La Poetisa - por CARMENPO

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LA POETISA

<<Todo empezó mal ese día. Los bombardeos asediaban nuestras casas desde el amanecer. Mi hermanito Erik se pegaba a mí tiritando de frío y de miedo. Yo también temblaba. Escuchaba a mamá y papá corretear por la casa asustados, gritando mucho. Una bomba cercana hizo temblar las paredes de la casa y Erik empezó a llorar. Yo no. Yo era la mayor. Mamá entró corriendo y nos dijo que nos vistiésemos con mucha ropa. Nos pusimos un chandal, dos chaquetas y el abrigo, también las bufandas y los guantes rojos. Erik se puso su gorro azul. No había leche caliente esa mañana. Por la ventana, veíamos pasar mucho humo, o tal vez era mucho polvo volando. Y oíamos muchos gritos.
Papá nos tranquilizó abrazándonos. Yo ví como papá lloraba. Él se quedó en la misma orilla destrozado y esperanzado. Quería lo mejor para nosotros. Mamá, Erik y yo subimos a la lancha. La misma lancha que nos llevaría a la otra orilla. No sabíamos que allí el horror nos estaba aguardando…>>
La poeta, la mujer, la niña se emociona leyendo un fragmento de su propia historia, dos décadas después. Rememora como a duras penas, sobrevivieron a las inclemencias del mar y a sus piratas asesinos, cazadores de refugiados, para recaer en manos de desalmados que les robaron la dignidad, si es que todavía les quedaba. En el campamento de acogida, pasaron de ser personas a mercancías, mientras la mayoría miraba hacia otra parte para salvarse. Su madre no lo resistió y a su hermano Erik se lo llevaron esa noche maldita. Nunca lo volvió a ver. Y ella…vestía de versos su noche.
Sobre el atril, los papeles repletos de palabras escritas, de versos que hablan, versos que cuentan, que narran, que queman, que buscan la belleza en los instantes, que dan visibilidad a las injusticias cuando nadie quiere mirar.
Karla está emocionada recordando vivencias y tantas horas ganadas a su máquina de escribir. Agradece al público y a sus lectores por el premio recibido, que al fin y al cabo, les pertenece a ellos. Les anima a perseguir sus sueños y dejar el odio atrás. Se retira visiblemente cansada.
Entre el público emocionado que abandona la sala, un hombre mayor, un padre orgulloso se retira, con lágrimas en los ojos.