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La Pili, esa - por Ocitore
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Un inspector con una gran lupa, entró. Lo vio un hombre muy gracioso que se sorprendió al ver a un detective irrumpir allí. Lo siguió hasta que el inspector se detuvo frente a una mujer tumbada en el piso.
—Es un cadáver— dijo, mirando hacia al frente.
—Sí, en efecto, es una mujer muerta— exclamó muy alto el hombre gracioso.
El inspector se giró tratando de disimular su espanto.
—Y ¿quién demonios es usted? —preguntó mirando por la lupa la nariz del tipo.
—Soy José Grimaldo, el marido de esta mujer.
La mujer yacía, tenía convulsiones que llamaban la atención del inspector.
—¡Usted la mató! ¿Verdad? Se le nota que es un asesino. ¡Queda arrestado!
—Pero, ¿quién es usted para arrestarme? —le esputó, mostrándole la lengua y golpeando la lupa.
—Soy Arsénico Lupillo, investigador privado.
El inspector comenzó a pavonearse, dirigiendo su mirada al horizonte. De pronto, la mujer comenzó a agitarse.
—¡¿Pero qué demonios le pasa a esta mujer?!—gritó apaciguando inútilmente los movimientos de la mujer que agitaba las manos y los pies.
—¡Ah! ¡¿Le da miedo, inspector?!— dijo carcajeándose José Grimaldo—. ¡Ha de saberrrr…que mi mujer era epiléptica! Tan epiléptica, tan epiléptica que dejaron de llamarla Pilar y la apodaron Ehpilesia. Así le decían todos. Ehpilesia pacá, Ehpilesia pallá. Hasta yo le llamo Mi Ehpi.
—¡Eso es irrelevante!!Confiese! ¿Por qué la mató?
—Pero, ¡qué dice usted, inspector! Mire, un día me fui a una isla para ocultarme de mis enemigos porque…bueno, ya sabe…cosas de hombres, por dios, ¿me entiende verdad? Pues, eso le dejó una huella a Mi Ehpi, que recibió una carta mía diciéndole que yo había muerto y ella guardó luto en mi memoria, sin embargo, como ya sabe, las cosas cambian. Fui rescatado y homenajeado por sobrevivir tres años en una isla deshabitada, rodeada de tiburones, más terrible que Alcatraz. El caso es que me erigieron un monumento y me dieron un montón de dinero. Y ¿qué es lo peor de todo esto? ¿No lo sabe? ¡Ah!!No ponga esa cara de zoquete! Pues, muy fácil, me vine a ver a mi querida Ehpi, pero nada más entrar, ella sufrió un infarto, o mejor dicho, un ataque epiléptico tan fuerte que terminó infartándose y ahora mírela…—con ojos asombrados José Grimaldo vio cómo su esposa se ponía de pie.
La mujer se abalanzó sobre el inspector.
—¡Por favor!!Por favor! Haga que este desgraciado vuelva allá de donde ha venido. Casi me muero por su culpa. Además, no lo puedo aceptar en mi casa porque estoy comprometida.
En ese momento se volvió José Grimaldo que miraba con disimulo el piso, pero al oír la palabra “comprometida” no se pudo contener y saltó sobre ella.
—¡Ah!!Desgraciada!!Si ya lo sabía!!Qué golfa eres!!Esperabas que me ausentara para ponerme los cuernos!!Te voy a matar!
La cogió del cuello y comenzó a zangolotearla y ahorcarla. El inspector con mucho esfuerzo pudo contener al hombre que vociferaba y echaba espuma por la boca. Le dio un golpe en el rostro y la nariz de plástico que llevaba puesta salió volando.
—Pero, ¿qué ha hecho? ¡Inspector del demonio! ¡¿Sabe cuántos litros de vodka me ha costado esta nariz?! ¡No tiene ni idea de lo difícil que es beber sin control, solo para tener un instrumento de trabajo que le permita a uno ganarse la vida!
El inspector trató de recuperar la nariz, pero la mujer la cogió y echó a correr, Ehpi corría sin parar, de pronto se puso la nariz, se despojó de su peluca, se quitó el vestido y se acercó a José Grimaldo que temblaba de terror.
—¡Bien! ¡Ahora te toca a ti ser Ehpi, desgraciado!!Ahora sabrás quien lleva la nariz en casa!
José Grimaldo, obligado por la mujer se puso el vestido, la peluca y comenzó a hablar con voz aguda.
—¡Perdóname, querido! Te juro que no quería serte infiel. Pero, me abandonaste y dejaste este cuerpecito a merced de los lujuriosos que me rodean. Si quieres castigar a alguien por mis debilidades debes castigar a este hombre que es el culpable de todo y, señalando al inspector gritó:
“Él, él es mi amante. Me dijo que tú jamás regresarías. Desconsolada me acurruqué en sus brazos y el abusó…Y no solo una vez, ¿sabes? Cada día venía a consolarme, a decirme que tu estabas fiambre y me besaba y..y..y…”
Empezó una trifulca y los tres personajes salieron por una puerta, detrás de ellos se oyó una ovación y una bandada de aplausos llenó la carpa.
Ccomentarios (1):
Jose Luis
18/06/2025 a las 22:56
Hola
Gracias por pasarte por mi relato.
Bonito vodevil.
Un saludo.