Sarna con gusto no pica - por Febrero83

Estaba tan enfrascado en terminar de recoger y limpiar a fondo aquella pestilente cocina que no fue consciente de que Margarita llevaba un buen rato observándole desde la puerta con una mueca pícara dibujada en la cara. Estaba disfrutando como una niña pequeña viendo todo el lío que era capaz de organizar su hermano por no perder una apuesta, era tan orgulloso y cabezón que le fastidiaba hasta perder al parchís. Así que estaba segura de que Rafa se dejaría la piel para conseguir salirse con la suya y no tener que desfilar por la calle vestido como Leticia Sabater mientras cantaba la “Salchipapa”.
Él siempre había sido un tiburón para los negocios, un gran triunfador, pero el jueguecito que se traía con su amigo Marcos desde la adolescencia cada vez iba a más, quizá motivado por la crisis de los treinta o por el síndrome de Peter Pan, ya le había provocado más de un disgusto y algún día les acabaría costando caro. Pero no podían evitarlo, eran como niños pequeños, se lo pasaban bomba juntos. La mayoría de las veces el castigo del perdedor acababa transformándose en una fiesta para todo el grupo de amigos.
En esta ocasión la cosa estaba muy clara, cada uno alquilaba una food truck para el cumpleaños de Fede, el hermano de Marcos, que se celebraría en la casa de campo de sus padres y a la que estaban invitadas ciento cincuenta personas, a Fede le gustaba todo a lo grande y había invitado a todos sus amigos y seres queridos. Tenían que cocinar y atender a los invitados en tacones y disfrazados de unicornios. Ganaría el que elaborara la mejor receta o el que consiguiera sobrevivir sin partirse la crisma, lo bueno es que el espacio de estas furgonetas es tan reducido que se limitan los movimientos y el no tener que salir para atender a la gente les evitaría el terminar haciendo la croqueta con la mesa de algún comensal o eso fue lo que pensaron ellos cuando se les ocurrió la brillante idea.
Aunque esos eran los planes de Rafa y Marcos, pero Margarita y Fede les habían preparado una sorpresita muy especial. Habían invitado a jefes, socios y clientes de los “cocineros”. El cachondeo, las risas y la guasa estarían garantizados. Hacer un poco el ridículo frente a estas personas les serviría para darles una lección y que se dejaran de tanta chiquillada.
Llegado el día, listas las recetas y los materiales necesarios para elaborarlos, sólo quedaba esperar a que todo saliera según lo planeado. Aunque se fue tanto de las manos que prefiero no entrar demasiado en detalles escabrosos, el resultado fue que al final del día quienes acabaron cantando la “Salchipapa” fueron ciento cincuenta y dos personas en las urgencias del hospital. La mayoría por gastroenteritis y dos personas en particular por esguinces y traumatismos. Ver a Rafa tropezando y saliendo disparado por la abertura de la furgoneta resultaría inolvidable, pero ver cómo Marcos iba a rescatarle con esos andares que le producían los tacones, que parecía que estaba bailando “el baile del gorila”, estaría años desatando las risas de los testigos.
Y si pensáis que este suceso les sirvió de escarmiento a los dos amigos es que no les conocéis, sólo os adelanto que para las hogueras de San Juan es posible que se ganen salir en los telediarios.