Esa soy yo.
Se levantó al amanecer, se preparó un café y, cuando levantó la mirada, se encontró con los fantasmas del pasado en la pared, que le sonreían y le preguntaban: «¿Por qué tomas café tan temprano?». Siempre que los veía, sentía que la cuestionaban, pero no entendía cuál era el plan de permitir que su pasado estuviera presente cada día. Se acercó a la pared, los descolgó uno por uno, los metió en una bolsa y, en su lugar, colocó un espejo. No lo hizo por venganza, no sentía nada en contra de ellos; simplemente quería ser ella misma.
Desde entonces, al levantarse, solo está ella, nadie más. Cuando habla, ríe o canta, se mira al espejo y su reflejo le devuelve una sonrisa.