febrero 2018 a las 14:46
  6. 6. Yoli L dice:

    Hola Lucho

    He sufrido con la angustia del protagonista, que significa que logras trasmitir las emociones. Muy lleno de imágenes, invita a leerlo hasta el final.

    No encontré errores de ortografía, ni cacofonías, dos únicas correcciones, que no desmerecen en la trama, es que repites “café” muy seguido en el tercer párrafo y el dejar un espacio entre párrafos, que facilita la lectura.

    Gracias por permitirme aprender con tu historia, por si me quieres visitar estoy en el #13 La poetisa https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-51/9300

    ¡Saludos!

    (¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

    Escrito el 23 febrero 2018 a las 17:56
  7. 7. Carrie dice:

    Hola Lucho,

    Primero las gracias por comentar mi relato. No sólo he aprendido de tus comentarios y recomendaciones, sino también en cómo comentar un relato. Me ha gustado la forma que empleaste porque me ha ayudado a aprender y a apreciar tus aportaciones.

    De tu relato me han gustado varias imágenes. La verdad es que podría escribirte muchas de ellas, pero mejor apunto sólo dos:

    “Lo que escribía sacaba a flote profundidades escondidas.”

    “El cetrino rostro del poeta se hizo más sombrío con una mueca de tristeza en la boca.”

    El vocabulario que has escogido aporta mucho al tono de tu relato.

    También en cuanto a forma, tienen cierta fuerza las frases cortas con las otras mas largas y descriptivas. Remarco:

    • Su pluma era un disparo.
    • Prefirió no contestar.
    • Lo dejó escrito.
    • ¡Todo se apagó!

    Estas frases más cortas rompen el ritmo y nos ayudan a centrarnos un poco más en la frase que sigue.

    Un saludo!

    Escrito el 1 marzo 2018 a las 02:09

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