Hombre muerto - por Melany

El autor/a de este texto es menor de edad

Sintió el peso muerto de su madre caer sobre él tras escuchar el sonido de las estruendosas armas. Casi pudo sentir como su propia madre, aquella que le había dado la vida, aquella que había compartido cada día junto a él, se desangraba sobre su espalda. Y así como ella, todos los que estaban a su alrededor, se desmoronaban uno a uno tras los impactos de las balas.
Sus lágrimas comenzaron a descender y con la mejilla pegada al frío suelo, pudo visualizar como a unos escasos metros de él, una niña, aferrada a sus rodillas y con la carita mojada por el llanto, intentaba esconderse de aquellos bastardos que descargaban cartuchos contra ellos. Con los ojos, intentó decirle que guardara silencio, pero no podía… no podía moverse, o aquellos que lo daban por muerto volverían para asegurarse de su muerte. La niña continuaba llorando, y sucedió lo esperable, uno de los tantos hombres armados se acercó a ella, y cuando estaba a punto de apretar el gatillo, aquel sujeto incapaz de realizar un solo movimiento, apretó bien los ojos, para no guardar esa imágen en su mente.
Cuando los gritos cesaron, y solo se escuchaban las pisoteadas de los malotes, el joven volcado en el suelo, bajo el cuerpo de su madre, sostuvo la respiración.
Cada uno de los armados, paseó por entre los cuerpos y con un patadón se aseguró de que no estuviesen vivos. Su corazón se aceleró hasta el punto que sospechó que alguien los escuchara. Un par de botas gruesas se pararon frente a él y antes de que nadie pudiera percibirlo, intentó quedarse más inmóvil de lo que ya estaba. No quería siquiera respirar, ni pestañar bajo los parpados, todavía sentía la presencia de aquel hijo de puta que había matado a su madre, a aquella pobre e inocente niña y a cada una de las personas que se encontraban allí presentes. Sintió una necesidad de saltar a su cuello y molerlo a golpes, pero se hizo callar a sí mismo y no pensar demasiado alto. Sintió una patada en las costillas y aguantó un grito de dolor. No tensó ni un solo músculo, y esperó nervioso. Temía abrir los ojos, temía que escucharan la rapidez con la que su corazón latía, temía que supieran que estaba vivo. Su corazón aumentó el ritmo, y luego aún mas, sus oídos enmudecieron y ya no escuchaba más que el bombeo de su sangre. Comenzó a respirar agitado e intentó obligarse a callar.
<<Soy hombre muerto>> dijo para sus adentros y de una forma repentina y a pesar de repetirse que no lo hiciera, abrió los ojos de par en par y se incorporó de golpe, abalanzándose sobre el maloso. Éste profirió un grito de mujer, y la imagen se transformó, ya no había sangre, muerte y suciedad, sino una habitación blanca y pura, que olía a limpio; y aquel bastardo no era más que su madre.
Con dificultad para respirar se miró a sí mismo, con cables inducidos en todo su torso:
-¡Hijo mío!- lloró su madre- ¡Hijo mío, has despertado!- lo abrazó con fuerza y ahogada por un enorme llanto- Luego de tantos años, has despertado.
Al principio, no lograba comprender que estaba sucediendo, y menos aún cuando un enorme grupo de gente inundó la habitación. Le explicaron la cantidad de años que había estado dormido y en ese momento recordó aquel sueño: <<Soy hombre muerto>> había dicho, cuando en realidad, estaba más vivo que nunca.