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La pócima de Aledis - por Laura Nayar

Las pócimas eran siempre un desafío para Aledis, una aprendiz de hechicería, quien solía describir tal actividad como “bailar descalza sobre piedras filosas” y ahora mismo el baile la esperaba a la vuelta de la esquina, pues su maestro había dado por fin la consigna para su segundo examen: crear una pócima que sumergiera a quien la probara en un sueño profundo.
La joven había reunido los ingredientes que según ella eran conveniente para la tarea y los depositó con poco cuidado sobre un mesón de mármol en la cocina, donde encendió la caldera, no sin antes chamuscarse algunos pelos por accidente, para luego proceder a verter el contenido de varios frascos de vidrio que lucían en sus desgastadas etiquetas extraños fluidos como baba de ocelote, lagañas de perezoso y hasta olorosos polvos de uñas trituradas y esencias de nueces.
Sus primeros intentos fueron desastrosos. Muchas veces quemó el contenido de abajo, en otra ocasión la mezcla hizo una exuberante ebullición que inundó el lugar en un líquido viscoso y maloliente. Cuando por fin obtuvo una mezcla homogénea pudo probar los efectos en sus ranas de experimentación. A la primera le dio diarrea, la segunda explotó sin previo aviso, ya para la octava por fin logró que durmiera pero el efecto duró unos pocos minutos.
Revisó una vez más sus pesados libros de hechicería, buscando un ingrediente que duplicara los efectos, regañándose a si misma por no haber prestado atención en clases. Descubrió así que incorporando diente de tiburón molido lograría extender el resultado pero supo que no colocaba la dosis adecuada cuando vio que después de una semana la última rana no había despertado.
Unos cuantos intentos más y dio con la fórmula perfecta. No obstante, cuando iba a guardarla para el examen, tropezó y derramó todo en el piso. Ahora no tenía pócima ni ingredientes para ella porque se los había gastado en los intentos anteriores.
Salió de prisa al mercado a conseguir las cosas, sin embargo no obtuvo los dientes ni las margaritas que había agregado a la receta para suavizar los efectos.
Retornó frustrada al castillo, no sin antes luchar con un perro que la correteó un buen trecho luego de que ella intentara robar en vano una margarita del jardín.
Fue entonces cuando su compañero se le presentó en el umbral de la puerta sacudiéndole en su cara una bolsa con los ingredientes faltantes.
Aledis sabía que no los conseguiría gratis y se preguntaba cómo el fastidioso Kaled se había enterado de lo que le faltaba.
—Es un pueblo chico—contestó con una risita cuando ella se lo inquirió—es fácil enterarse las cosas aquí.
—Si lo que quieres a cambio es mi cuerno de dragón pierdes tu tiempo—espetó Aledis yendo al grano de la situación.
—Deberías darte por vencida con esto de la hechicería, tu torpeza te llevó a desaprobar el examen anterior—agregó ignorando su comentario.
—mejoré mucho desde la última vez, te lo demostraré ahora mismo, te desafío a una carrera de escobas, si gano me darás el paquete.
Kaled comenzó a reírse estrepitosamente diciendo que ella no era capaz de volar. Aledis frunció el ceño al tiempo en que sus cachetes enrojecían y exclamó que lo hacía mal solo porque se ponía nerviosa.
Se le ocurrió que con él no conseguiría las cosas por las buenas por lo que le lanzó de imprevisto un encantamiento.
—¡Generosidad del chimpancé!—gritó formando con sus manos unos extraños símbolos, esperando que aquello lo obligara a regalarle la bolsa, pero su compañero fue más rápido y canceló el efecto con su encantamiento del “ratón avaro”.
Aquello provocó que la bolsa cayera al piso desparramando las margaritas por un lado y por otro el frasco con los dientes.
—Me rindo—masculló Aledis esperando que baje la guardia para en su último intento gritar “hipnosis de la serpiente” y salir corriendo con las cosas en la mano.
Rápidamente en la cocina vertió los ingredientes con una risa malvada hasta que se dio cuenta de que olvidó las margaritas.
Casi al borde de las lágrimas por fallar en todo, su maestro la sorprendió al entrar en la habitación.
—veo que has dominado el encantamiento de la serpiente, eres la única que osaría petrificar a Kaled.
Aledis pensó que sería regañada pero él le entregó una de las margaritas diciéndole que esperaba mucho de ella para el examen, ya que la había visto esforzarse.
Su maestro se marchó dejándola con una sonrisa y un rubor en las mejillas.

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6 comentarios

  1. 1. kirjanikmaya dice:

    Hola, Laura Nayar.

    Llegaste a las 750 palabras que admite el taller, así que de pronto usaste un poco las tijeras. El relato me parece bueno, aunque el final me parece un poco fácil para la protagonista, pero eso es cuanto de gustos, es posible que a los demás compañeros les guste, por ahí note unos verbos en tiempos diferentes al párrafo en el que se encuentra ubicado, pero son detalles que con una nueva lectura tú misma puedes detectar, aunque estoy casi seguro que ya los has notado.

    Saludos.

    Soy tu vecino del 63, por acá te dejo el link, por si tienes tiempo de visitar mi relato.
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-60/10579

    Escrito el 17 abril 2019 a las 18:38
  2. 2. LUDIKA dice:

    Buen trabajo. Describes muy bien a esta torpe hechicera, pero tal vez esperaba un giro más notable en la historia.
    A simple vista y sin mucho conocimienton de causa en cuanto a puntuación, el primer párrafo se hace muy largo.
    Quizás puedas pulir ciertas cosillas y seguro Aledis protagonizará un relato aún mejor!

    Saludos y a seguir escribiendo!

    Escrito el 19 abril 2019 a las 01:20
  3. 3. Malena dice:

    Me gusto mucho tu historia, me pareció que fuiste ingeniosa y creativa para usar las palabras que debías.
    Los nombres de los personajes y lo de los hechizos están espectaculares y pienso que el personaje de Aledis es entrañable a pesar de haber leído tan poco.
    En cuanto a correcciones, los ingredientes que segun ella eran convenientes(2° párrafo, faltó s)y pienso que quedaría mejor: crear una pócima que sumergiera en un profundo sueño a quien la probara (1° párrafo, es un comentario personal ya que lo leí más de una vez para entender la consigna).
    Saludos y fighting ️

    Escrito el 21 abril 2019 a las 23:41
  4. 4. Anémona dice:

    Hola, Laura Nayar

    Por un momento tu cuento me recordó a los aprendices de magos del Colegio Hogwarts. Me parecieron muy divertidos los experimentos con las ranas, aunque reconozco que tiene un punto cruel; como la magia en general, que puede tener esa ambivalencia.
    Observé pequeños fallitos de puntuación, como iniciar un diálogo en minúscula (—mejoré mucho desde …; —veo que has dominado…). Para mi gusto se repite mucho la palabra “margarita”, de las cuatro veces que aparece, alguna la sustituiría por “la flor”, por ejemplo.
    Espero que le sigas dando vida a Aledis y nos sorprendas con más andanzas suyas.

    Un saludo.

    Escrito el 22 abril 2019 a las 16:20
  5. 5. Carmen Sánchez Gutiérrez dice:

    Un relato interesante que me ha recordado algo a Harry Potter.
    En cuanto a lo demas, creo que deberías revisar los sifnos de puntuación.
    UN saludo.

    Escrito el 25 abril 2019 a las 16:54
  6. 6. Laura dice:

    Hola Laura Nayar.
    Tu relato es una combinación de Merlín con Harry Potter.
    Me han gustado mucho los encantamientos, un muy buen detalle.
    Creo que tienes personajes y un ambiente donde desarrollar una bella historia.

    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 28 abril 2019 a las 00:20

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