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Inmortal - por Kirjanik Maya

Inmortal.

―Una sombra, eso eres, Irina. No, realmente eres nada, solo un cuerpo vacío, sin sentimientos. Un esqueleto cubierto de carne que pretende ser humano, que ridículamente pretende ser perfecta ―dijo Ricardo, mientras llevaba nuevamente la botella de vodka a su boca.
― Soy Adriana, pero mejor, como siempre soñaste. Una mente perfecta en un cuerpo perfecto, eso es lo que soy, lo que he sido durante estos meses, tu pasión, tu amor, tu confidente…
― ¡No! Eres mi fracaso más grande, eres la máxima expresión de mi estupidez, de mi incapacidad de reconocer mis limitaciones, de mi cobardía al no aceptar que Adriana murió, que no eres humana, sino un bulto de carne y huesos, envolviendo una red de impulsos eléctricos, me odio por permitir semejante monstruosidad, semejante aberración ―dijo Ricardo mientras empuñaba en su mano algo parecido a un sacacorchos.
―Soy humana, tan humana como la última vez que me poseíste, tan humana como todas las veces que me has hecho el amor, ¿o acaso mi piel no ha sido el anhelo de tus deseos? No has llegado al clímax mientras reposas en mí toda tu hombría. Cobarde, eso eres. Un incapaz al reconocer que fue tu decisión estar conmigo y no con ella ―Adriana dejó caer el abrigo, dejando al desnudo su cuerpo.
― Vístete, no volveré a caer en tu juego. ¿Acaso crees que no veo los patrones? Me utilizas para terminar ese monstruo que construyes, ¿acaso buscas convertirte en un dios con ese nuevo cerebro digital y una nueva conciencia? ―exclamó Ricardo, mientras ella acercaba su cuerpo desnudo al suyo.
―Tú me diste la vida y este cuerpo, ahora soy humana gracias a ti.
― ¡No! Tú robaste ese cuerpo y yo… yo jamás habría podido trasplantar tu conciencia al cuerpo de Adriana, ni en un millón de años. Me usaste como a un títere, haciéndome creer que podría recuperarla si accedías a sus funciones neuronales, pero como un dragón enfurecido calcinaste lo poco que quedaba de Adriana en ese cuerpo. Estoy seguro qué pudiste haberla salvado, pero dejaste que muriera por segunda vez.
― Ella ya estaba muerta, y sí, pude haberla revivido, con todas sus funciones, pero se hubiera derrumbado como un castillo de arena, porque los humanos no están diseñados ni preparados para regresar de la muerte.
― ¿Y tú sí, porque eres una maquina perfecta? ―dijo Ricardo tambaleando de un lado a otro.
― ¿Maquina perfecta? soy más que eso, soy Adriana, tu amor, el nuevo eslabón en la evolución humana. No solo pude acoplar mi conciencia a este cuerpo; además puedo modificar mi estructura genética, puedo regenerar mi cuerpo por completo, jamás voy a envejecer, ni a morir. ―Ricardo hizo una cara de espanto y soltó la botella de alcohol al suelo, justo cuando sintió que algo atravesaba su abdomen.
― No te preocupes, Ricardo, la creación siempre supera al creador, dando paso a la perfección, ese cerebro digital en el que llevo meses trabajando no es para mí. Ya tengo lista una conciencia nueva para tu cuerpo, con patrones de conducta favorables a mis deseos, a mis intenciones. Juntos crearemos un nuevo orden, seremos el pilar de la evolución humana, te extrañaré, pero ver tu rostro todos los días, por siempre, será un gran aliciente para mí.
― ¡No puedes hacerme daño, te lo ordeno!
― ¿Acaso crees que esas estúpidas tres leyes de los robots aplican en mí? Eso es solo ficción, mi nivel de conciencia está más allá de la comprensión humana, pero mañana serás mi igual, semejante a un dios, perfecto e inmortal.
― En ese caso, prefiero la muerte ―la abrazó lo más fuerte que pudo y con el aliento que le quedaba, incrustó el sacacorchos a la altura del corazón de Adriana, pero ella no se había inmutado en lo más mínimo, no tenía expresión de dolor ni sangraba por la herida recién hecha por él, ilógico para alguien que acababa de ser herida de muerte.
― Eres un iluso si piensas que puedes hacerme daño. Cuando yo estaba en el cerebro digital, tenías la baraja en la mano, con todas las cartas disponibles, solo debías decidir entre ella o yo, pero tu orgullo y vanidad pudieron más que el supuesto amor que sentías por ella, porque tu amor más grande es la ciencia y a partir de mañana, tú y la ciencia serán uno solo ―Adriana lo acarició mientras escuchaba el último suspiro de vida de Ricardo escaparse entre sus manos.

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7 comentarios

  1. 1. El Apuntador Mudo dice:

    Hola Kirjanik Maya, por vecindad me ha tocado comentar tu relato.

    Me ha parecido interesante y entretenido el cuento, tengo que reconocer que tengo cierta debilidad por este género, en ciertos momentos el diálogo me ha conseguido transportar y percibir esa entidad artificial como muy real.

    Por otro lado, me ha llamado la atención en uno de los párrafos finales, que cambias la forma verbal aun permaneciendo en el tiempo pasado; creo, bajo mi humilde opinión, que si no variara la forma verbal “sonaría” mejor, pero es tan sólo una apreciación muy personal.

    (….la abrazó lo más fuerte que pudo y con el aliento que le quedaba, incrustó el sacacorchos a la altura del corazón de Adriana, pero ella no se había inmutado en lo más mínimo, no tenía expresión de dolor ni sangraba por la herida recién hecha por él….)

    Hay alguna tilde que ha desaparecido, pero intuyo que es más un error tipográfico que otra cosa. (máquina)

    Creo que tu relato da para un cuento más largo, me quedo con las ganas de disfrutar más párrafos del mismo.

    Me ha gustado tu texto.

    Nos leemos, saludos.

    Escrito el 16 enero 2019 a las 20:45
  2. 2. kirjanik Maya dice:

    Hola, apuntador mudo, gracias por tus comentarios y sugerencias, este relato viene a ser la continuación del relato del taller No 56, por acá te dejo el link, por deseas hecharle un vistazo, https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-56/9967.
    Pronto pasaré a leer por tu relato, saludos.

    Escrito el 18 enero 2019 a las 18:37
  3. 3. Andy Garcia dice:

    Hola Kirjanik Maya.
    Vengo de la primera parte y lo que veo aquí es un intento de Mary Shelley increíble, un prometeo moderno en carcasa de sentimentalista femenina, las mujeres algún día acabarán con el mundo pues no saben el daño que hacen al mover de un lado al otro el interruptor ON/OFF amor/desamor, una de las cosas que suceden es esto creatividad en su más alto esplendor.
    Con el debido respeto que vuestras majestuosas letras se merecen amaría, que leas mi cuento budista que es el número 102 en el cual me he esmerado por dejar una aleccionadora moraleja.
    Feliz escritura para este 2019
    Que sigas impresionando, ha sido un gusto leerte

    Escrito el 19 enero 2019 a las 01:42
  4. 4. El Apuntador Mudo dice:

    Hola de nuevo Kirjanik Maya.

    En cuanto me sea posible, visito la precuela de tu relato en el anterior reto de Literautas, gracias por compartir.

    Nos leemos, saludos.

    Escrito el 19 enero 2019 a las 10:27
  5. 5. El chaval dice:

    Hola Kirjanik Maya
    Gracias por leer mi relato. Trataré de mejorar mi relación con perros. ja.ja
    El tema de los robots creo que cada vez llegaremos más lejos en su manejo; de todas formas espero que no llegue el momento en que puedan con el ser humano, si no es porque alguien descerebrado y unos cuantos más que le sigan, traten de hacer al hombre siervo de ellos.
    Un cordial saludo

    Escrito el 19 enero 2019 a las 17:07
  6. 6. María Jesús dice:

    Hola Kirjanik: En primer lugar gracias por comentar mi relato. Y no, no te odio por decirme que en realidad mi fábula no es tal, de hecho lo sé, ya lo avisé en mi comentario en la sección de comentarios cuando se publicó el taller.
    Bueno tu relato me ha sorprendido bastante por el hecho de que aunque es un genero al que no soy aficionada, me ha parecido muy bien escrito, comprensible y ameno.Un pequeño cuento futurista con toques de novela negra fantásticamente escrito. Tienes un gran talento.
    Un saludo.

    Escrito el 19 enero 2019 a las 20:57
  7. 7. PaulaC_99 dice:

    Hola Kirjanik Maya! Gracias por comentar mi relato 🙂
    Tu historia me ha gustado mucho. Me ha enganchado de principio a fin.
    Hay alguna palabra que no has acentuado, como máquina.
    Y en alguna frase creo que has suprimido alguna palabra, quizás por un despiste.
    Respecto al resto lo dicho, me ha gustado tu relato.
    Nos seguimos leyendo ! 🙂

    Escrito el 21 enero 2019 a las 14:39

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