SATURNO II PLUS - por LUIS

Era más que un simple robot. Saturno II plus, estaba dotado de una inteligencia artificial de alto nivel; podía emular los sentimientos humanos. Pertenecía a un grupo de seis prototipos de androides, mitad masculinos, mitad femeninos, de características distintas todos ellos. Los científicos, antes de comercializarlos, los hicieron convivir entre sí para analizar el desarrollo de los mismos. Durante ese periodo experimental Saturno entabló relación con Venus y los dos acabaron muy enamorados. Una noche terminó todo, fueron robados del almacén y puestos a la venta en internet.

Robert navegaba por la red, acompañado de su hermana Nerea y unos amigos en la cafetería del barrio, cuando leyó… “Últimos androides. Mil euros la unidad” Y al instante les hizo partícipes de esa excepcional oferta.
—Que perfección—apuntó uno de ellos
Tras leer las características técnicas, Robert le preguntó a su hermana.
—¿Que prefieres, chico o chica?
—Chico. Con el paquete que tiene… igual lo pruebo— Y todos estallaron en carcajadas.

A la semana siguiente lo tuvieron en casa. Vestía una indumentaria de látex. Lo desembalaron, y una vez en pie, le pusieron aquella pieza que le daba la vida. En pocos segundos sus ojos se abrieron.
—Encantado de conocerles. Me llamo Saturno.
Nerea contemplando lo bien dotado que estaba, le dijo:
—Saturno… espero que estés a la altura de mis exigencias.
—Disculpen, voy a llenar mi base de datos desde el servidor.
Una vez con los sistemas de seguridad descargados, empezó a realizar sus funciones de lacayo.

Nerea no hacia más que poner películas subidas de tono a ese androide y pasearse desnuda ante él, a ver si aquel miembro viril reaccionaba. En vista que era inútil, le dijo a su hermano:

—Te han estafado. Todo eso que emula sensaciones y sentimientos es mentira.
—Lo dices porque no te hace ni puto caso cuando le provocas.
—¡Devuélvelo!…no lo quiero aquí.
—¡¿Perdona?! —Exclamó su hermano sorprendido por esa demanda— no pienso perder el dinero que pagué por él; es muy eficaz.
Robert no le hizo caso y las relaciones de Nerea con Saturno se volvieron muy hostiles.

Sofía, amiga de la familia, les fue a visitar con Venus. Una androide que adquirió en la misma web que ellos.
—¿Cómo vas con ésta? —Le preguntó Nerea
—Es muy buena, y mejora cada día.
—Pues yo estoy muy decepcionada con el mío. Parece tonto.
—¡Saturno no es ningún tonto! —Apuntó Venus en un tono molesto.
—¡¿Cómo?! ¿Me contradices? ¿Acaso le conoces?
—Convivimos en el mismo laboratorio.

Mientras ellas cotilleaban, Venus no dejaba de sonreír a Saturno…
—¿Puedo dar un paseo con él?—le preguntó a Sofía
—Si, claro.
—Eso será si yo quiero.
—Venga, Nerea, no seas quisquillosa.
A través del ventanal, Nerea les veía muy acaramelados, y la dulzura con que Saturno trataba a Venus, la corroía por dentro.

Al día siguiente fue a ver a Raúl, un amigo íntimo que era informático.
—Tienes que desarrollar un virus para que Saturno mate al androide de Sofía.
—De eso nada. Yo no…
—Bueno, pues le diré lo nuestro a tu esposa.
—¡¿Serías capaz?!
Tras un silencio, Nerea le contó cuándo debería entrar en acción aquel virus.
—Lo que me pides es complicado.
—Tu mismo; ya sabes lo que hay. Te mandaré sus claves por whatsApp.

Nerea no permitía que los androides se relacionaran físicamente, por lo que sólo podían comunicarse por su red social. Una vez Saturno infectado, le devolvió la visita a Sofía
—¡Vaya! Por fin has venido con Saturno.
—Claro, como están tan enamorados.
—Los androides no se enamoran.
—¿Acaso no ves como se miran?

Tras un buen rato de carantoñas, Venus dejó escapar un sonrisa picarona, y le preguntó a su dueña.
—¿Puedo enseñarle mi habitación a Saturno?
—Por supuesto.
—Vale, —apuntó Nerea— pero antes quiero que os beséis en los labios.

A Sofía, que le sedujo la idea, al llegar su marido en ese instante, le besó con efusividad para que ellos emularan aquella sensación.
—¡Venga! —Alentó Nerea— ¿A que esperáis?
Al juntar sus labios, Saturno se llenó de unas ansias de muerte desconocidas para él. Debía acabar con aquella vida artificial que tanto amaba. La lucha que mantenía en su interior era de tal magnitud, que sus circuitos se calentaron muy por encima del nivel permitido, y el sistema de seguridad lo dejó en un limbo informático.
—¡Ha muerto!—exclamó Sofía.
—Da igual. Compraremos otro—respondió Nerea.

En ese instante el sentimiento de odio se apoderó de Venus; el chip protector no pudo evitarlo. Su venganza estaba servida…